“Hoy es el día de mi boda y estoy feliz, pero también debo confesar que siento un gran temor, recuerdo a mis tías que la desdicha y el maltrato de los hombres nos acompañaron de generación en generación“. Así comienza el documental de la colombiana Emilce Quevedo que concursa en la edición 32 del festival de cine de América Latina de Biarritz, Francia.
El augurio no se cumplió con su pareja y tras 13 años, el matrimonio sigue solido y feliz. 13 años son los que la directora ha invertido para terminar lo que es más que un documental, en su caso es un retrato de familia, siguiendo los últimos meses de su abuela y sus tías, escuchando los relatos de los maltratos que recibían de sus maridos. La directora relata a este periodista que “es un momento intimo de todas las mujeres, como un momento que nos regala la vida para poder hablar de las historias que nunca se contaron.” Continúa desgranando el guion “mi abuela empieza a hablar de como fue la relación con mi abuelo, de intentos de abuso sexual por parte de su hermano, esos temas que son dolorosos pero que cuando se atreven a hablar nos damos cuenta de que son muy comunes.
La directora santandereana no quiere dar únicamente una idea triste del pasado de su familia, aprovecha para mostrar posibles soluciones que ayudaron a estas mujeres, su abuela y sus tías, a evitar los maltratos, explica que estas mujeres “vivían en regiones muy aisladas, ese machismo en el campo se repitió mucho, ellas mismas con el tiempo se ve que se atreven a separarse, se atreven a huir, dan el paso de ir a la ciudad y se atrevan a hablar de sus dolores, a contar lo que pasó, a dejar el silencio, porque nos hace daño guardar silencio”
Este cambio cultural, social, de mentalidad, de respeto, que la propia directora experimentó con su matrimonio, se debe, según declara Emilce “a que pudimos hablar y compartir, hace unos años seguía pasando el maltrato intrafamiliar en las fincas, con mis tías, pero ellas empezaron a contarlo a las otras hermanas, y las otras hermanas también empezaron a empoderar y a decir “no, vaya y denuncie, o váyase”.” Asegura que, en otros casos, ese cambio se debe a que las mujeres “fueron a la ciudad, donde hay más lugares donde ir a denunciar, hay más personas o comunidades que te pueden acompañar. Y no estás solo, cuando estas en una finca, a 7 horas del pueblo, te sientes como abandonado”.
Esta película, al ser independiente, hablar de los derechos de las mujeres y tan familiar, fue complicada de levantar, en palabras de la directora “tiene que trabajar mucho para continuarla y terminarla” a pesar de ello, tuvieron un apoyo inicial “un fondo del desarrollo del cine colombiano”, una vez que estaban rodando tuvieron otros apoyo “un apoyo de postproducción del gobierno de Colombia” que fueron vitales para poder terminar el proyecto, “en la mitad hubo mucho trabajo, de parte mío y de mi hermana, con dos campañas de Crowdfuding donde mucha gente nos apoyó y salió una película 100% colombiana”
El próximo 29 de septiembre se sabrá si el film consigue un premio en la gala de clausura del festival de cine de América Latina de Biarritz.