Diego Jaramillo, 35 años al frente del Minuto de Dios

Diego Jaramillo, el sucesor del Padre García Herreros: 35 años al frente del Minuto de Dios

Apareció en la pantalla en 1992 y allí sigue a sus 91 años además de seguir al frente del ambicioso proyecto educativo y de vivienda para los más pobres

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julio 01, 2023
Diego Jaramillo, el sucesor del Padre García Herreros: 35 años al frente del Minuto de Dios

Es triste, sumamente triste, que el libro Guiness no reconozca la importancia histórica del Minuto de Dios. El general Rojas Pinilla dio luz verde para traer la televisión al país en 1954. Un año después arrancaba el minuto de Dios. Es el programa más antiguo de la historia de la televisión mundial. Uno de sus creadores aún sigue vivo.

La idea fue del férreo sacerdote cucuteño Rafael García Herreros, un hombre siempre dispuesto a remangarse por sus semejantes. Después de la explosión que causó la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, empezaron a llegar los primeros desplazados de la violencia bipartidista a Bogotá. En las frías y grises calles bogotanas se dejaba escuchar un rumor: todo aquel que no tuviera a donde ir debería buscar al padre García Herreros. Muchas veces, tocando todas las puertas que conocía, alcanzaba a recoger 500 pesos para entregársela a las familias que se lo pedían.

 - Diego Jaramillo, 35 años al frente del Minuto de Dios

El programa el Minuto de Dios era sólo la excusa para una obra de ayuda a los demás aún mayor. Con el programa surgieron banquetes en donde le pedía a sus feligreses más ricos dinero para ayudar a darles techo a los que no tenían nada. Por eso, en 1958, construyó un barrio en Engativá al que le puso el nombre de Minuto de Dios.

Desde ese momento este Quijote tuvo su Sancho, se llamaba Diego Jaramillo, había nacido en Yarumal Antioquia en 1932. Su papá era el dueño del único teatro del pueblo. Así que, cuando siendo un joven, le tocó hacer el segundo rostro del Minuto de Dios, sabía lo que era una puesta en escena. Cuando Rafael García Herreros partió a otra dimensión, hace 30 años, el padre se quedó solo con el Minuto de Dios. Con su salud de hierro decidió sacar los proyectos adelante.

No le ha ido mal. A las 100 mil casas que han entregado en todo el país, gracias a programas como El banquete del millón, la cena benéfica más concurrida y generosa de este país, se suman estos logros: su fundación no solo es la universidad más grande del país con 150 mil estudiantes, con presencia en 65 municipios del país, sino que el diario británico Financial Times le entregó en el 2013 el premio Finanzas Sostenibles en la categoría Logros en negocios incluyentes.

A sus 91 años está intacto. El secreto está en una disciplina a raja tabla. Vive en una casa religiosa en el barrio Puentelargo de Bogotá. Se levanta a las 5:30 de la mañana y se reúne en oración con los otros religiosos que conviven con él. Los martes todavía tiene una eucaristía en el minuto de Dios a las seis de la tarde y está metido y comprometido con la administración de la fundación. Le queda sólo una hermana que vive en Sopó y a la que visita cada veinte días. Tiene una guardia pretoriana a la que tiene lista a la hora de que suceda lo inevitable, el relevo total. Absoluto. Jaramillo recuerda la tenacidad de su mentor espiritual.

Rafael García-Herreros no estaba conforme con solo hacer un barrio. Sabía que lo más importante era educar a los niños. Por eso, en un cambuche improvisado, empezaron en 1957 las primeras clases del colegio Minuto de Dios. Un año después crearía la academia Pitágoras para incentivar el aprendizaje de la astronomía, el arte, las matemáticas y la espiritualidad. El padre García-Herreros sabía que era un experimento y no podía asegurar que llegara a buen puerto. Necesitaba apoyo financiero y, para eso, creo en 1961, en el Salón Rojo del Hote Tequendama, el banquete del millón.

Una vez al año personas pudientes se reunían allí a desayunar un caldo de pollo, saltinas y chocolate, a cambio de un millón de pesos. Cinco años después, en 1967, Rafael García Herreros vio como salían los primeros bachilleres del colegio. Desde ese momento el padre tenía en mente la construcción de una Universidad. Solo 25 años después, al final de su vida, se haría realidad su viejo sueño.

Fue un tropiezo tras otro. Sus pocos buenos amigos lo ayudaron. Belisario Betancur, quien recibió en 1983 el premio Príncipe de Asturias, donó los 1.700.000 pesos que le otorgaron a la fundación Minuto de Dios. El dinero no sólo le serviría para consolidar el barrio, una obra que lo consumió por completo.

En noviembre de 1986 el presidente Virgilio Barco le otorgó la Orden Nacional en el grado de Granc Cruz. Ese mismo año empieza a despejarse el camino para crear la universidad: se la escuela de televisión Minuto de Dios. Jovenes de Bolivia, Paraguay y Perú venían a matricularse llevados por los buenos comentarios. Dos años después se abrirían las escuelas de periodismo, y las licenciaturas en informática, filosofía, y básica primaria con énfasis en estética todos enfocados en desarrollo social.

El padre García Herreros del Minuto de Dios y Pablo Escobar

En los últimos años de su vida, este padre, que es uno de los catorce colombianos que hacen fila en el Vaticano detrás de su santidad, vivió una polémica insospechada. Pablo Escobar, después de la muerte de su primo y mano derecha, Gustavo Gaviria, el hombre encargado de la economía del Cartel de Medellín, se sentía acorralado por sus enemigos.

Se contactó con el único hombre que admiraba y respetaba, el Padre Rafael García-Herreros. Fue a su refugio a las montañas de Antioquia y allí acordaron su entrega. Durante seis meses el propio sacerdote coordinó lo que sería uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de la justicia colombiana: la estancia en la cárcel de la Catedral, un resort en donde se podía jugar fútbol con René Higuita, sumergirse en un jacuzzi o matar a sus enemigos, de Pablo Escobar Gaviria.

Minuto de Dios - Diego Jaramillo, 35 años al frente del Minuto de Dios

Desde su programa Rafael García-Herreros llegó a afirmar que Pablo Escobar era un hombre bueno y prestó gustoso su intermediación lo que desató la ira de altos jerarcas del episcopado colombiano empezando por Monseñor Pedro Rubiano Saenz quien llegó a afirmar que “Una cosa es hacer un llamado a la conversión y al arrepentimiento, invocando la misericordia de Dios, y otra muy distinta es presentar a un delincuente responsable de muchos crímenes y del gravísimo daño hecho al país, como si fuera ejemplo del hombre bueno”.

Cada vez que podía, en los 18 meses en los que estuvo preso en ese lugar, García-Herreros iba a confesar y a darle la hostia a Pablo Escobar.

Cuando se fugó, en junio de 1992 todas las miradas apuntaron al Padre García-Herreros quien, como último consuelo antes de su muerte el 20 de noviembre de 1992, vio como 250 jóvenes entraron a la Universidad que él había soñado.

De eso es consciente Diego Jaramillo quien se siente a sus 91 años aún como un heredero de un legado, como un hijo eterno que tiene la responsabilidad de preservar el legado de un maestro.

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