La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos no ha dejado indiferente a nadie. Día tras día la prensa internacional se refiere al nuevo escándalo o frase polémica de la administración Trump como si fuera un circo político de tamaños desproporcionados, sin embargo y aunque en cierta forma la administración Trump es un acto circense, esta fue una de las razones que permitieron su ascenso a la presidencia, el hecho de que dicho personaje tenga las riendas del país más poderoso del mundo no es motivo de burla. Durante todo el trayecto de su campaña presidencial, los medios de comunicación tanto Americanos como internacionales se dieron a la tarea de minimizar la creciente amenaza del magnate tratándola como una broma de mal gusto y, aún más equivocadamente de igual forma se trató a la creciente masa de personas que iban a representar su fuerza electoral.
El discurso del liberalismo establishment de los Estados Unidos se rebajó al de Trump dejando a la ciudadanía entre la espada y la pared, y es aquí en donde los paralelos entre los ciudadanos de ese país y los colombianos se empiezan a vislumbrar. El principal factor que llevo a la victoria de Trump y que es paralelo en el ambiente político Colombiano es la insatisfacción con la elite política dominante nacional, especialmente de los ciudadanos de clase media, o al menos los que creen ser la clase media “trabajadora”, cuya preocupación principal viene a ser la estabilidad económica que se sobrepone al discurso social progresista que era una de las banderas del partido demócrata de los Estados Unidos, algo que tiene similitudes claras con los lineamientos político sociales de la izquierda democrática en el país. Además de la inseguridad económica, el siguiente factor decisivo en contra del status quo político en las elecciones del pasado 8 de Noviembre era la noción de corrupción que se vive en Washington D.C, y al ser Donald Trump una figura no tradicional en el medio político de la capital, ha terminado por desnivelar la balanza en contra de su contendiente Hillary Clinton que tiene raíces profundas con el lobby del establishment norteamericano.
Estos dos puntos están totalmente alineados con las percepciones de la clase media en Colombia, un total desinterés por las causas sociales del país y una (justificada) falta de credibilidad en el estado, que los invita a mirar a candidatos independientes ajustados a atacar estas inconformidades. Bajo la influencia de los medios de comunicación dedicados a parcializar, podríamos llegar a ver a un candidato de similares características a las del mandatario Americano si no se mira a profundidad a los actores políticos de las próximas elecciones, ya que si algo Trump ha sabido aprovechar de forma esplendida es el saber que son las clases medias las que deciden las candidaturas presidenciales, y en muchas formas la clase media colombiana se constituye ideológicamente como un cóctel con un sabor muy parecido a la de los Estados Unidos.