En la década de los 80 y 90 una de las series de la televisión colombiana más reconocidas por su comicidad fue Dejémonos de vainas, una producción de la programadora Coestrellas que la escribía el periodista Daniel Samper Pizano y la dirigía el dramaturgo Bernardo Romero Pereiro. Esta tenía algo que se puede considerar premonitorio: uno de los capítulos grabado en 1989 se tituló El año 2020, allí se anticipaba que algo raro pasaría en ese año… ¿Coincidencia?
Y es que uno de los personajes que se destacó en la serie y sobre el que giró el capítulo El año 2020 fue el de la niña Margarita, encarnado por la entonces joven actriz bogotana Marisol Correa. Esta mujer, un día ya lejano de la década de los 90, decidió poner tierra de por medio para radicarse en la Ciudad del Sol, Miami.
“Yo venía constantemente a visitar a mi mamá a Nueva York porque ella vivía allá”, dijo Correa al periodista Héctor Sarasti del programa Testigo Directo de Rafael Poveda que la entrevistó en el número 3715 SW de la Calle 8, de Miami, lugar donde tiene sus dos teatros, el Trail y la sala Katarsis.
Correa reconoció que tenía un sentimiento de querer emigrar pero a otra ciudad en ese mismo país por ejemplo, Miami. Allí la citada persona con el paso del tiempo y luego de muchos esfuerzos levantó parte de sus sueños apoyada por su esposo Jorge Angulo. Con él le dio vida a sus dos teatros.
De sus inicios narró que “aquí he hecho de todo: he limpiado, he trabajado en un restaurante, he sido chofer, he vendido los libros y he hecho cuanto malabar puedo".
Y una prueba de fuego que libró —y libra ella— es con sus dos negocios que como millones alrededor del mundo se vieron afectados por la pandemia. “La situación de la pandemia ha sido el punto de quiebre, fue muy difícil el 2020 para los teatros no tener público, sentí en un momento de que ya no íbamos a poder más”, dijo Marisol visiblemente afectada por la situación que, para su fortuna, dio un cambio radical cuando el gobierno local y nacional destinó fondos para la cultura algo que le permitió seguir adelante.
“La situación era como tan difícil que no tuve oportunidad de llorar porque a penas vi que esto iba para largo dije: la única forma de poder sobrevivir es uniendo las salas de teatros que hablamos el idioma español en la ciudad y hacer una sola fuerza para que las autoridades nos ayuden”, señaló.
“Cuando entraba a la sala y la veía sola, ¿qué pensaba?", le preguntó Sarasti. “¡Devastador!”, respondió Correa. Precisamente el liderazgo que ella mantuvo en la comunidad de salas latinas en esa ciudad permitió que las autoridades voltearan los ojos y apoyaran esas iniciativas particulares.
Salvada la continuidad de sus emprendimientos, Correa sostuvo que hoy las salas siguen siendo lo que siempre quiso: un lugar para que las expresiones artísticas latinas tengan su espacio en Miami. “A mis paisanos, yo lo primero que quiero es decirles que ustedes aquí tienen una casa, un espacio siempre disponible para que puedan realizar su sueño”, dijo esta mujer que pese a todo vela vida en positivo. Precisamente, su hija, Juanita Jhonson, dijo que admira de su madre que pese a las adversidades “siempre ha tenido una sonrisa” para enfrentar los malos tiempos.
“Desde el momento en el que se despierta siempre está sonriendo, buscando una forma para hacernos reír a todos y siempre que escucha un drama empieza a buscar la forma cómica de la historia para poder ponernos una sonrisa en momentos de estrés, cuando hay mucha duda, siempre busca el lado positivo”.
