La verdadera diplomacia internacional de Colombia nada tiene que ver con las constantes y cada vez más graves metidas de pata de quienes ha designado el uribismo en cargos de representación diplomática. La última estulticia internacional cometida a nombre del actual gobierno de Colombia ha sido la protagonizada por el muy controvertido ministro de defensa Diego Molano, al declarar en Israel: “Tenemos un enemigo común Irán y Hizbolah”[1]; desafortunadísima manifestación, fuera de contexto histórico y diplomático, que deja en evidencia la verdadera política diplomática del uribismo: la de intentar congraciarse con la derecha radicalizada del mundo, así sea diciendo pendejadas, tal y como lo hicieron el exembajador Francisco Santos y otros amiguetes del Centro Democrático durante las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos.
No menos desafortunados son los escabrosos asuntos de los nexos o las relaciones de los entornos familiares de la titular de la Cancillería, Marta Lucía Ramírez y el exembajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente, con el narcotráfico[2] las cuales han dado pie a todo tipo de caricaturas en redes, al ser catalogadas por sus protagonistas como “tragedias familiares”, toda vez que la posición oficial asumida por el uribismo durante sus cinco mandatos ha sido la de dar tratamiento militar y penal a los campesinos y el envenenamiento del medio ambiente con el glifosato.
Enmendar estas metiditas de pata de los encargados de las relaciones internacionales de Colombia justificaría el desesperado afán de recibir la esquiva bendición del actual gobierno norteamericano, mucho más si se tiene en cuenta la nueva postura del gobierno de Joe Biden frente al narcotráfico en la que se inclina por recomendarle al lambiscón gobierno nacional de Colombia que enfrente el problema del cultivo y procesamiento de la hoja de coca, a partir de la implementación del Acuerdo de Paz Estable y Duradera, pactado entre el Estado colombiano y la exguerrilla de las FARC-EP.
Eso sí, dejándole saber al uribismo, bien entre líneas, que su bendición es bien condicionada y que lo de su intromisión en las elecciones gringas no se olvidará tan fácilmente.
Si por el cuerpo diplomático llueve, en la presidencia de Colombia nunca ha escampado. Ya son casi que comparables con los cuentos de los hermanos Grimm las alucinantes intervenciones del encargado de la presidencia colombiana, don Iván Duque, quien ha apelado a toda suerte de ficciones para tratar de lavar su imagen internacional de descuido, cuando no, de aleve ataque a los Derechos humanos de los liderazgos sociales de los ambientalistas, de indígenas, afros, campesinos, sindicalistas y estudiantes.
Apelando a las narrativas más fantásticas, el señor Duque, ha intentado engañar a la opinión publica nacional e internacional respecto a su muy fingido interés por los asuntos de protección del medio ambiente; mientras recita impostados panegíricos en pro de la madre naturaleza, sigue sin apoyar el Acuerdo de Escazú e impulsando la minería y el fracking, como motores de su también alucinante economía naranja.
Pero no todo son gazapos, burlas ni vergüenzas en lo que a la representación internacional de Colombia se refiere; afortunadamente existen colombianas y colombianos, más allá de estos últimos gobiernos, que sí han dejado en alto el nombre del país y sí se han atrevido a contarle la verdad de nuestra realidad al mundo y si se han sumado a causas verdaderamente humanitarias.
Sólo dos ejemplos de los muchos logros deportivos, artísticos y científicos que han alcanzado muchos colombianos olvidados por las cámaras y micrófonos de los medios masivos de comunicación, para señalar cómo la verdadera diplomacia internacional de Colombia ha estado en las voces de los representantes de los sectores más vulnerables de la sociedad colombiana: las mujeres y los niños.
Salvo una que otra nota interior de algún medio como el que se cita en estas líneas la presencia de una mujer colombiana que “(...) se convirtió en la primera indígena colombiana en representar a las mujeres del mundo ante el Consejo de Seguridad de la ONU”[3] pasó desapercibida para la opinión pública colombiana, ahora embelesada nuevamente por los concursos de canto y la selección de futbol masculina que promocionan y venden en los canales de televisión.
Este hecho de trascendencia histórica para el pueblo colombiano fue obviado deliberadamente por los grandes medios de comunicación afines al uribismo, puesto que este homenaje a las mujeres de Colombia, representadas por Celia Umenza Velasco, una lideresa nasa del norte del Cauca significaba nada más ni nada menos que reproducir la voz de esta mujer, contándole al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas las atrocidades que los gobiernos y los demás actores del conflicto armado colombianos han cometido en contra de las mujeres, los niños y niñas, pertenecientes a los grupos étnicos de Colombia.
De igual manera, salvo una delirante columna de Adolfo Zableh Durán[4], en la que se graduaba al niño Francisco Javier Mera Manzanares como castrochavista y se le conminaba a: “que dedique su tiempo a ver muñequitos en Cartoon Network y no a hablar sobre fracking y otras amenazas ambientales” la voz de este niño ha sido silenciada en los grandes medios de comunicación colombianos.
Sin embargo y a pesar de la muy adulta idiotez de algunos amigos del uribismo, la presencia, pero sobre todo, la sabia voz de este niño ha sido escuchada en muchas partes y ahora en la muy aburrida e inservible reunión de la COP26 en Glasgow la figura y voz de este niño se han visto y oído al lado de las de Greta Thunberg y miles de jóvenes más reclamando por el futuro de la humanidad.
Desafortunadamente a esta diplomacia, la de Celia Umenza y la de Francisco Mera poca o ninguna atención se le presta en un país más preocupado por las lesiones de Falcao y James que del futuro de sus mujeres y sus niños.
De hecho, a esta diplomacia se le persigue y amenaza, en tanto que a la de la Canciller y al exembajador la siguen premiando con entrevistas, titulares y bien pagados puestos en la diplomacia internacional colombiana.
[1] Diego Molano aseguró que hay un riesgo de seguridad para Colombia - Gobierno - Política - ELTIEMPO.COM
[2]Encuentran laboratorio de droga en finca del embajador de Colombia en Uruguay (elcolombiano.com)
[3]Esto denunció la primera indígena colombiana que habló ante el Consejo de la ONU | EL ESPECTADOR
[4] Los niños predicadores - Columna de Adolfo Zableh Durán - Columnistas - Opinión - ELTIEMPO.COM