A cincuenta minutos de Cartagena de Indias, en el kilómetro 14 de la isla de Barú existe un paraíso terrenal: el Aviario Nacional de Colombia que este febrero cumplió su primer año de funcionamiento. Bello lugar de 7 hectáreas donde habitan pájaros de todas las especies, en el país que cuenta con más especies de aves en del mundo.
Tulcán. Foto: Rich Walker/Aviario Nacional
Primero, nos tocó ir a una presentación, a la que, por prevenida, le tuve sus reservas, pero estábamos justo en la hora que iba a empezar y eran las 11 y 30 de la mañana. Resultó siendo la primera sorpresa. Una señorita presentadora nos enseñaba las particularidades de cada ave y su proveniencia -muchas de ellas colombianas- y con ayuda de varios entrenadores las aves llegaban al escenario volando, caminado. Resulta emocionalmente bello sentir que un extraño pájaro se acerca como si fueras uno de ellos. Vuelan por el escenario, pasan por encima del público mientras sus entrenadores los esperan. Otros más pequeños salen de unas compuertas y entran en las mismas después de haber hecho su presentación. Muchas de las aves, explica la presentadora, han sido incautadas en el tráfico de animales exóticos.
Pavos reales. Foto:Diana Montoya /Aviario Nacional
Se caminan 21 senderos con paisajes distintos, vegetales hídricos que permiten apreciar lo 1.970 especies que ya se han reproducido en ese que es su ambiente natural. Es increíble poder apreciar de cerca la armonía de los plumajes. El color azul de la cresta de un pavo real, los flamingos rosados en manadas que se paran en un lago muy verde. El negro intenso de un tulcán mientras con sus manchas rojas se crean en la cola y otra azules le llega a los ojos. Las míticas cigüeñas que no son tan lindas como las de los cuentos de hadas, son opacas y viven en un ambiente oscuro. El cóndor de los Andes enorme, los carpinteros hacen su oficio mientras se comen tallos secos, los canarios cantan armónicamente por todos lados.
Las aves tienen sus ecosistemas una selva húmeda tropical donde caen cascadas a bellas lagunas, el litoral donde la palmeras y manglares y el desierto donde los cactus rodean otro desértico entorno.
Cóndor de los Andes. Foto: Luis Pertuz/Aviario Nacional
En el área dónde están los cóndores aparece un letrero que pide silencio porque viene uno en camino de gestación. Así con el mayor respeto se pasa en puntas de pie para que el pequeño salga intacto de su cáscara.
Cigüeña. Foto: Carlos Eliécer Flórez/Aviario Nacional
En el recorrido pasan las iguanas con su parsimonia y en todo su derecho. Ellas también hacen parte del lugar donde está construido este mundo de ruidos armónicos para preservar y estudiar las 160 especies de aves. Es un lugar muy especial, construido y mantenido de forma espectacular. Donde el espectador sale con un comportamiento ecológico mientras ha recorrido cascadas, riachuelos, desiertos y se siente también un enorme respeto por esas especies que vemos en jaulas. Aparece una integración entre el hombre y la naturaleza.
Publicada originalmente el 27 de abril de 2019