No es de mi complacencia referirme a estos temas, pero, como se ha convertido en el festín de muchos… haré una excepción.
Al unísono, muchos desearon que esta mujer entrada en años, sirviera de chivo expiatorio y “ejemplo de justicia”, siendo condenada por las palabras proferidas en contra de la vicepresidenta…
Finalmente, fue perfilada, imputada, aceptó los cargos y recibirá condena en mayo próximo.
De esto, se desprende un ánimo justiciero. Ignorada la doble moral y culpa de otros. El discurso de doña Fabiola, no es ajeno al de: “bala es lo que hay”; a, las vociferantes diatribas de muchos de su línea de pensamiento, en contra del gobierno y su equipo de ministros.
A las salidas en falso de la Mafe y su sirviente; y, al rifirrafe de calumnias y difamaciones que se pasean orondos por los pasillos del congreso y las redacciones de los grandes medios de descomunicación a sueldo.
La pregunta es: Si, doña Fabiola es, o no es, el resultado del discurso promovido desde las huestes moleculares acérrimo y locuaz. Solo que, tuvo tan mala suerte de ser pobre y además, tener una cámara captándola, porque, lo que ella dijo, no es otra cosa que el desprecio natural de muchos en Colombia.
¡Justicia! dirán algunos, satisfechos de la condena a esta mujer, pero, para cuando la de los inteligentísimos, más protervos, que además, gozan de inmunidad para calumniar y vociferar a sus anchas, apalancados en micrófonos a su servicio.
Y, entre todos ellos, el sirviente de la Mafe, que no ha sido menos que doña Fabiola. Es más, la supera de largo, porque, su discurso es mucho más amplio, irracional y vociferante. Incitador y virulento, como resultado del libreto que le imponen.
Abandonada a su suerte doña Fabiola -suerte que le espera al sirviente que no se define entre indígena y afro- como ha sido costumbre y desgracia, de quienes bien han servido al diablo, pues, no hay un equipo de abogados en favor de doña Fabiola, ni apareció en la escena Granados.
Para pensar un poco… Sí, de mi dependiera, voltearía el juicio y la sentencia de doña Fabiola, apuntando hacia los promotores, que los aúpan y los aplauden.
Estos son más culpables, que los culpables, de la proliferación de doñas fabiolas, abuelas uribistas; y, cuánto mal llamado “activista”, que se promocionan en las redes y que, les espera un destino parecido, de manos del fiscal molecular. Como para que no se declaren: “perseguidos políticos”.