Desde el primer día de diciembre casi todo el mundo aparenta felicidad, quizás porque ya viene un nuevo año, por la prima navideña, porque habrá regalos y menajes no consumidos el resto del año, otros hablan del mes de la paz, los niños inocentes son impulsados a escribirle cartas al Niño Dios, pidiéndole cosas que quieren que él les traiga en la noche de Navidad. En sustitución del Niño Dios se apela a papá Noel, Santa Claus, con su talego repleto de chucherías para regalar. Todo es un carnaval. Ya no es la tristeza de la pasión y muerte de Jesús sino la felicidad por su nacimiento.
Se manejan imágenes mediante las cuales se manipula la inocencia infantil; ya sea Jesús o Noel, ellos entran por la chimenea de las lujosas casas campestres y depositan sus regalos al pie del árbol o en el pesebre, los niñitos se levantan rápido el 25 y encuentran lo deseado o lo pedido por carta; también entran por cualquier hueco a los tugurios miserables. ¿Dónde compraría Noel este juguete? Uno igualito ví en Unicentro, en el Portal y en La 14, comentan los niños. ¿Para qué recurrir a tanto misterio con el fin de entregar un regalo? Menos mal que ya los niños son más avispados que nosotros los viejos y no se tragan el cuento del Papá Noel, el viejo barbuchas blancas, porque ya han pillado al papá o la mamá colocando los regalos. A nosotros sí nos dejaron sanos por varios años y hasta nos escribían cartas regañonas en nombre del Niño Dios.
De consumismo ni hablar, claro que este vicio estimulado por el capitalismo, se estimula más en este mes. Siendo lo fundamental el vestido o abrigo para protegerse de las inclemencias climáticas o para cubrir las partes más nobles del cuerpo, resulta que esto se ha ido sustituyendo por la creatividad en el diseño de las prendas de vestir y cada persona quiere verse distinta a sus semejantes, inclusive hay personas que se enojan cuando ven a alguien vistiendo una prenda similar a la suya. Son miles de diseños diferentes de zapatos, blusas, pantalones, faldas. Ahora están en pleno furor las nuevas modas en cortes de cabello, tatuajes, pintura de uñas, implantes artificiales, maquillajes. Hay para todos los gustos, desde los más sencillos hasta los más estrambóticos. Las reuniones públicas, como una clausura de año escolar, están siendo convertidas en pasarelas, en desfile de modas.
Estas novedades se hacen dizque para crear empleo, pero ¿por qué no se crea empleo productivo? ¿Por qué no se crean más empleos en el sector agrícola? ¿Por qué no regresar a la agricultura ecológica y ocupar más población en esa actividad? No podemos dejar robotizar todo. La inteligencia artificial debe avanzar, pero no a costillas de dejar sin trabajo a la mayor parte de la población económicamente activa.
Sería muy saludable para un país que su población en lugar de preocuparse tanto por la diversidad de apariencias físicas dedicara más tiempo a su enriquecimiento intelectual, a conocer a fondo la historia y la geografía del país, así como sus problemas, sus causas y sus responsables; a proponer soluciones para superar las situaciones injustas. Una población bien informada, ilustrada y culta, pensante y crítica, no se dejaría manipular tan fácilmente por sus caciques y gobernantes. Además, no malgastaría tanto dinero en cursilerías e invertiría más en salud, en cultura, en nutrición sana, en las cosas fundamentales para una vida digna.
En todo caso que no se aproveche el mes de diciembre para propagandas religiosas.