En medio de esta pérdida de valores de amplios sectores de la sociedad colombiana —que a distintos niveles y de formas diferentes parecen haber perdido el norte—, ahora resulta que los jóvenes de clase alta bogotana son parte de un cartel de venta de drogas ilícitas. Era lo último que nos faltaba. En vez de tener la posibilidad de una nueva generación de gente sensata, que por ser privilegiados dieran ejemplo, ahora resulta que algunos se ven envueltos en actos delincuenciales. Ya estábamos escandalizados con la existencia de las niñas prepago —universitarias con ambiciones de dinero rápido, más allá de sus posibilidades y las de sus familias—, para ahora enfrentarnos a la existencia de The System, que como denuncia la revista Semana: "Ese es el nombre con el que son conocidos un grupo de acomodados jóvenes de algunas de las mejores universidades y reputados colegios de Bogotá que desde hace algunos meses hacen parte de un lucrativo negocio: la cadena de distribución de una droga sintética conocida como el 2CB o tu-si-bi ".
De nuevo el dinero, en este caso en grandes cantidades, lleva a estos jóvenes que todo lo tienen a meterse en un negocio liderado por oscuros personajes: reconocidos mafiosos de apellidos Pachón y Trujillo. Pero como lo importante es estar "in" y esta es la droga de moda en la élite, sin ningún problema los coloca como los "nuevos cacaos", porque como afirma de nuevo Semana: "Un solo gramo de 2cb cuesta entre 130.000 y 150.000 pesos, casi diez veces lo que vale igual cantidad de cocaína".
Sin duda, sacar adelante los hijos en este mundo actual lleno de tentaciones —entre otras, la del dinero rápido y fácil en medio deun sistema judicial ineficiente— es una tarea titánica, probablemente más difícil que antes. Sin embargo, como en el caso de las prepago, la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿en dónde están los padres? Claro que Colombia es un país de padres ausentes cuando de los hombres se trata, pero sin embargo, esa no es excusa para que padres y madres no se den cuenta de lo que hacen sus hijos. Y ahora, que quede claro que sacarlos bien del bachillerato no acaba con la responsabilidad. Por el contrario, ese mundo menos protegido que es el universitario no libera de ninguna manera a los progenitores a seguir de cerca la vida de sus hijos.
Por más dinero que tenga una familia es imposible no reconocer cuando los hijos viven una vida de lujos que no corresponde a las mesadas que les dan sus familias —por generosas que estas sean—. No es una tarea fácil, sin duda, pero algo muy grave está fallando en la organización del núcleo familiar. Y que ahora no salgan los retrógrados a afirmar con la mano en el pecho, que esta situación de un grupo de jóvenes en Bogotá, obedece a que las mujeres dejaron sus responsabilidades en el hogar para irse a trabajar, y "realizarse profesionalmente". Como si este fuera solo un privilegio de los hombres en pleno siglo XXI, cuando las mujeres, en promedio, están más educadas que estos.
Semana señala un grupo de 20 jóvenes que están en ultimo año de bachillerato de prestigiosos colegios y en universidades reconocidas de la ciudad. Identifica, además, dónde se reúnen y para qué. ¿Dónde están esos padres? Pero, más aún: los hijos son responsabilidad de los dos padres pero también de las instituciones educativas que los forman. Esas instituciones deben proceder a identificar si tienen o no ese problema porque no hay disculpa posible. La alarma ya se prendió.
La ética, aquellos valores que permiten que los individuos desde sus edades más tempranas vayan conociendo el camino correcto, debe ponerse en primer plano dentro de los hogares y en el sistema educativo. La ética no es un embeleco de los viejos. Este complejo mundo actual la requiere más que nunca.
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