No voy a iniciar esta misiva diciendo el popular "apreciado señor", claro que no, yo a usted no lo aprecio. Así que vamos al grano.
Señor Timochenko, yo no sé por qué usted no lo entiende: aquí no hay ninguna campaña de odio. Déjeme contarle que no comparto las agresiones a su persona y a su equipo; pero entienda que si lo están agrediendo en las diferentes ciudades que visita por estos días es porque usted y su gente solo están recogiendo lo que sembró las Farc durante décadas de extorsión, chantaje, boleteo, secuestro, tortura y muerte de miles de colombianos.
Ah, ¿que son las autodefensas? Despierten... Yo no las defiendo, son unos sanguinarios; pero no podemos olvidar que las autodefensas fueron paridas por el cansancio de los ganaderos, agricultores y esmeralderos, quienes se cansaron de ser extorsionados por ustedes los de las Farc.
Ah, ¿que es el Centro Democrático? Mentiras... No se necesita ser miembro del CD ni ser uribista para entender el dolor que las Farc sembró en el campo y en la ciudad, donde dejaron miles de huérfanos y viudas a quienes despojaron de sus tierras.
Ah, ¿que las farc tiene derecho a hacer política? Claro… Eso es válido según el acuerdo del Colón. Acuerdo que por cierto se deslegitimó en el plebiscito del 2 de octubre y aun así se le impuso a los colombianos. Pero no por eso, señor timochenko, puede esperar usted que la gente le tienda tapete rojo a donde vaya.
Finalmente le recuerdo sus burlas a los colombianos; por ejemplo, los fallidos diálogos del Caguán, que ustedes convirtieron en la puerta al control del narcotráfico en Colombia. O la ironía y desprecio que ustedes mostraron por los colombianos cuando Iván Márquez y Seusis Pausivas Hernández, mejor conocido por su alias 'Jesús Santrich', nos cantaron su famoso "Quizás, quizás" en la Habana. Y todo esto sin contar que pasaron impunes de terroristas a candidatos políticos.
Señor Timochenko... Dígame y dígale a los colombianos cuál es la campaña de odio de la que tanto usted se queja.
Don Timo, le recuerdo que uno solo cosecha lo que siembra, y el odio y desazón que usted y su gente sembró en Colombia va a tardar muchos años en sanar.
Vea, don Timo... Es hora de dejar la arrogancia, de agachar la cabeza y entender que usted y su gente hicieron daño. Sanar ese daño requiere de tres palabras que ustedes siguen ignorando: verdad, justicia y reparación. Solo cuando estas palabras se apliquen, podrá usted levantar la cabeza y decir sin un ápice de vergüenza que está listo para merecer esta segunda oportunidad que Colombia le ha dado.