Hace casi tres semanas no se sabe del paradero de Juan Sebastián Fuentes de tan solo dos años, a pesar de que la Interpol emitió circular amarilla, la Policía ha desplegado a sus mejores hombres y mujeres, y se han ofrecido 100 millones de pesos de recompensa. Algo preocupante si tenemos en cuenta que según la criminología, las primeras 48 horas son claves para resolver cualquier caso y que las personas que no son encontradas durante el primer mes rara vez aparecen con vida.
Según versiones de los familiares, el pasado 22 de diciembre el niño jugaba en la calle del barrio Quintas de Santa Ana, de Soacha, pero a partir de la 1 p.m. no volvió a ser visto; lo que muestra cierta irresponsabilidad por parte de los adultos.
Aunque su paradero actual es un misterio y esperamos que el niño vuelva sano y salvo a su casa, existen tres hipótesis o líneas de investigación que podemos considerar:
- Accidente
Todos los colombianos somos conscientes de las escasas condiciones de seguridad de nuestros barrios. En este caso, el menor jugaba a escasos 300 metros de una alcantarilla de gran profundidad que conecta con un desagüe que desemboca en el Rio Bogotá.
Por el tamaño de su cuerpo y los antecedentes de la zona, es posible que haya caído en la cañería; un indigente había sido rescatado en el lugar varios meses atrás.
Sin embargo, las autoridades inspeccionaron cerca de 30 kilómetros de redes, utilizando cámaras infrarrojas, robots y más de 100 pelotas con anilina para verificar las corrientes, pero no encontraron nada —aparte del cadáver de otro ciudadano de 30 años de edad, que se encontraba en estado de putrefacción—, Lo que descarta la hipótesis del accidente.
- Secuestro
La hipótesis del secuestro fue la primera en ser barajada, luego de que se descubriera que en las imágenes de una cámara de seguridad quedaron grabados los instantes en que se ve a un bebe de la mano de un hombre de 40 años y una mujer delgada. Al mostrársele el video a la madre del niño, esta afirmó que probablemente era su hijo pues, según ella, la ropa era la misma.
El Coronel José Miguel Correa, comandante de Policía de Cundinamarca, afirmó en ese momento: “Es una pareja que se encontraba pidiendo ropa en cada una de las casas de este barrio. (…) Esta pareja entran como primeros sospechosos porque coincide la hora en la que se pierde Juan Sebastián” (SIC).
A pesar de que la información circuló ampliamente, los sospechosos nunca fueron encontrados. Además, aunque existen casos de raptos similares, son extraños y no parece existir una motivación clara para que dos indigentes rapten un niño a plena luz del día en un barrio popular y nadie de su entorno responda frente a una oferta de 100 millones de pesos, lo que deja mal parada esta hipótesis.
- Ajuste de cuentas o violencia intrafamiliar
En criminología sabemos que la mayoria de los abusadores y maltratadores de niños son conocidos o familiares de sus víctimas. Criminólogos de talla mundial como Margo Wilson han demostrado que es más fácil que lo hieran a uno en su propia casa que un ladrón lo apuñale en la calle más peligrosa de la ciudad.
En Colombia hemos tenido casos como el del bebe Luis Santiago de Chía, cuyo padre, Orlando Pelayo Rincón, apareció varias veces en los medios, llorando y solicitando ayuda a sabiendas que lo había asesinado y su cuerpo estaba abandonado dentro de una bolsa de plástico en una cuneta.
O el caso de Johan Sebastián Rúgeles de 7 años que fue asesinado por su madre, María Eugenia García, quien a pesar de haber dejado su cuerpo abandonado en un potrero de Ciudad Bolívar, posaba como víctima y pedía ayuda a las autoridades. (Aunque su esposo afirmó que se declaró culpable para ayudar a un familiar).
Esta hipótesis también está reforzada por la idea de que nadie ha solicitado la recompensa de 100 millones, lo que descarta el móvil del secuestro extorsivo o de que el niño haya sido plagiado por una organización.
Tal vez por eso, los perfiladores de la Policía y el CTI se han fijado en la familia y sus allegados, tratando de desenmarañar el misterio que se oculta tras una de las desapariciones más enigmáticas de los últimos años en Colombia.
UNA BÚSQUEDA CONTRARELOJ
Esperemos que los más de 800 hombres y mujeres que trabajan arduamente logren encontrar al menor cuanto antes, porque si el caso se “enfría”, es posible que nunca podamos saber lo que le sucedió, como ha pasado tristemente con Madeleine McCann, de quien no se tiene rastro desde el 3 de mayo de 2007, cuando su familia vacacionaba en Portugal. O de Paula Nicole Palacios Narváez, la niña que desapareció, el 28 de diciembre de 2014, cuando salió de su casa para nunca más volver en Buesaco, Nariño.
Todos estos casos nos llevan a reflexionar sobre la fragilidad de los niños y la necesidad que tiene no solo el estado, sino los adultos de protegerlos y cuidarlos, en un mundo en el que muchos de ellos no tienen como defenderse frente a los monstruos de verdad y los peligros que acechan en cada esquina.