Un ejercicio que resulta muy interesante hacer en estos días tan agitados por el calor de la política es el de saber cómo financiará el próximo alcalde las costosas soluciones que implica la modernidad de Soledad, sobre todo cuando se escuchan propuestas maravillosas de mega construcciones y súper inversiones que exigen millonarios recursos con los que hoy no cuenta la ciudad.
Resolver los problemas de la séptima ciudad más poblada del país y la tercera del Caribe colombiano, que al sol de hoy cuenta en la proyección de papel del DANE con 615 mil habitantes, pero que en la realidad social son más de 700 mil, es un reto monumental que se debe asumir con los pies bien puestos en la tierra para no caer en las trampas del populismo, que en campaña dan votos al candidato, pero que ya cuando se gobierna, se convierte en cuchillo para la propia garganta del alcalde.
Siempre he sostenido que los problemas de Soledad sobrepasan enormemente su capacidad financiera; los atrasos en materia de infraestructura vial, educativa, hospitalaria y urbanística son tan grandes que se estiman en más de un billón de pesos; por ejemplo, es sabido que la recuperación de la red de vías primarias de Soledad, compuesta por cerca de 800 mil metros cuadrados y deteriorada en un 60 %, cuesta unos 500 mil millones de pesos, cifra realmente dramática, más aun cuando la principal fuente de financiación para ese sector proviene de la sobretasa a los combustibles que solo aporta escasos 4 mil millones de pesos anuales.
Así las cuentas en el sector vial, adicionándole otros pesos más de los recursos de libre inversión del presupuesto municipal, se necesitarían unos 100 años para atender totalmente la crisis de pavimento en Soledad. He ahí la pregunta de cómo financiar un plan serio de reparación vial que en el corto plazo le dé aires de modernidad a la ciudad y, además, sirva a la movilidad.
Ahora en un territorio donde no existen los estratos 4,5 y 6, y además el 82 % de su gente pertenece al renglón socio económico 1 y 2, pone de manifiesto una gran limitante para creer que una buena gestión tributaria sería suficiente para conseguir los recursos que impulsen las macro obras que Soledad requiere para su modernización. Nadie discute la importancia de optimizar el recaudo predial, que con dificultad alcanza los 15 mil millones de pesos anuales, lo que equivale aproximadamente al 0,25 % del avaluó de toda Soledad, que catastralmente cuesta 5 billones de pesos.
Alcanzar un ingreso predial mínimo de 30 mil millones de pesos al año es una tarea indispensable para el fortalecimiento financiero de Soledad, pero aun así esa platica sigue siendo poca para hacer frente a tanta necesidad. Incluso el cumplimiento de metas ambiciosas en el impuesto catastral, implica el compromiso de legalizar los más de 65 barrios subnormales de la ciudad y para lo que se requieren más 30 mil millones de pesos, nuevamente me pregunto: ¿dónde está esa plata?
La atención a la demanda social, el fortalecimiento institucional y el pago de las obligaciones financieras de Soledad dependen, en gran medida, de los dineros propios del municipio, en especial de los impuestos predial e industrial y comercio; este último que no supera los 17 mil millones de pesos, y sumado a los 15 mil millones del catastro, deben rendir para hacer los aportes a la Contraloría, a la Personería y al Consejo; pagar deudas, atender gastos de funcionamiento y, además, hacer obras para más de 700 mil habitantes. ¿Alcanzará esa plata para remodelar los colegios, hacer parques, construir hospitales, recuperar plaza y mercado e invertir en seguridad, entre otras cosas más?
Las cuentas claras y el chocolate espeso nos han enseñado las abuelas, y aunque parezca básico y elemental, es un consejo para ser tenido en cuenta por los ciudadanos y los hoy candidatos a la alcaldía de Soledad, que si no tienen el presupuesto de la ciudad claro, seguramente mañana terminarám siendo víctimas de su propio invento demagógico.
La modernidad y el desarrollo de Soledad se dificultan desde el mismo instante en que la nación establece el monto de los dineros enviados para atender la educación, la salud, el deporte y la cultura de la gente. Muy desventajoso es el tratamiento económico dado por la nación a Soledad, que con resignación e injusticia recibe unos 470 mil pesos por habitante, cuando la media nacional se acerca a los 662 mil pesos, y que para el caso de Barranquilla y Puerto Colombia, superan los 700 mil por habitante. Solo por esta clara desigualdad, Soledad deja de percibir unos 100 mil millones de pesos anuales que, acumulados en los últimos 10 años representan, la medio bobadita de 1 billón de pesos.
La deuda social de la Nación con Soledad es histórica y técnicamente cierta, las reclamaciones deben hacerse sentir para conseguir llamar la atención del alto Gobierno, que insiste en hacerse el de las gafas. Ya es hora de que a Soledad se le reconozca lo que se le ha negado; estos recursos son indispensables para el financiamiento de las grandes obras que necesita la ciudad para alzar vuelo hacia la modernidad.
Ojalá los candidatos que hoy están cerca en ganar la alcaldía de Soledad se les dé por conocer y revisar el proyecto de ley del Bicentenario que presentamos al Congreso, que ya está radicado en la Cámara de Representantes, al que en su momento se le asignó ponente y que, precisamente, busca que la Nación compense a Soledad con ese billón de pesos. Ahí está la plata que bien haría factible y realizable las mega construcciones que tanto se escuchan por estos tiempos de campaña y que, ciertamente, se requieren para vencer los años de atraso.
