‘Soldado avisado no muere en guerra’, dicho que a través de décadas se ha pronunciado en casa del más pobre, hasta en las diferentes sedes presidenciales del mundo entero. Colombia miraba con recelo el anuncio hecho por varios sectores del país de iniciar un paro nacional en busca de ser escuchados y atentidos de manera directa por el gobierno. Con nombre propio, por Juan Manuel Santos Calderón.
Agricultores (arroceros, paperos, lecheros, cebolleros), médicos, maestros y trasportadores; iniciaron desde el pasado lunes 19 de agosto, manifestaciones pacíficas con el único objetivo de llamar la atención del gobierno central. Razones sobran para marchar en cualquiera de los 32 departamentos que conforman este país.
Cada quien con sus argumentos se armó de valor para salir y pasar hambre, frio, sol, lluvia y demás; pero nunca para recibir golpes, gases lacrimógenos e incluso, heridas por armas de fuego de la Policía (ESMAD). También se registró en esta oportunidad, a los “hombres” del ESMAD llegando a casas de campesinos y romper los vidrios de las viviendas para introducir allí los gases que le cortan la respiración a cualquier ser humano. Casas habitadas por niños, abuelos y adultos.
Hoy por hoy, están terminando los impuestos que cada colombiano paga, destinados en contra de sí mismos. Impuestos convertidos en armas, munición y sueldos de policías que agreden, maltratan y reprimen a la población, a esa población que ellos deben proteger.
¿Por qué las protestas?
Cada sector entrega sus razones, por ejemplo: los agricultores colombianos hace años vienen pagando los fertilizantes más caros del continente americano, y uno de los más costosos del mundo. El gobierno lo único que hizo por ellos fue crear a través del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) la resolución 970, que obliga a los productores del campo a comprar semillas certificadas para la siembra de sus productos. Pues bien, las semillas certificadas existentes en Colombia en un 98%, llegan al país, provenientes de los Estados Unidos. Esa resolución se creó por exigencia del señor Barack Obama para la firma del TLC.
Los médicos en Colombia, están artos de la tomadera de pelo por parte del gobierno. La Corte Constitucional se pronunció sobre el derecho a la salud, y dijo que es obligación del gobierno brindarla al pueblo; a lo que el señor Santos y su Ministro de Protección Social, el Sr. Alejandro Gaviria, redactaron una ley estatutaria aprobada por el congreso en su gran mayoría, donde le dicen al colombiano, “sí, le cubrimos su salud pero hasta acá; de ahí en adelante usted paga”.
Los trasportadores del país al igual que los ciudadanos del común, hace tiempo vienen sufriendo y siendo insubsistentes gracias al alto costo de los combustibles; siendo un país productor y una gran cantidad de reserva. Y estamos convirtiéndonos cada día en un “país más justo”.
Y para finalizar, los maestros. El gobierno Santos se jacta de andar entregando miles y miles de millones a la educación, y con voz fuerte afirma que éste es el país que cuenta con gratuidad en la educación. La famosa gratuidad se da de la siguiente manera; padres de familia y estudiantes se turnan la labor de secretariado, vigilancia y aseo con tal y de que los ladrones no se roben lo que hay en los planteles educativos y ahí si quedar en la nada. Para gastos de papelería no hay recursos, y mucho menos para pagar secretarias. Esta es una sola, de la buena cantidad de motivos por las cuales marchan los maestros.
NOTA: Los congresistas de cada región a la cual “representan”, parecen no existir, o simplemente callan para no salir de la crema.
