Lo que está sucediendo en Bogotá es inadmisible. Los ciudadanos sometidos a todo tipo de desmanes frente a una policía a la cual se le sale la situación de las manos. Sin duda, el Alcalde Peñalosa está encerrado planeando la ciudad del futuro pero mientras tanto se le está desbaratando la Bogotá de hoy. Ya ha pasado suficiente tiempo, dos meses y medio, para que se sintiera el cambio pero cada decisión positiva que toma la Primera Autoridad de esta ciudad, termina en problemas porque las soluciones son incompletas. Por ejemplo, la despejada de la avenida de Chile. Todos aplaudimos esta decisión pero los que vivimos en esta zona vemos cómo simplemente los vendedores de comida rápida y en general, el comercio ambulante, se desplazó hacia el sur o hacia el norte de esta avenida.
Esta avalancha de vendedores en las calles
es fomentada muchas veces por las mismas grandes empresas
que podrían ofrecer formas distintas a estos trabajadores
La razón es obvia. La situación del mercado laboral en Colombia no se ha querido aceptar como crítica simplemente porque cualquier cosa se reconoce como trabajo. La informalidad en este país se está volviendo inmanejable porque si no hay opciones de trabajo formal—como no las hay—la gente de ingresos bajos no tiene otra alternativa distinta a lanzarse a la calle donde además, es extorsionada por unos bandidos que se sienten dueños de los andenes y que siguen orondos porque nadie los toca. Esta avalancha de vendedores en las calles es fomentada muchas veces por las mismas grandes empresas que podrían ofrecer formas distintas a estos trabajadores. Pero, quién le dice algo a estos pulpos a los cuales les sale más barato darles limosnas a sus vendedores ambulantes que tenerlos trabajando como manda la Ley. Pero como no hay autoridad… ni nacional ni local. Por ello la solución es muy difícil y el alcalde se precipitó para darle gusto a la galería sin tener una salida real a esta población que requiere sobrevivir, como todo el mundo. Sería bueno que el alcalde se paseara por la calle 85.
A todos los problemas de inseguridad, de tráfico, de transporte, de energía que tiene Bogotá, ahora se le suma la falta de control de las manifestaciones inevitables de la ciudadanía. Algunas justificadas y otras como resultado de falta de Estado, nacional y local, para que responda por sus inquietudes. Ahora que no se tiene la excusa de las Farc, la gente se tomará las calles. Por qué en muchas otras ciudades, Washington DC, por ejemplo, funcionan tanto los taxis regulares como los Uber y no hay ningún tipo de incidentes como los que vimos ayer. Ya no solo da pánico pedir un Uber sino montarse en cualquier taxi amarillo porque igualmente a uno lo pueden bajar y agredir. Claro que Mintransporte tiene mucho que decir pero ¿dónde está el alcalde Peñalosa? Ayer no se le vio ni por las curvas.
Excelente creerse sobrado y tener un buen equipo pero de nada sirve si la sensación de muchos de los que vivimos en Bogotá, es que no aparece el alcalde en momentos críticos. Con mucha pena, pero sentimos que en esta ciudad hay desgobierno. El tema no solo es si al alcalde le gusta o no el metro; si prefiere el Transmilenio por las razones que sea. El tema es que esta ciudad se está volviendo invivible y no se siente la autoridad. Debe reconocerse que de pronto es más fácil ser presidente de Colombia que alcalde de una ciudad dominada por mafias, como la de los taxis; mafias lideradas por individuos reconocidos por todos pero que forman parte de esa categoría de personajes que se consideran intocables en este país. Y esta es parte de nuestra desgracia.
Respetuosamente, alcalde Peñalosa: hágase sentir y no tome decisiones incompletas porque causan más daño que beneficios. Se suponía que las cosas cambiarían con esta nueva administración. Por favor demuéstrelo dando la cara ante problemas tan serios como los que padecemos diariamente los habitantes de Bogotá.
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