Colombia, un país machista y grosero por excelencia, es uno de los lugares en el mundo donde con mayor frecuencia se ven a millones de varones acosando, verbalmente, a las mujeres en las calles. No hay municipio donde esto no ocurra y, lamentablemente, es algo que se convirtió en una situación común y corriente que ya no nos sorprende. Todo porque en Colombia lo extraño es conocer a alguien respetuoso, tolerante, solidario y/o honesto. ¡Lo sé, qué horror!
La miserable aceptación del piropo, como un comentario que rinde homenaje a la belleza femenina, por una sociedad hipócrita como la nuestra, es lo que ha convertido a los más jóvenes en acosadores verbales de mujeres, pues se piensa que piropear está bien. Terrible herencia la que le dejan muchos adultos a sus hijos y estos a los suyos. ¿Y los viejos verdes? Ah, esos abundan y al parecer no van a desaparecer muy pronto de nuestra escena social. Por eso el problema es cada vez más grave. Y si no me creen le pueden preguntar a cualquier mujer que tengan cerca si alguna vez se han sentido incómodas tras recibir un "piropo" en la vía pública. Y uso las comillas en la palabra piropo porque lo que se grita en las calles colombianas, hoy por hoy, no tiene nada de halagador, y sí mucho de denigrante, vulgar, miserable y ofensivo.
Es mentira que las mujeres necesitan escuchar piropos en la calle. Que un extraño le diga que tiene unas buenas tetas o unas nalgas firmes no le van a subir su nivel de autoestima. A mí no me vengan con ese cuento. Por eso, si usted, respetado caballero piropero, es de los que cree en esa estúpida teoría, lo invito a que llene de piropos a su madre día tras día; seguramente, ella se va a sentir muy bien tras escuchar lo que usted le grita a las mujeres cuando está con sus compinches. Y, además, siempre he tenido una duda. ¿Qué piensa un gordito calvo que desde su auto le lanza una frase desagradable a una mujer hermosa?, ¿Él piensa que ella va a detener el tráfico para poder darle una buena tanda de sexo oral? ¡Eso es deficiencia mental, miseria cognitiva!
Al ser esto una problemática que involucra la integridad de los ciudadanos, es pertinente pensar que nuestros padres de la patria están siendo cómplices de esto, por su inoperante labor. No hay un solo congresista en la historia de nuestro país que haya propuesto legislar la penalización del acoso verbal, y creo que no va a existir en los próximos años. Un tipo que ataca psicológicamente a una mujer debe ser juzgado como un criminal. Punto final. Pero, teniendo en cuenta la realidad del país que tanto extraño, es prácticamente estúpido pensar que, alguna día, existirá una condena para un hombre piropero. Dudo que eso esté escrito en un futuro en nuestro código penal.
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