Dibi Guzmán, la joven promesa de la escritura

Dibi Guzmán, la joven promesa de la escritura

A los 15 años, la bogotana escribió su ópera prima 'En el Nuevo Mundo también existieron princesas', la cual debutará el 26 de abril en la Filbo

Por: Ricardo Rondón Chamorro
abril 25, 2018
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Dibi Guzmán, la joven promesa de la escritura
Foto: La pluma & La herida

—¡Mamá, con cuidado, pisaste a papá!

Doña Deisy Calderón quedó estupefacta.

—¿Ahora qué hice yo?— se preguntó la señora cuando abrió la puerta de la alcoba y vio a sus pequeñas hijas sentadas en la alfombra, con rostros de interrogación.

Dibi Lorena incorporó el pote de talcos que la señora había derrumbado a su ingreso y reanudó su juego. El pote de talcos —y no por su robustez— era papá, y otros elementos esparcidos en la alfombra como un cepillo de cabello, un frasco de champú, un reloj despertador y una muñeca de trapo eran los protagonistas de una historia queDibi y su hermanita Shaden estaban tejiendo.

Una lúdica narrativa, desde luego, como el laboratorio de los escritores adultos que se valen de fichas, piezas claves, citas, apuntes, libros de consulta, para armar el rompecabezas de una obra literaria.

Doña Deisy, la mamá, pidió disculpas, no se interesó en averiguar de qué se trataba el divertimento, hasta diez años después que vino a caer en cuenta, cuando Dibi Lorena, ya quinceañera, la citó a su cuarto para mostrarle el manuscrito de una novela que sobrepasa las 400 páginas.

—Mami, quiero que leas esto. Se trata de mi primera novela, está dedicada a ti y a mi padre, y lleva por título En el Nuevo Mundo también existieron princesas.

El asombro cundió en el entorno familiar, y las preguntas no dieron tregua: “¡¿Una novela?!”,“¿a qué horas la escribiste?”, “¿quién te enseñó a escribir así de bonito?”, “¿por qué no nos contaste que estabas en esto…?”.

De eso se trataba, de guardar silencio, cuando el ejercicio del escritor es por naturaleza solitario, reservado, introspectivo: es la soledad del autor con su mundo y sus personajes, en un andamiaje paciente, imperturbable.

Doña Deisy Calderón dice que una vez empezó a leer las primeras líneas del libro, no pudo soltarlo sino hasta el punto final. “Me pareció una aventura fascinante —señala—, muy bien construida y narrada, como si se tratara de una escritora mayor”.

El mismo criterio repercutió en su esposo, familiares y amigos.

Dibi Lorena, la autora bogotana, es fruto de un matrimonio de docentes y la proeza de su hija no fue remitida a un perfil específico de precocidad o de niña superdotada, no obstante su alto rendimiento académico, su curiosidad innata y su vocación por la lectura, hábito que asumió desde los seis años, cuando aprendió a leer, agregado a una madurez y un criterio admirables a tan escasa edad.

Para el científico colombiano Rodolfo Llinás, ampliamente conocido como una autoridad en la investigación y experimentación del cerebro, el caso de Dibi Lorena Guzmán Calderón no es excepcional, dadas las circunstancias que la han rodeado: unos padres que han cultivado en los surcos del saber y del conocimiento, que a su vez es el gran nutriente de ese universo que representa almacenar información, procesarla y llevarla a la práctica, sobre todo en lo que corresponde al arte, la música, los libros.

Algo similar a quien se ejercita todos los días en la disciplina física o deportiva, con el esfuerzo y la potencialidad que el cuerpo implica. Lo mismo pasa con el cerebro, que es el músculo del análisis, del pensamiento, de la racionalidad: entre más se tenga activo y receptivo, de esa misma forma se multiplicarán sus estímulos: percepción, retentiva, intuición, velocidad y memoria. "Como si se tratara de una caja de cambios", afirma el científico.

El gran logro de Dibi Lorena con su novela, una historia de 428 páginas, cuyo proceso de elaboración lo inició a los quince años y lo finiquitó cuando alumbraba a los dieciséis, es una prueba de las innumerables tesis del connotado neurocientífico, cuando habla de contexto, autocrítica, sentido analítico y musicalidad: el privilegio de ostentar ese universo multifuncional que es el cerebro.

—¿Pero cuál fue el motor que encendió las turbinas para emprender esta aventura narrativa?

Sentada junto a su señora madre en los cojines de la sección infantil y juvenil de laLibrería del Fondo de Cultura Económica, en Bogotá, la creadora responde:

“Desde pequeñita me dejé envolver por las historias. Incluso, antes de aprender a leer, me conmovía con las películas que veía en cine. Recuerdo que lloré desconsolada cuando muere el Rey León, y siempre que repetía la cinta, porque la vi varias veces, lloraba con la misma intensidad. Soy muy sensible al frente de la pantalla o cuando leo. Los dramas, las tragedias, los conflictos, el dolor y la impotencia de la sociedad en que vivimos me tocan sobremanera”.

—¿Qué libros te marcaron y te dieron luces para lanzarte a escribir tu novela?

“Al poco tiempo de aprender a leer, me cautivó La estrella de sangre, de Nicolás Guild, una novela histórica que narra el drama de un rey asirio que es despojado del trono por su hermanastro, y que lo obliga al exilio. Ese libro me marcó mucho, tanto por la historia, como por la forma en que está narrado: difícil de soltar una vez comienzas. Otro libro, Volar sobre el pantano, de Carlos Cuauhtémoc, una de esas tragedias que te cambian la vida, te ofrecen otra visión del mundo, y te incitan a reflexionar por largo tiempo. Y el que terminó por sumergirme en este apasionante océano, Los miserables, de Víctor Hugo…”.

—¡Víctor Hugo y su obra maestra! ¿Cómo te fue con semejante novela, de enorme complejidad para una niña?

“Me deslumbró de principio a fin. La historia de un hombre que es condenado por robarse un pan, fue el encendido del motor del que tú hablas, para sentarme frente al computador y  apropiarme de un oficio que admiro y respeto mucho, el de escribir. Pero después vino la saga de Harry Potter, de J.K. Rowling, y dije: yo quiero ser algún día como esta señora, quiero sacarle el mejor provecho a mi imaginación, al mundo de la fantasía que recreaba desde niña. Y me lancé”.

—¿Cómo nace En el Nuevo Mundo también existieron princesas, tu novela?

“A los quince años yo no sabía nada de feminismo y me centré en la figura emblemática que narra mi historia, el de una guaricha, protagonista de mi aventura. Y digo guaricha, porque aunque el término se ha vulgarizado, proviene del mestizaje prehispánico que alude a una indígena joven destinada para ser princesa. Mi heroína se llama Jannika, nombre que tomé de una nativa de San Andrés, durante un paseo familiar. Una muchacha de una belleza exótica, dueña de una sonrisa hermosísima”.

—¿Y qué representa Jannika en tu novela?

“Es la reivindicación de la fuerza, el honor y la dignidad que el continente amerindio perdió con la colonización. Jannika es la mujer que no se deja vencer, que se proclama redentora de la esclavitud a la que fueron sometidos nuestros antepasados, pero no sólo de esa esclavitud de cadenas y humillaciones, sino de todas esas esclavitudes sistemáticas que asumimos en el transcurso de nuestras vidas, y de las que difícilmente nos podemos librar”.

—¿Fue tu pretensión escribir una novela histórica?

“Utilicé parte de esa historia que todos conocemos y en la que nos iniciamos en el bachillerato, como plataforma, mejor, como sedimento. Y aprovechando ese magnífico territorio y su cronología, fui construyendo mi propia historia. Una historia de amor y de vida, de lucha y de esperanza”.

—El andamiaje, la estructura narrativa, el tono, el ritmo, los espacios, son de una sólida madurez. ¿Cómo lo lograste?

“Por los libros. Qué mejor modelo para armar que los libros que has leído. Cada uno con su vida propia, con una estructura y estilo diferentes, y con la magia que nos ofrece la imaginación, y la pasión que nos incita a escribir, a navegar en mares misteriosos y desconocidos, y a crear nuestros propios universos, que es lo rico y asombroso de la literatura”.

No obstante esa disposición y riqueza narrativa, Dibi Lorena, hoy a sus veinte provechosos años, cursa estudios de Administración de Empresas, carrera que ella optó para aportar sus conocimientos a futuro próximo en la empresa educativa de sus padres: dos hemisferios piensan mejor que uno, alternativa de formación, comprensión, análisis, concentración y agilidad mental para estudiantes con déficit académico, o lo contrario, con altos niveles de superación, en aras de canalizar y potenciar sus habilidades.

A mitad de su carrera administrativa, Dibi Lorena, una vez se gradúe, quiere estudiar Filosofía y Letras.

“El arte y la filosofía nos ofrecen las respuestas que la ciencia nos niega, aunque respeto y admiro los científicos”.

—¿Cuántos libros te has leído a la fecha?

“Un promedio de 250”.

—¿Sigues escribiendo?

“Por supuesto. Eso ya es un hábito, una condición orgánica, o como le he oído a algunos escritores, un virus del que uno no puede liberarse”.

—¿Y en qué estás trabajando?

“Me seducen la poesía y el relato, el cuento. La poesía, que es un trabajo respetable, único, preciso. Como dice Borges: "No hay poesía si no hay excelencia". Eso es definitivo. Por eso requiere de mucha atención y trabajo, de esfuerzo y paciencia. Y, el relato, porque tiene su propio mecanismo de relojería, y contrario a la novela, que permite extenderse y fantasear, el del cuento es un tejido de filigrana, a prueba de cincel y fuego, como una preciada pieza de joyería”.

-¿Qué piensa una joven como tú del proceso histórico que está viviendo Colombia?

“Es delicado, por la agresividad, la ligereza y la superficialidad con que se está asumiendo el proceso de paz, y el futuro político del país. Pienso que hay un atraso vergonzoso en educación política.Ver un debate, es como asomarse a un reality, a una competencia insana, provocadora y desafiante de los candidatos. En este sentido desconfío de los medios, sobre todo cuando se prestan para esta farandulización de los temas de la política y de la gobernabilidad; se advierten intereses personales, se percibe una notoria hipocresía”.

***

La novela de Dibi Lorena Guzmán Calderon En el Nuevo Mundo también existieron princesas fue auspiciada para su impresión por sus padres y su lanzamiento en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2018 se llevará a cabo en el Gran Salón de Ecopetrol, Sala A, el jueves 26 de abril, a las 2:00 p.m.

El libro está escrito a manera de diario epistolar, con una voz narradora que es la de su protagonista. Me permito transcribir los primeros párrafos, para que los lectores y lectoras de todas las edades observen el estilo de una escritora que se inició en estas complejas lides cuando apenas contaba con quince años:

Querido Isaac… Aquí va mi historia. Desde el inicio, desde que todo tiene sentido en mi memoria. Esta es la historia de mi vida, es mi vida en la historia.

Mi nombre es Jannika, vivía en una tribu, mi padre era de nombre Joshua y mi madre de nombre Kelisha. Viví en una época llena de disturbios, donde aquel que tuviera diferencias era tachado de fenómeno, brujo, maldito. En esa época, España se encontraba en serios problemas económicos, sociales, políticos. Las guerras eran constantes, por lo que los moros, quienes invadían sus tierras, aprovechaban  cada oportunidad presente.

Un hombre llamado Cristóbal Colón había resuelto cambiar la economía de su tierra. Por esta razón decidió ir a las Indias. Invadido por su ambición y pasión por las aguas, se presentó ante los reyes, que dudosos aceptaron su petición. Y partió. Después de varios meses de viaje, por fin un hombre gritó ¡Tierra! (…)

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