El avance del mundo en tecnología, comodidad, bienestar y todo lo que hace la humana condición, como la otredad, el respeto por las minorías o, por las antiguamente denominadas minorías, tiene un centro de negación que, sin duda, se debe poner de resalto; las noticias, así nos parezcan increíbles y, en la hora actual, hasta odiosas, dan cuenta de semejante desventura; sí, señoras y señores, como dice el segmento de un noticiero nuestro: Qué tal esto: “Lo ocurrido este fin de semana en Charlottesville (Virginia) –donde hubo fuertes disturbios en medio de protestas de neonazis y supremacistas blancos– puso en evidencia que los fantasmas del racismo, la intolerancia y la xenofobia están más vivos que nunca en Estados Unidos. Ilia Calderón, una periodista de origen afrocolombiano al servicio de la cadena hispana Univisión, es hoy una víctima de la violencia y el odio que amenazan con posarse nuevamente en Norteamérica. (…)
En diálogo con la emisora Blu Radio, Ilia Calderón admitió que tuvo miedo durante la entrevista y manifestó que se ofreció a hacerla por lo que representa, “una mujer, negra, hispana e inmigrante”. “Como parte de las reuniones editoriales veníamos discutiendo los incidentes de odio que se habían presentado y cómo, del 2016 para acá, estas personas y estos grupos se sienten con el derecho de levantar su voz más alto, quizá respaldados por un presidente con un discurso muy débil al respecto”.
No es la excepción, se trata de las políticas, sí, políticas de gobierno, que se están convirtiendo en políticas de Estado, para excluir, separar, romper diques de tolerancia, de aceptación.
No es la excepción, se trata de las políticas, sí, políticas de gobierno,
que se están convirtiendo en políticas de Estado,
para excluir, separar, romper diques de tolerancia, de aceptación.
Los muros, la segregación, el retiro de beneficios en salud, en educación, en acceso a la justicia que llevan a encontrar un mundo roto, que trata de imponerse a cuenta de lo que se puede decir, dejó la guerra fría.
En pleno siglo XXI, el mundo siendo espectador, sufriendo el escalofrío de posturas que fueron, o se esperaría hubiesen sido, abolidas; desde la libertad de los esclavos, pasando por la igualdad de derechos, hasta las manifestaciones de igualdad, no por la igualdad misma, sino porque se sabe y se entiende que existe una realidad de desigualdad que ha de ser curada con las posibilidades de encontrar intensas formas para lograrla, no se había visto el resurgir de la discriminación; la ideología, la raza, el sexo, no son razones para excluir y, menos, para perseguir; la discriminación se está reanimando, en tonos que producen terror.
Ni más, ni menos, el Ku Klux Klan, “(…) nombre Ku Klux Klan fue utilizado por varias organizaciones extremistas del siglo XIX en los Estados Unidos, las cuales promovieron la xenofobia y la superioridad de la raza blanca. Además de homofobia, racismo y anticomunismo, tales organizaciones se caracterizan por la utilización de violencia y la intimidación como técnica de intimidación hacia las personas que eran mal vistas por ellos”. A un paso, forma en dinámica, de los denominados crímenes de odio: “Un crimen de odio es cualquier agresión contra una persona, un grupo de personas, o su propiedad, motivado por un prejuicio contra su raza, nacionalidad, etnicidad, orientación sexual, género, religión o discapacidad.
Los motivos fundamentales por los que estos crímenes se diferencian de los ordinarios son los siguientes: (1) la víctima tiene un estatus simbólico, es decir, no se la ataca por quién es sino por lo que representa. Así, esta víctima podría ser intercambiable por cualquier otra que comparta las mismas características; (2) la intención de este tipo de violencia no es solamente herir a la víctima, sino
transmitir a toda su comunidad el mensaje de que no son bienvenidos; (3) en estos crímenes suelen participar múltiples agresores”. Es pues la portada del genocidio: “(…) cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
Y, en eso andamos, Quién lo creyera.