La función del cerebro reptil es salvar la vida. ¿Cuál? La del reptil sin importar su “familia” porque este concepto no existe en su evolución de conciencia. Por eso los reptiles llegan a comerse a su cría y viven solitarios sin una pareja. El cerebro evolucionó del reptil al mamífero (límbico). ¿Para preservar qué vida? La mía y la de “los míos”. En términos de procesamiento, se requería un cerebro mucho más potente para seleccionar un compañero adecuado, compartir el alimento, proteger y criar a los pequeños hasta crear vínculos de por vida como en los pingüinos.
Finalmente llegamos al cerebro humano (neocortex), ¿para proteger cuál vida? La de todos. Esta cualidad es la que nos diferencia de toda la creación: somos el único ser en la Tierra que puede preocuparse por todos. Nuestro cerebro tiene la capacidad de identificar a cada persona como única pero al mismo tiempo de darse cuenta que todos somos lo mismo.
‘Ser humano’ no es otra cosa que darme cuenta que no hay diferencia entre otra persona y yo. Es darme cuenta que el color del a piel, la estatura, la nacionalidad, la religión, los apellidos son cosas secundarias a lo que realmente somos todos: humanos. Un mamífero protege su cría, pero no la de otro. En cambio, un humano puede escoger no solo proteger a sus hijos sino a todos los hijos. Cuando logro verme a mí en el otro y al otro en mí, me relaciono desde nuestra humanidad para que las necesidades y los sentimientos del otro sean igual de importantes a los míos.
Por lo tanto, disculparme por chat es ponerme por encima del otro, dejar de ser humano y dar un paso atrás en mi evolución. Hay personas que realmente no quieren disculparse, ya sea porque sienten que no deben hacerlo o porque consideran que el otro no se lo merece, pero que igual mandan el chat por “cumplir” y tener la “prueba” para que si les reclaman ellos puedan decir “pero si te escribí, mira”… ¡Hipócritas!
Hay otros que sí quieren disculparse pero toman el camino fácil por miedo, orgullo o comodidad. Disculparse por chat es como decirle a un amigo que vaya y lo haga por uno porque no tengo la valentía para hacerlo yo mismo. Es decir, para darle un beso a mi novia sí voy yo, pero para reconocer que me equivoqué mando a otro... ¡Cobardía!
Existen ambos tipos de personas porque en la casa y el colegio enseñamos muchas veces todo menos lo esencial. Enseñamos inglés, francés, mandarían, a usar Excel, tocar guitarra y a jugar golf, pero no enseñamos lo esencial: a ser humanos. Sin inglés puedo vivir en armonía, ¿pero podré hacerlo sin nunca disculparme de verdad? Inculquemos esto en los niños (y adultos).
El objetivo de enseñar todo esto no es juzgar o criticar o que el niño (o adulto) se sienta mal o para castigarlo, sino todo lo contrario, para que sea una oportunidad para acercarse a los demás y a su propia humanidad. Si no hay humildad en mí, no puedo experimentar la Unidad. Y si quien recibe mi disculpa no me escucha o me juzga o busca hacerme sentir mal, ya es problema de esa persona ponerse por encima mío y alejarse de su humanidad. Mi responsabilidad es acercarme a mi humanidad, ya verá el otro si recibiendo la disculpa evoluciona o da un paso atrás.
Whatsapp nos está volviendo exageradamente cómodos y nos alejamos de nuestra humanidad. El problema del chat es que escribir “lo siento” y pulsar ‘enviar’ es demasiado fácil y por eso dejamos de enfrentar la realidad. ¿Acaso mandar un beso por chat es realmente darlo? Quién crea que sí se autoengaña.
Equivocarnos es humano, pero es todavía más humano disculparnos. Es el acto más noble y más perfecto si lo hacemos bien.
@acardenas999