Los centenarios son las personas que han alcanzado 100 años o más. Conforman el grupo de seres humanos conocido como el fenotipo extremo de la longevidad; y, por lo tanto, son altamente informativos desde el punto de vista de la salud y la enfermedad. Esta población, en general, no sufre de enfermedades crónicas no trasmisibles y, por lo tanto, llevan consigo los factores que los ha protegido contra éstas a lo largo de su vida. En Colombia, en asocio con colegas interesados en la longevidad extrema y algunas instituciones, conformamos la Alianza Centenarios, que adelanta el Proyecto Centenarios.
Uno de nuestros primeros aprendizajes fue no encontrar a tantos centenarios como lo informaban las bases de datos. A pesar de que existan registros que supuestamente indican su ubicación geográfica o, al menos, su contacto telefónico, la mayoría de los centenarios están desaparecidos. El proyecto, que se inició en septiembre del año pasado en Sincelejo (Sucre), rápidamente nos permitió aprender que había muchos centenarios que era imposible encontrar. En efecto, luego de contar con una base de datos que daba cuenta de más de 200 centenarios en el departamento de Sucre, nos instalamos en Sincelejo. Al cabo de dos meses solo encontramos 12. ¿Qué pasó?
La mayoría de los centenarios identificados son de estratos socioeconómicos bajos y viven en zonas distantes de los centros urbanos de las ciudades donde se registran, o bien, en zonas rurales, donde el acceso y la localización son difíciles. Se mueven de un lugar a otro porque son cuidados por familiares que los trasladan de una localidad a otra según las posibilidades de quien los cuida, o de quienes los cuidan. Un día están con una nieta, otro día en la casa de un sobrino. La conexión telefónica es difícil porque no tienen lo que se llama un plan de celular, sino que dependen de una SIM Card (SIM es el acrónimo en inglés de Subscriber Identify Module - módulo de identificación del abonado-), que una vez expira impide la identificación de quien la tenía. Además, el pobre acceso a internet en las áreas rurales limita aún más la posibilidad de comunicarse por vía electrónica con los cuidadores o sus familias. Finalmente, al fallecer – en la mayoría de los casos en sus casas – el estado no se entera. En Colombia no es necesario el certificado de defunción para enterrar una persona. Estas razones hacen difícil la localización de los centenarios.
Las implicaciones de los centenarios desaparecidos no son menores. Entre estas están la falta de atención médica y de seguimiento. Otra, y no menos importante, es que si se encuentran afiliados a una Entidad Promotora de Salud (EPS), la unidad de pago por capitación (UPC) se pierde, o mejor, se embolata. La UPC es el valor anual que se reconoce por cada uno de los afiliados al sistema general de seguridad social en salud (SGSSS) para cubrir las prestaciones del Plan Obligatorio de Salud (POS), en los regímenes contributivo y subsidiado. ¿Cuántos centenarios se encuentran afiliados al SGSSS? ¿Y a cuántas EPS se les gira la UPC de centenarios fallecidos? Otra consecuencia tiene que ver con la situación pensional: ¿quién la seguirá cobrando? Qué no decir de lo que pasa con su cédula de ciudadanía y las implicaciones electorales. ¿Cuántos centenarios fallecidos votan en las elecciones?
Los centenarios, no obstante, no son raros, aunque su localización sea difícil. En 1953 había 529 centenarios en Colombia, en 2023 se calculó que habían 19.400, y para el 2070 se estima que existirán cerca de 45.000 según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Recientemente se ha difundido un estudio que sugiere que casos de alta longevidad en algunas partes del mundo son falsos, dado que centenarios encuestados sobre su edad dieron información incorrecta. Este estudio, disponible desde marzo de este año, no ha sido todavía publicado en una revista auditada por pares. Luego está todavía bajo el escrutinio de otros investigadores.
Colombia no sería la excepción. Según la Registraduría Nacional del Estado Civil la primera cédula de ciudadanía se entregó el 24 de noviembre de 1952. Sin embargo, desde 1852 las notarías tienen los registros de nacimientos. En nuestra experiencia, durante el proyecto Centenarios, hemos observado que algunas personas que dicen ser centenarias reconocen haber dado una fecha muy anterior a la de su nacimiento en el momento de obtener la cédula de ciudadanía con el fin de pensionarse antes de tiempo. Hemos conocido “centenarios” que en realidad no lo son. Como también conocemos nonagenarios (con 90 años o más) que en realidad son centenarios.
Usualmente la edad se considera como el tiempo vivido, y se cuantifica en años, meses o días. Sin embargo, el concepto de edad se puede abordar desde diferentes visiones, las cuales se han desarrollado para explicar las diferencias que existen entre las personas en cuanto al envejecimiento. Es así como se han descrito tres formas de cuantificar la edad. La primera, y la que tiene el mayor riesgo de error, es la edad aparente. Esa edad que los otros ven cuando miran a los demás. La edad que aparenta el rostro y el cuerpo. Para algunos, la edad del alma. La segunda, es la edad cronológica, que corresponde a los años de vida que se tienen desde que se nace, y que se calcula con la cédula de ciudadanía y se podría corroborar con el acta de nacimiento. La tercera es la edad biológica, que indica qué tan funcionalmente saludable es un individuo en relación con su edad cronológica. En otros términos, la edad biológica es una medida de la edad de un individuo basada en el estado de su salud y su función física en comparación con otros de su misma edad cronológica. Hay personas que envejecen dos años en uno, y otras que envejecen un año en dos. La razón es que no todos envejecemos igual y, aún más interesante, no todos los órganos del cuerpo envejecen al mismo ritmo.
La longevidad es uno de los principales retos de salud pública en el mundo, y para poder evaluarla se necesitan mediciones precisas de la edad, en particular de la biológica. Investigadores colombianos dirigidos por el doctor Dagnovar Aristizábal desarrollaron un algoritmo clínico para estimar la edad biológica a partir de indicadores de la reserva funcional que integran mediciones de función vascular, metabólica, de condición física y valoración del bienestar subjetivo. Este algoritmo está en curso de validación. El tema es de suma importancia pues muchas compañías farmacéuticas invierten actualmente sus recursos y esfuerzos para encontrar fármacos que enlentezcan el envejecimiento. La única manera de probar la eficacia de dichos fármacos, conocidos como senolíticos, será midiendo la edad biológica durante el desarrollo de estudios clínicos controlados. No obstante, todavía no existe un método reproducible y universalmente aceptado para medir la edad biológica.
Por otra parte, investigadores de Estados Unidos, liderados por S. Jay Olshansky, descubrieron que, desde 1990, las mejoras generales en la esperanza de vida se han desacelerado, que la desigualdad en la esperanza de vida disminuyó y se produjo una compresión de la mortalidad. Este trabajo sugiere que en los países de donde se utilizaron los datos para el estudio (Australia, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, España, Suecia y Suiza), es poco probable que la supervivencia hasta los 100 años supere el 15% para las mujeres y el 5% para los hombres. En consecuencia, a menos que los procesos de envejecimiento biológico puedan desacelerarse notablemente, la prolongación radical de la vida humana es improbable en este siglo. Así las cosas, las agencias demográficas deben esforzarse en contar con datos confiables, reproducibles y actualizados.
En resumen, la edad, ese concepto que se hace importante cuando vemos de cerca la longevidad, tiene varias formas de definirse. Como bien lo dijo Sandra Castelblanco, “el envejecimiento no comienza cuando se es viejo, es un proceso fisiológico que nos acompaña toda la vida. Por eso los cambios para una longevidad saludable deben hacerse desde la pediatría hasta la geriatría”.