La triada educación, innovación e investigación es la autopista hacia el desarrollo regional. Rezagos tan grandes en indicadores sociales, económicos y en materia científica y tecnológica ameritan el énfasis de la sociedad en el conocimiento en todas sus formas. La Guajira es un lugar privilegiado para la investigación por la diversidad humana y del territorio. La educación ha carecido de un proyecto societario guajiro con una visión prospectiva larga hacia un orden deseado. La universidad que queremos no puede ser diferente y aislada de la Guajira que tenemos.
Ha faltado articulación entre el accionar de la universidad y el contexto regional, en su pasado, presente y futuro. No ha logrado ser el faro que ilumine el camino del desarrollo, preparando su capital social y humano como es su razón de ser. Apenas se asoma la universidad como tal a los diferentes espacios sociales. El plan de desarrollo de la Universidad, es decir su academia, investigación y proyección, debe moldear ese plan guajiro. Lo existente es una consecuencia de la poca visión de la sociedad regional reflejada en la educación.
No existe una apropiación científica que permita engranar el aparato productivo regional a la cadena de valor completa desde la generación de una cultura temprana para la investigación en los niños y jóvenes estudiantes de básica, media, superior y la formación de alto nivel. Esta debilidad en la focalización de la conducción de la educación superior en la Guajira se refleja en varios aspectos; verbigracia, somos un departamento minero, pero en el pasado fuimos comercial y agrícola y bueno ¿dónde ha estado la educación?
La población y el territorio son temas que no han sido abordados a profundidad. Carecemos de disciplinas que estudien las potencialidades del recurso humano, como sociología y antropología. No es simplemente que sepamos quiénes somos, sino qué significa lo que somos para nuestra vida misma. Por otro lado, no se vislumbran programas de ingeniería pesquera, portuaria o agronómica o de química pura para el procesamiento de los derivados de la sal y el carbón, o de física pura para el aprovechamiento de las energías eólica, solar y mareomotriz.
La universidad de la Guajira ha venido creciendo de manera acelerada en el sentido de apertura a nuevos campos del saber sin conexión con la realidad. ¿Cómo es posible que se haya abierto derecho, siendo Colombia el segundo país en el mundo con el mayor número de abogados? Además, ¿con el academicismo anquilosado en lo tradicional y el bajo nivel académico que nos caracteriza qué tipo de abogados graduaremos? No podemos confundir el crecimiento de base cuantitativa con el desarrollo; definitivamente lo contundente es lo cualitativo, ante todo.
Bastante lejos se está de analizar la topografía, la geología o la posición geográfica, por no hablar de la geopolítica del departamento desde su holística y su inserción en un mundo globalizado, desde su integralidad. La Universidad de la Guajira no se ve con un nivel de pertinencia aceptable para potencializar nuestro departamento y hacerlo cada día más autosostenible y que vaya camino al desarrollo en todos los aspectos que se necesitan. Se requiere repensar al alma mater para abrir facultades y programas que se parezcan a esta tierra.
¿Qué han arrojado los dos programas banderas y más antiguos, administración de empresas e ingeniería industrial? No hay industrias en el departamento, no somos dueños de enormes cantidades de empresas. Nuestros miles de egresados no son parte del mercado laboral de las multinacionales en el territorio. ¿Dónde están ellos y qué hacen? Es tiempo de revisar el accionar de la universidad. Desafortunadamente no ha logrado impactar al medio guajiro de una mejor manera para reivindicar todas y cada una de sus necesidades, problemas y falencias.