Hace ya algún tiempo que el Departamento Nacional de Planeación, el DNP, dejó ser ese departamento administrativo que muchos consideraban el superministerio. Las razones eran obvias porque le correspondía esa tarea inmensa de delinear el norte de cada gobierno y de hacerle el seguimiento al desarrollo de esas metas. Era tradición que se nombraran por lo general personas con mucha trayectoria en la administración pública y por ello durante muchos años llegaron personas que ya habían sido ministros. Cuando se trata de coordinar prioridades con carteras de distinta naturaleza e intereses muchas veces en conflicto, era obvio que para alguien que no tiene esa trayectoria fuera muy difícil coordinar a los jefes de distintas áreas.
Uno de los primeros cambios que nadie ha evaluado hasta ahora y por consiguiente no se han medido sus consecuencias, fue haberle quitado la política social al DNP y haber creado una entidad a cada problema social con su respectiva población. Si el tema es pobreza le corresponde al DPS, si se trata de las personas en situación de discapacidad va a la Consejería en Palacio, si es menor entonces le corresponde a Bienestar Familiar y si es mujer a la secretaria de la mujer. Esa dispersión no la coordina nadie y sus resultados son obvios. Pero además igual o más grave aún, el principal problema es que varios gobiernos han despreciado la planeación y solo creen en la microgerencia, como Uribe y Duque.
En este gobierno por ejemplo el director saliente descubrió los temas sociales en medio de la crisis y su prepotencia infinita le impidió reconocer sus limitaciones. Pobrecitos sus funcionarios muchos con muy alto nivel. Ahora llegó a ese cargo Alejandra Botero Barco, con muy buena preparación académica, pero sin la trayectoria necesaria para negociar con ministros. Ingenua por lo menos aparece en sus primeras declaraciones porque con semejante gobierno, con esos ministros tan flojos y sin voz de mando, lograr el 85 % de las metas del Plan de desarrollo en 11 meses es un sueño más que una posibilidad. Por ejemplo, pensar que las mismas estrategias que se desarrollaron durante los últimos treinta años en Colombia y que no lograron bajar el desempleo y la informalidad, ahora, con la Misión de Empleo de Santiago Levy que es lo mismo, van a crear 400.000 empleos, es ingenuidad, inexperiencia o las dos cosas.
________________________________________________________________________________
Pensar que con la Misión de Empleo de Santiago Levy van a crear 400.000 empleos, es ingenuidad, inexperiencia o las dos cosas
________________________________________________________________________________
Es una verdadera pérdida para el país en momentos tan complejos que se subestime de esa manera al DNP que antes se consideraba como el superministerio, el que le daba órdenes por lo menos coordinaba a los otros con miradas parciales del país y de las responsabilidades que se deben asumir como gobierno. Se sigue con la obsesión de Minhacienda de quedarse con el presupuesto de inversión del Estado que maneja Planeación y con estos funcionarios sin el peso especifico requerido se les facilita esa idea que sería desastrosa para el país. El problema es la gente, hoy 72 % pobre o vulnerable y eso a Minhacienda le importa poco, como lo ha demostrado siempre.
Nadie niega que la nueva directora es una mujer formada en buenas universidades y además cumple con un requisito en este país arribista de ser nieta de un expresidente, además muy respetado como fue el presidente Barco. Pero le faltaban varios hervores para manejar ese cargo, pero así se hace en estos gobiernos que no valoran el poder real que debe tener el DNP. Pero habría sido una sorpresa positiva que al final de este gobierno se hiciera algo que no se hizo al principio.
E-mail [email protected]
