Tengo 30 años y llevo la mitad de mi vida viendo a Santa Fe en el estadio. Cuando era niño, tuve que escuchar muchas veces que los hinchas del León éramos muy pocos, unos 3 mil o por mucho 5 mil. Yo respondía a mis detractores que era una gran hinchada, pues a pesar de llevar aproximadamente 30 años sin ganar nada, aun asistíamos al Campín: éramos muy fieles, decía yo.
En esa época, vi pocas veces llenarse el Campín. Cuando se lo veía lleno era porque la mitad eran de Millonarios, Nacional o de América. Así ocurrió en 1999 en la final de la copa Merconorte; en 2005 contra Nacional; y en varias ocasiones contra Millonarios. Sin embargo, solo fue hasta 2009, en la final de la Copa Colombia contra el Deportivo Pasto, que vi por primera vez lleno el estadio de sólo hinchas de Santa Fe (habían hinchas de Pasto pero eran muy pocos). ¡Ese día gritamos campeón! ¿Era la resurrección de la hinchada de Santa Fe? Me equivoqué, al siguiente partido, contra el Deportivo Cali, fuimos los 5000 de siempre nuevamente.
Por esa época decía el periodista Iván Mejía “a la hinchada de Santa Fe solo la despierta un título de liga”. Estuvimos cerca en 2010 y en 2011 de jugar finales, la hinchada acompañó en partidos definitivos, pero sólo iba a esos partidos (aunque el promedio de asistencia en partidos normales subió un poco). Pero fue en 2012 cuando, después de 24 horas de fila, de llenar el estadio y hacer una linda fiesta, volvimos a gritar a ¡Campeón! Era la resurrección de la hinchada santafereña, decía yo a mis adentros.
Ganamos la Superliga, jugamos Libertadores, hicimos una gran presentación, llenamos el estadio en varias ocasiones, los abonados llegaron a ser 20.000. Santa Fe siguió peleando títulos, perdimos dolorosamente contra Nacional en 2013, pero nos levantamos y en 2014 hacíamos algo heroico en Medellín ganando dos partidos en 3 días contra los verdes y contra el poderoso. En Bogotá celebramos la octava, y semanas después volvimos a ganar la superliga. La época más gloriosa de Santa Fe, sin duda.
Sin embargo, los abonados para 2015 no fueron muchos (Millonarios tenía más sin jugar Libertadores) y no volvimos a llenar en partidos clave. Eran cuartos de final de Copa Libertadores contra Internacional de Porto Alegre y fuimos 20.000 personas. ¿Cómo no íbamos llenar el estadio contra un grande de Brasil en estas instancias? Me preguntaba. Después jugamos la final de la Copa Colombia y no se llenó (aunque el Junior en Barranquilla tampoco hizo lo propio), jugamos la final de la Copa Sudamericana y, aunque el estadio se veía lleno, la boletería no se agotó para ver la final contra Huracán. ¡Qué triste! pensaba yo, no llenamos el estadio en una final continental.
Pero la paciencia se me acabó hace unos días (por eso escribí este artículo) pues jugamos contra River Plate de Argentina, sin duda uno de los equipos más grandes del continente, y no fuimos más de 18.000 personas. ¡Me equivoqué! ni tocando la gloria la hinchada de Santa Fe responde. Ahora no somos los 5000 de siempre, somos los 8000 de siempre, un poquito más, pero no es suficiente, ni corresponde a lo que la dirigencia y los jugadores le han dado a la hinchada.
En redes sociales la gente se queja de los precios de las boletas, de los horarios, del frío, de la lluvia… Pero cuando hay promociones, buenos horarios y buen tiempo, tampoco asisten. Ningún equipo (excepto Nacional) ha hecho lo de Santa Fe en los últimos años. Y sin embargo, nuestro estadio se ve tristemente vacío. Parece que muchos hinchas solo esperaban ver a Santa Fe campeón; saber qué se sentía y, como ya lo vivieron, se desentendieron del asunto.
Santa Fe no tiene el respaldo empresarial de un equipo como Nacional. Santa Fe necesita de sus hinchas y su aporte económico. Si queremos seguir viviendo estos momentos tan bonitos, debemos acompañar más a Santa Fe pues es inadmisible que en el momento más glorioso de su historia, solo 18 mil personas lo recibamos contra River Plate
