El próximo 29 de mayo, los colombianos acudiremos a las urnas para depositar el voto por el candidato, que, a nuestro criterio, cumple con las expectativas que tenemos para que el país sea otro, diferente, para una vida digna y mejor para todos.
La campaña que vivimos ha estado signada por todo tipo de acusaciones, improperios, y dardos, lanzados desde todas las agrupaciones que respaldan a su candidato.
Tampoco las amenazas contra la integridad de los participantes en la contienda han faltado, así que llegaremos a las urnas con grandes expectativas, con temor, pero con la esperanza aún como bandera.
En medio de las más estruendosas denuncias sobre corrupción, con un trasfondo de balas y de sangre, con acciones de muerte en contra de la población; con miles de colombianos invadidos de desengaño y golpeados por el sinsabor de un gobierno que muchos quieren que acabe de una vez por todas, castigados con los altos índices de desempleo, y con las expectativas de qué irá pasar el próximo 29, los colombianos llegaremos a las urnas a dejar constancia de nuestro querer, de nuestro sentir.
Es cierto que hay gran desconfianza respecto a la Registraduría quien es la encargada de la organización y emisión de los resultados finales, pero, con un antecedente vergonzoso por el gran número de votos mal contados en las elecciones legislativas.
Así y todo, llegaremos hasta las urnas para ejercer nuestro derecho al voto, para tratar cerrar una brecha a la ansiedad que camina en muchos de nosotros, para buscar una rendija por donde escape la desesperanza que nos agobia y en la confianza de que nuestra decisión, unida a la de muchos colombianos, propiciemos una nueva Colombia en la que no sea tan evidente la desigualdad, la falta de oportunidades, en donde haya un poquito de esperanza para los sueños que tenemos.
Muchos colombianos, estamos convencidos que el despelote social, la corrupción entronizada desde años, la impunidad que anda victoriosa, los ladrones de cuello blanco que pululan, la ineficacia de las leyes, el fiasco que son quienes nos representan en el Congreso, no son fáciles de acabar por la rara virtud que tenemos de aguantar todo, de ser impermeables a pensar el voto, de soportar con resignación que vapuleen nuestra humanidad, de no hacer nada ante quienes dilapidan nuestros impuestos, de no protestar para que no sieguen nuestra vida y la de quienes nos rodean, y de creer que el exilio, la búsqueda de oportunidades en el exterior, es la única opción de progreso para nuestras existencias.
En todos los rincones de Colombia tendremos la oportunidad de salir a escoger a quien regirá los destinos de nuestra nación pensando en nosotros tantas veces engañados, tantas otras desilusionados, pero sabiendo es con nuestro voto que tenemos la oportunidad para la Esperanza en un futuro mejor para todos.