Como todos sabemos, el alto índice de contagios en el país sigue en aumento y no es claro aún si se está cerca de llegar al pico máximo de la curva, en medio de esta incertidumbre el presidente de la república Iván Duque promueve tres días sin IVA de los cuales ya se venía hablando meses atrás, siendo el del pasado viernes 19 de junio el primero.
La medida aplica para muchos artículos, principalmente una larga lista de electrodomésticos, lo cual se supone es una ayuda al comercio el cual se ha visto gravemente golpeado por los efectos de la pandemia. Si bien, todo suena muy perfecto, pero hay dos puntos muy importantes que resaltar, uno peligroso y uno engañoso, el primero: no se tiene en cuenta la gran aglomeración de personas que salen desde las madrugadas a comprar como si se tratara de un black friday, cientos y miles de personas, corriendo el riesgo de ser contagiados y de crear una mayor cadena de contagios la cual se vería reflejada en las estadísticas en aproximadamente dos semanas después, esta medida desde este punto de vista resulta muy irresponsable por parte del gobierno y del ministerio de salud debido alto nivel de contagio que hay en las calles y el distanciamiento social y medidas sanitarias que son violadas a la hora de querer entrar a la fuerza a comprar un televisor.
El otro punto, para mi más ignorado y muy importante, es la fallida idea de querer incentivar la economía nacional a través de la oferta cuando debería ser a través de la demanda, y mucho más aún en medio de una pandemia que elevó mucho más el desempleo en el país. Se explica de la siguiente manera: al reducir los precios de ciertos artículos, las personas solo tienen dos opciones, o comprar o no comprar, es decir, acceder o no acceder a los descuentos, esto es producto de la decisión del gobierno de estimular la oferta, por otro lado, si el gobierno estimula la demanda, con medidas como mantener los créditos de las pequeñas y medianas empresas, reducir las tasas de interés, aumentar el gasto público, incluso ofrecer beneficios económicos para el acceso a la educación pública, esto generaría un mayor ingreso extra para la población de los estratos medios y bajos, y así, no solo tendrían las opciones de comprar o no comprar, sino que podrían decidir y dividir estos ingresos en tres partes principalmente, en consumo si lo quieren gastar, en ahorro si lo quieren guardar o en inversión si quieren emprender, pero obviamente al gobierno no le agrada la idea de que el dinero esté estancado para resultados a largo plazo, sabiendo que el camino de estimular la oferta arroja resultados inmediatos ya que todas las personas estamos programadas psicológicamente para gastar y consumir, y teniendo en cuenta también que el gobierno es amigo de las grandes multinacionales, marcas y cadenas de mercados y menos amigo de las personas del común a las cuales obligan a gastar.
Incentivando la economía por el camino de la demanda en vez de la oferta, se impulsaría mucho mejor la economía en términos generales y se combate el desempleo que estamos viviendo aún mayor por la pandemia, y si al final este incentivo a la demanda crea una inflación, siempre será mejor lidiar con una inflación moderada que con una deflación que represente un desempleo eterno como el que han vivido muchas ciudades de Colombia.
