No son hechos menores los que están sucediendo actualmente, y lo que es evidente es que los colombianos los están registrando con gran preocupación. Muchos eventos recientes parecen el regreso a una historia muy dura que el país quisiera creer que ya pasó. A muchos nos gustaría pensar que estos solo son episodios penosos que ha vivido esta sociedad. Pero, desafortunadamente hay señales muy evidentes que se pueden interpretar como si la mirada al futuro se hubiese nublado generando gran desasosiego. Por consiguiente, es fundamental señalar este inminente peligro, tantas veces como sea necesario, para evitar que se vuelva una verdad irreversible.
Lo primero que debe señalarse son esas palabras inexplicables del ministro de Defensa frente al asesinato de Dimar Torres Arévalo, reinsertado de las Farc que estaba en pleno proceso de integrarse nuevamente a la sociedad. La irresponsabilidad del ministro Botero no tiene nombre, pero son sus palabras las que vienen al caso, cuando lo que dio a entender claramente es que los asesinatos, cuando son responsabilidad de un miembro de la Fuerza Pública, deben tener explicaciones. Sin duda esta misma idea fue la base de uno de los episodios más graves del conflicto armado, un episodio que aún no ha recibido ni las aclaraciones, ni las compensaciones ni todo el castigo que se merece. Se trata nada menos que de los falsos positivos. ¿Será ministro Botero que usted cree que es aceptable volver a ese penoso pasado? No crea que sus palabras las disipará el tiempo, porque gracias a ellas usted volvió a crearle pánico a muchos colombianos.
Pero hay más. Las chuzadas a miembros de las cortes, en esta ocasión enfocados en magistrados de la Corte Constitucional que maneja el tema más espinoso que tiene el gobierno en sus manos, las objeciones del Presidente Duque a la JEP. El fiscal general de la Nación, a quien nadie le cree y quien le sirve al uribismo, no hace sino dar señales confusas que de todas maneras reviven otro de esos hechos inconcebibles que se creían eran parte del ayer. De nuevo, una manera oscura, perversa de actuar por parte de quienes ejercen algún tipo de poder, que además de generar inseguridad, da la sensación de que se repite esa manera oscura ya vista anteriormente de tratar de acallar voces, de forzar decisiones por parte del poder judicial.
Y para terminar con uno más, cuando seguramente se podrían identificar más hechos, el claro regreso a la mermelada del gobierno, en uno de los episodios cruciales en los cuales el país ha estado en vilo por varios meses. Faltó un voto en las cuentas del Centro Democrático para objetar las pretensiones del gobierno con respecto a la JEP y curiosamente ese voto era de una senadora a la que le nombraron una persona cercana en un cargo en el gobierno. Al escuchar sus explicaciones, en la radio, es evidente que se trata de una acción rápida del gobierno a la que se prestó diligentemente su ministro de medio ambiente, para evitar la decisión que el gobierno no quiere. Semejante voto se sacrifica por un puesto; es decir la mermelada que tanto ha criticado el gobierno, cuya muerte ha sido la bandera del presidente Duque para demostrar que hará una política distinta, se revive de la peor forma.
El fiscal Martínez, a quien nadie le cree y quien le sirve al uribismo,
da señales confusas que de todas maneras reviven
uno de esos hechos inconcebibles que se creían parte del ayer
Estos hechos puntuales deben enmarcarse probablemente en un contexto aún peor: los discursos del Centro Democrático en el Senado para impedir su derrota cuando el tema de la JEP eran sobre ese pasado que dividió el país entre el Sí y el No. Además, con esa dosis de odio que tiene saturado, no solo quienes apoyamos el sí, sino a gran parte de este país que quiere cerrar una página y empezar a construir. La pregunta que muchos nos hacemos es ¿cómo vamos a avanzar con esa inmensa barrera aferrada a un momento de la historia que solo un sector considera que debe preservarse?
El espectáculo de la última semana se suma a las anteriores, en las cuales solo tristeza y frustración se siente. Lo más grave es que el gobierno vive en la nube, y solo repite que no entiende como dice la vicepresidenta por qué se quejan los colombianos si todo esta tan bien.
Que tristeza ver un partido de gobierno que no aterriza, que se empeña en anclarse en el pasado y en ese conflicto armado que tanto duele. Viven declarándole la guerra a quienes no están con ellos y lo hacen con una vehemencia que asusta.
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