El senador Alexander López –cuya carrera política arrancó precisamente como sindicalista de EMCALI– se ha pronunciado enérgicamente sobre los hechos de corrupción que azotan a esta importante empresa pública.
Hoy le está pidiendo a Jorge Iván Ospina que deje de ser el burgomaestre de los caleños, acusándolo del descalabro financiero en el que se ve seriamente relacionado.
Cualquiera que haya visto la entrevista que le hizo Yamid Amat, en medio del escándalo contractual que envuelve al alcalde caleño, podrá creer a simple vista que el dirigente de izquierda se siente indignado: sufre por la empresa que lo vio enarbolar sus causas sindicales.
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Que no te metan el dedo a la boca caleño: Ospina y López son ratones de la misma madriguera.
Ahora el senador parece no conocer al causante de la lumpenización de Cali –que, dicho sea de paso, patrocinó los desmanes de la Primera Línea y, por ende, dio su apoyo sincero a los miembros del Pacto Histórico–.
También quiere que todos crean que no tiene ningún vínculo político con él, ni mucho menos participó de su segunda llegada a la alcaldía caleña.
Los cargos de conciencia se hacen evidentes, por lo tanto, se quiere desligar de cualquier escándalo que lo pueda salpicar. No te conozco mosco, dicen en mi tierra natal cuando se quiere desconocer una amistad.
Sin embargo, está más que comprobado que el senador López sí ha sido cercano a Jorge Iván Ospina, y siempre ha dado su apoyo a sus candidaturas.
Que no crea que todos tragan entero y parejo, porque para muchas almas críticas él y toda la izquierda que hoy gobierna a Colombia son la misma cosa.
Tienen a las principales capitales del país destruidas, pero, según ellos, la culpa de todo lo que sucede es de Duque y del uribismo. ¿Acaso el que hoy saquea a Cali es uribista? No, para nada.
Ya es hora de que López y su gente se hagan cargo del fracaso que le respira en la nuca al Pacto Histórico.
Eso de salir a criticar a un alcalde corrupto solamente convence a los idiotas, así que por más que trate de hacerse el indignado el daño ya está hecho: Ospina viene robando bajo el amparo del gobierno nacional. Y no es la primera vez que le roba a Cali.
Pensemos en toda la silletería y el tablero del estadio Pascual Guerrero, casos de corrupción que están muy bien documentados e investigados, pero que no han logrado convencer a los caleños del corrupto que tienen por alcalde.
Ya es hora de despertar, porque de lo contrario vamos a cavar con lo poco que tenemos: los restos de la ciudad que nos vio nacer. Se hace difícil salir a las calles sin pensar en la inseguridad, siendo los daños de la delincuencia común el pan diario de una ciudadanía temerosa.
Por todo lo anterior, hay que decirle al honorable senador Alexander López, siguiendo las palabras de Martín Lutero, que “una mentira es como una bola de nieve; cuanta más rueda, más grande se vuelve”.
Le va tocar ingeniarse otra estrategia, ya que salir a denunciar a Ospina es otra patraña de la izquierda irresponsable: una simple cortina de humo para embelesar a los incautos, esos que votaron por la corrupción de la que no se puede desprender la administración pública caleña.
Para recordar, amigo lector. Todo lo que vive Cali es el resultado de un electorado inconsciente, así que este es el responsable de que su alcalde se enriquezca a costa del erario público.
Este electorado es el mismo que hoy tiene al país en medio de la anarquía, que ha fomentado discursos como el que la ·cocaína es más dañina que el carbón y el petróleo”.
Se lo debe acusar de una vergüenza mundial, claro está, de la que no se hará responsable. Este quería el cambió y lo consiguió: estamos peor que antes.