Los hechos tuvieron lugar en el restaurante Taquino, de Medellín, donde un señor de apariencia humilde y campesina fue rechazado por quienes atendían el establecimiento, todo porque se atiende "dependiendo del cliente".
El caso provocó que otra clienta llorara al ver un acto de estos en pleno siglo XXI.
Cientos de usuarios han compartido los videos y han manifestado su indignación en el fanpage del restaurante.
Hoy me tocó vivir un momento lamentable y repugnante en un restaurante llamado en Manila - El Poblado. ¡No! no me salió un pelo ni una cucaracha en la comida; la verdad lo hubiera preferido. Me senté a almorzar con un amigo, compañero de oficina en un establecimiento de menú ejecutivo cerca a nuestro trabajo, mientras comíamos llegó al lugar un Don José un señor de edad, muy bien presentado con sombrero, pantalón, camisa de botones, guitarra y mochila; se dispuso a cantar con todo el sentimiento “Mamá vieja” de los Visconti y nos generó una inmensa ternura. Mi compañero se ofreció a invitarlo a almorzar y le dijo que se sentara y pidiera tranquilo. Inmediatamente llegó la mesera y le dijo que ahí no se podía sentar que si le íbamos a pagar el pedido, él debería llevarse el almuerzo y comer afuera. Pensábamos que era un mal proceder de la mesera y le pedimos llamar al administrador; llegó una señora (no sé si dueña) a rectificar lo anterior y comunicarnos que era una orden; Don José no era apto para comer en su restaurante, que por cierto estaba vacío. No se le dio una pizca de pena discriminando al señor en su cara. Él un hombre decente, padre de tres hijos, bien vestido, valiéndose de una guitarra y sus canciones para vivir. ¿Qué daño le hace al mundo que se siente a almorzar? ¿Qué diferencia tiene él con el resto de comensales? ¿No se supone que personas como Don José son las que admiramos; un hombre trabajador, decente, artista, humilde, campesino; así como vestimos con orgullo a nuestros niños el día de la “antioqueñidad” evocando un hombre como él se disfrazan nuestros políticos para hacer campaña y lo tienen plasmado nuestra más grande marca de café pero la doble moral hace que cuando lo tenemos en carne y hueso lo pisoteemos y humillemos.¿Por qué será que creemos que valemos más o menos por cómo nos vestimos o por lo que ganamos? Hablamos de igualdad, equidad y un montón de carreta pero en eventos cotidianos cómo sentarnos a la mesa nos creemos de otra categoría. No me podía quedar callada, no me quiero quedar callada, me dolió muchísimo ver cómo estamos llenos de m**** por dentro. Si seguimos así esto nunca va a cambiar, si seguimos tolerando y justificando la discriminación, si seguimos dándole más valor a ciertos clientes y personas por su poder adquisitivo no valemos nada como seres humanos. Lo único gratificante de este momento tan lamentable fue ver cómo muchos clientes no fueron indiferentes; apoyaron a Don José, pidieron sus cuentas y se retiraron de ese sitio.
Posted by Valeria Lotero on Monday, May 7, 2018
Posted by Valeria Lotero on Monday, May 7, 2018