El Concejo de Barranquilla es un apéndice de la alcaldía de Alex Char, pues todos los proyectos que este les presenta son aprobados a pupitrazo.
A pesar de ser un contrapeso, desde el punto de vista constitucional, en el Concejo de Barranquilla, con las fuerzas políticas que en él habitan, algunos miembros pasan de agache ante las directrices que Char les envía por medio de un pequeño pero privilegiado grupo de concejales.
Es increíble que a riesgo de su propia salud jurídica los concejales del distrito hayan aprobado el impuesto a la telefonía (Ver aquí), una flagrante actuación inconstitucional (Ver aquí), que redundó en numerosas demandas y procesos administrativos en contra de ellos, que por “azares” del destino no han llegado a buen puerto (Ver aquí).
El cartel de la “toga” fue descubierto gracias a las investigaciones hechas por el FBI, Odebrecht, y en igual sentido, fue acompañado por las autoridades brasileñas. Por su parte, el escándalo del Canal Isabel II - Inassa - Triple A, por cuenta de las autoridades españolas, dejó con saldo negativo para los implicados con pasaporte español (Ignacio González), pero extrañamente sus “socios” barranquilleros viven “olímpicamente”, incluyendo al alcalde de marras.
Se trata de una de las defraudaciones más costosas al patrimonio del distrito, es decir, al bolsillo de los barranquilleros. Lo anterior, pues su participación en la Triple A pasó del 85% al 13%, por lo que se pagaron millonarias coimas (Ver aquí). Sin embargo, la prensa local solo se pronunció sobre el tema cuando la Fiscalía española y colombiana allanaron las instalaciones de su filial Inassa en la ciudad de Barranquilla (Ver aquí), a sabiendas de que el escándalo llevaba semanas rodando en la prensa española y nacional.
El entramado del poder del grupo Char ha tocado todas las esferas de la sociedad y pareciera contar con el beneplácito de los habitantes de la otrora Puerta de Oro.
Las concesiones que prometió acabar y renegociar en provecho de los ciudadanos, fueron extendidas o cambiadas de mano con la misma naturaleza: hacer negocios con recursos públicos.
Al finalizar el año, asistiremos a otra “demostración” del “progreso” con la creación de una empresa de economía mixta (Ver aquí) que será la encargada de manejar la salud de los barranquilleros, y adivinen a quién le corresponderá darle la bendición al alcalde para tal negociazo: al Concejo de Barranquilla (Ver aquí).
La voracidad del clan Char no tiene límites, es disfrazada con construcciones onerosas y con sobrecostos (Ver aquí), con retrasos de meses y años, orientadas al “bienestar” de la población del norte, ampliando las distancias sociales entre las realidades insulares del suroccidente, suroriente y área metropolitana, que es donde se concentra el 70 % de la población.
A todas estas, ¿qué dice el Concejo Distrital sobre los índices de desigualdad, pobreza, educación, empleo, exclusión social y salud en esta franja de la ciudad? Por si no lo sabían, somos la séptima ciudad en el país con el índice de progreso social más bajo y con el 60% de la población en situación de pobreza (Ver aquí).
¿No es hora de ejercer control político sobre la gestión del Clan Char o es que todo lo hecho no merece más que aplausos, loas y carcajadas de zalamería?
En las ciudades y en cualquier sociedad, debe ir siempre adelante el bienestar de las personas, de sus amplias mayorías, el respeto por los derechos de las minorías. Sin embargo, esto nunca será plausible mientras que una pequeña élite convierta todo lo tangible e intangible en negocio, que se lucren por todo lo que se ve y lo que no. Ahí está el Carnaval, nuestro patrimonio cultural más sagrado, en sus manos, o más bien ¿qué es lo que se les escapa?
Y en todo este panorama, alguien sabe dónde está la izquierda y los llamados sectores alternativos y/o democráticos.