Les pasó a los Chávez en Venezuela; a los Kirchner en Argentina; a los Castro en Cuba; a los Ortega en Nicaragua.
La izquierda latinoamericana parece tener un denominador común: llegan al poder invocando la equidad social y la austeridad. Y cuando lo asumen se olvidan de ese cuento y se comportan como los peores nuevos ricos. Y con plata ajena.
La revelación que hizo en los últimos días el portal La Silla Vacía sobre los gastos suntuarios en los que ha incurrido Verónica Alcocer, la esposa del presidente Petro, son francamente escandalosos.
Según ese portal, con dineros salidos de las arcas oficiales se le financian a doña Verónica un maquillador personal y vestuarista y un fotógrafo profesional. Asimismo, su mejor amiga y una asesora personal, con sueldo de ministro, están contratados por tres entidades públicas. ¿El objetivo?, encargarse de su imagen, su agenda y compañía. Van con ella, pagados por el Estado, a carnavales, visitas internacionales y a pueblos alejados..
Todos reciben honorarios que van entre los 10 y 30 millones de pesos mensuales y cobran viáticos por acompañar a la Primera Dama en sus recorridos sociales. En este caso el término social aplica más la ‘socialité’ que a la labor social, porque doña Verónica ha demostrado ser más aficionada a la parranda que a trabajar por los más necesitados.
Como la primera dama no tiene presupuesto pues no es funcionaria, los gastos de varios viajes de la comitiva han sido direccionados a través de la Consejería de Reconciliación, despacho que hasta octubre pasado encabezó la catalana Eva Ferrer, amiga de Alcocer, nacionalizada de manera exprés.
Estos gastos extravagantes contrastan con la promesa de Petro de austeridad en el manejo de recursos del Estado. Y la manera en la que se ejecutan se suma a casos como el del bailarín Nerú Martínez, quien fue vinculado a Presidencia con el propósito de mejorar el clima laboral con actividades de salud, pero apareció en un video dándole un masaje privado a Verónica Alcocer, en la casa de huéspedes ilustres de Cartagena.
Pero el problema de doña Verónica no es solo el nuevoriquismo en el que ha caído desde que su esposo asumió el poder, sino su afición de hacer nombrar a amigas o vecinas en algo cargos del Estado, para los cuales no tenían la menor preparación. El caso más conocido fue el de Concepción Baracaldo que llegó a la Dirección del Instituto de Bienestar Familiar, quien de los problemas de la infancia no tenía la menor idea y cuyo único mérito para acceder a ese cargo era ser ‘mompa’ de doña Verónica. Como era de esperarse, el desempeño de doña Concha fue desastroso, al punto de que fue removida del cargo tan solo cinco meses después de haber sido nombrada.
Doña Verónica no ha sido la única integrante de la familia presidencial contagiada por el virus del ‘nuevoriquismo’, la Fiscalía llamó a juicio a Nicolás Petro, acusado de enriquecimiento ilícito
Pero doña Verónica no ha sido la única integrante de la familia presidencial contagiada por el virus del ‘nuevoriquismo’. Al tiempo que La Silla Vacía revelaba los extravagantes gastos de la primera dama, la Fiscalía llamó a juicio a Nicolás Petro, el hijo que Petro no crió, a pesar de era su consentido, acusado de los delitos de enriquecimiento ilícito y lavado de activos.
Según el fiscal Mario Burgos, que lleva este proceso, entre 2020 y 2023 Nicolás Petro tuvo gastos por 1.450’837.434 pesos, mientras que sus únicos ingresos legales provenían de su actividad como diputado, que solo llegaban a unos $280 millones, por lo que $1.053’911 millones son considerados incremento patrimonial injustificado. “Estos son fruto de los constantes ingresos clandestinos de dinero que recibió en efectivo de manera consciente y voluntaria ajenos a su actividad económica”, dijo el fiscal Burgos.
Respecto al delito de lavado de activos, Burgos señaló que desde mayo de 2021 el exdiputado recibió constantemente dineros en efectivo y con el fin de ocultar el origen de esos recursos puso bienes a nombre de terceros.
Por ejemplo, citó la compra de un lujoso vehículo para su expareja, que está registrado a nombre de otra persona, el pago de $600 millones como cuota inicial para la adquisición de una casa en un condominio, entre otros bienes.
El representante de la Fiscalía dijo que que Petro Burgos recibió cuantiosas sumas de dinero de personas cuestionadas como Samuel Santander Lopesierra, Óscar Camacho, Camilo Burgos, Máximo Noriega, entre otros y los guardó en fajos “en bolsos, maletas, morrales, en la parte de arriba de su clóset...”
El destino de esos recursos era la campaña de Petro. Lo que no se sabe aún es si parte de ellos tuvieron ese destino o si todos se los embolsilló el hijo negado.
Si bien los casos de Verónica Alcocer y de Nicolás Burgos son diferentes, porque a la primera no se le ha imputado ningún delito, hasta ahora, mientras Nicolás tiene un pie y medio en la cárcel, las situaciones tienen un elemento en común: el deslumbramiento de ambos con la plata que les llegó al asumir el poder o para acceder a él.
Lo que sí es cierto es que mientras el país se derrumba, los Petro han andado de rumba.