Hoy es un día especial para nosotros los docentes de Colombia: para todos, incluyendo a los del sector privado. Hoy es cuando demostraremos de qué estamos hechos. Hoy cuando somos amenazados e intimidados por el gobierno, vituperados en las redes sociales por unos cuantos inconscientes que no conocen nuestra labor en una sociedad donde el profesor es una figura de poca monta, casi que una profesión infravalorada y desprestigiada, lo cual tampoco es casual.
Mucho se dice de nosotros, pero la realidad está en las aulas, en los campos, veredas, barrios marginales y en los lugares más inhóspitos donde educar se constituye en un desafío y en una labor titánica y casi utópica. Si hay alguien que conoce los pecados, descuidos y el abandono de estos gobiernos, somos los maestros, nosotros somos testigos de cómo nuestros niños, carentes a veces de las condiciones mínimas para enfrentar un proceso educativo, se ven enfrentados a sortear las situaciones más desafiantes que alguien pueda siquiera imaginar; a sobreponerse a ello y a asumir su proceso educativo quizás no de la mejor manera.
Abandono, maltrato, falta de amor, y la más terrible: desesperanza, cosas para las que nuestro precario sistema no ofrece verdaderas alternativas de solución. Una educación que se basa en unos estándares irreales, que masifica y homogeniza. Que reduce toda la problemática a los resultados que se puedan obtener en unas pruebas, desconociendo todo lo que ocurre en la vida de los niños y los jóvenes, su soledad, su frustración.
Este sistema educativo no se interesa en realidad porque los niños y jóvenes tengan una educación de calidad porque no le preocupan sus condiciones de vida, su alimentación, su adecuado desarrollo. Es una falacia absoluta afirmar que las ayudas o becas que brindan están al alcance de todos; no puede ser cierto cuando el sistema educativo no brinda garantías para que todos los jóvenes y niños puedan acceder en igualdad de condiciones a ellas y lo digo porque aquí no hay políticas integrales que los acojan y les brinden las garantías anteriormente mencionadas.
Aquí toda la responsabilidad nos la endilgan a los profesores quienes debemos encontrar un punto medio entre lo que exige el ministerio y sus políticas de turno, y la realidad y contexto de nuestros estudiantes. Una realidad por cierto llena de complejidades y desafíos. Tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos y la asumimos, pero no somos dignificados por ello. Al contrario, hoy es cuando somos humillados por una ministra y un séquito de funcionarios que nunca han estado enfrentados ni mínimamente a una verdadera aula de clase con un promedio de entre 35 y 40 estudiantes (o más), con mil problemáticas a las que debemos atender.
Un equipo de tecnócratas que ven la educación desde una perspectiva funcionalista y utilitarista, para los cuales lo importante es mostrar cifras, cifras que no reflejan la verdadera situación de la educación, cifras que no nos reflejan porque están pensadas desde una lógica reduccionista y efectista, pero que no se ocupa de los problemas de fondo. ¿qué sacamos con mostrar que hay un número de niños matriculados? Solo decir que ellos permanecen en las aulas, pero ¿bajo qué condiciones?
No sé si sepan el grado de violencia que se vive en los colegios actualmente, problemáticas que pasan por el bullying, embarazo adolescente, drogas, etc. y que generan, además de nuestros estudiantes, en nosotros, una sobrecarga y unos niveles de estrés considerables. Pero cuando vamos a hacer uso de nuestro servicio médico resulta que tampoco funciona. Creo que hoy es un día especial, un día para reivindicarnos como los luchadores tenaces y esforzados que somos, hoy no nos podemos dejar intimidar, hemos librado batallas personales, allá en nuestras aulas, solitarios y frustrados; pero hoy estamos juntos, hoy vamos a decirle a la sociedad y al gobierno que nuestra lucha no es por un sueldo, no.
Nosotros sabemos que debemos ganar mejor, pero más que eso, queremos que las condiciones de la educación, de nuestros niños y jóvenes sean mejores porque así nos dignificamos también nosotros, porque así sentimos que nuestra lucha no es en vano. Somos importantes porque educamos, porque les damos a nuestros estudiantes herramientas para ser, no solo cifras, ni un parámetro sino personas. Demos un ejemplo de ciudadanía, de dignidad y de fortaleza, así también educamos ¡Hoy es cuando!