Dilan, ahora eres símbolo de la lucha contra la abrumadora desigualdad

Dilan, ahora eres símbolo de la lucha contra la abrumadora desigualdad

"Eres la inspiración de toda una sociedad palpitante por encontrar un camino hacia la dignidad"

Por: Nestor Mauricio Niño Cuenza
noviembre 26, 2019
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Dilan, ahora eres símbolo de la lucha contra la abrumadora desigualdad

Fue un corazón esperanzado de los cientos de miles que ese día salieron a marchar, con la convicción de construir una patria diferente, una nación con oportunidades, donde la fórmula de la educación y del esfuerzo los sacara del anonimato y de la agrietada desesperanza. No era un vándalo como algunos inhumanos aseguraban justificando los hechos violentos, era un joven de 18 años, con el fervor de la vida palpitando entre sus venas, con todas las ansias de lograr construir un futuro en un Estado donde las estadísticas muestran que muy pocos jóvenes logran concluir sus estudios superiores, no por aspectos académicos, sino por el costo de la educación.

Vivía con sus dos hermanas y su madre en el centro de la ciudad capital, muy cerca del parque de los periodistas Gabriel García Márquez, entre la calle 19 con carrera 4. Fue un entregado deportista y manifestaba amar el voleibol. Lo definen como un joven muy alegre y tranquilo. Estudiaba en el Colegio Ricaurte IED y justo este año culminaba sus estudios de secundaria; en sus planes estaba lograr un crédito del Icetex para poder continuar con sus estudios superiores, al parecer no fue solicitado.

No tuvo la estrella de tener un apellido que le facilitara las cosas y tal vez vivió como la gran mayoría de colombianos, entre la dulce dificultad de la pobreza, bajo el frío seco y yermo de Bogotá, deambulando sobre el ruido rechinante de una ciudad convulsionada por el ajetreo de las horas estériles y el humo sofocante de las máquinas. Fue parte del metabolismo de esta enorme y descomunal urbe que en su esterilidad no le dejaba otro camino distinto a protestar y a reclamar su derecho legítimo de tener oportunidades, su derecho legítimo a ser feliz.

Dilan Mauricio Cruz Medina, hoy escribo sin conocerte realmente, pero lo hago con toda la convicción que lo mereces y que tu fallecimiento es un símbolo de la lucha generacional ante la abrumadora desigualdad social. Nos recuerdas que vivimos en una sociedad donde no tener dinero es un delito tan complejo, que debemos pedir disculpas por obedecer, que elimina gradualmente nuestros anhelos y termina quitándonos los derechos más fundamentales de nuestra burlada constitución.

Tu ausencia física también expone que no tener apellidos como Sarmiento Angulo, Santo Domingo, Ardila Lule, Uribe Vélez, Santos Calderón, Vargas Lleras y otros nos configura una existencia más difícil y escabrosa, como ir a la guerra, como no poder estudiar, como aguantar necesidades, como ser juzgado de vándalo solo por hecho legal y genuino de protestar, como sentir que solo somos una cifra, una estadística y la incomodidad de unos pocos que nos acusan de querer todo regalado, cuando sabemos de plano que esas elites belicosas todo lo obtienen robado.

Refuto enérgicamente todos los demenciales mensajes uribistas tratando de justificar el ataque del miembro del Esmad que le quitó la vida a este joven inocente. Pido reflexión nacional en su nombre. Sugiero grandeza del gobierno y justicia para los de a pie. Dilan es un emblema, no de odio, mejor de amor, para recordar que todos somos iguales y tenemos derechos y muchos sueños por cumplir, que el país es de todos y que la voracidad de un puñado no puede lanzarnos al vacío de la incomprensión y la violencia.

Refiriéndome al belicismo rancio del discurso de Álvaro Uribe, diré que no le ponga más peso a su karma y reconozca su realidad, que usted es una figura sofocada por la telaraña de los odios, marchita por las venganzas y que no representa a la nación moderna. Por ende, no hace parte de la configuración actual de colectividad y que su locura podría generar episodios muy despreciables. Conténtese con saber que millones de ciudadanos hoy día entre Uribe, Timochenko y Carlos Castaño, votaríamos en blanco, dado el hipotético escenario.

A Iván Duque, el presidente más joven de la historia de Colombia, le digo: tiene usted una gran oportunidad de replantear la nación si entiende que esta tragedia no fue en vano. Podrá hacerlo de la mano de miles de voces que lo guiarán por los caminos de la equidad, pero son las voces de los humildes, de los menos favorecidos, de la Colombia de agua de panela y pan, de casitas pequeñas aferradas a las montañas y a las ilusiones de la fe, de los niños agradecidos por tener agua potable, por poder estudiar en una escuela sin que sean juzgados por sus apariencias, las que tiene que escuchar. ¡Hable con la Colombia real! Deje a los tecnócratas y sus sueños faraónicos en sus idilios. Deje atrás la irrealidad de los salones brillantes y del whisky ofensivamente costoso. Sepulte la codicia de los esclavistas de Colombia con sus grupos económicos y por primera vez, solo por primera vez, conviértase en presidente de todos los colombianos.

Como mérito, hay que finalizar esta columna afirmando categóricamente que esta generación no solo cambió el mapa político de nuestro territorio en un día, sino que transfigurará esta bendita tierra desde sus cimientos, con valentía, disciplina, lucha, inteligencia y fundamentos.

¡Dilan Mauricio Cruz Medina, eres la inspiración de toda una sociedad palpitante, que hoy desea que descanses en plena paz, por encontrar un camino hacia la dignidad!

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