Fue en una fiesta a la que la invitó Pilar Vargas, la esposa de Yamid Amat. Era agosto de 1993 y la Guerra de los Balcanes arreciaba. En Colombia pocos entendían el tema. Yamid, quien no tenía ni idea de por qué peleaban serbios y croatas destrozando en mil pedazos lo que se conocía como Yugoslavia. Al calor del vino Diana Uribe, quien hasta ese momento era una profesora de Filosofía de la Universidad de los Andes, hija de un hombre obsesivo por la Historia que le regaló, cuando cumplió años, una enciclopedia de la Humanidad que le dio a la joven bogotana la conciencia del devenir que siempre la ha acompañado.
Yamid quedó impresionado con la disertación y la invitó a CM& a dar unas conferencias sobre la guerra de los Balcanes, sobre toda la historia de Europa. A La tercera charla la encerraron en una habitación y Amat la señaló “usted es nuestra internacionalista” y le hicieron una oferta económica que nunca pudo rechazar. Sin embargo, sería Cesar Augusto Londoño quien la convenció para que tuviera un espacio de radio. La historia del Mundo arrancó en 1999. Ahí las grandes masas supimos de la Revolución Cultural China, de Rosa Parks, la afroamericana que se negó a ser tratada como un animal en un bus dominado por blancos. Nunca antes la Historia había sido más atractiva, más adictiva.
Durante los ochenta sus alumnos de Los Andes la amaban. Podía relacionar una canción como Space Oddity de David Bowie con la carrera espacial y desde ahí analizar la Guerra Fría. Además, las clases nocturnas de los viernes terminaban en un amanecedero de la calle 45 con Caracas llamado Bardos que, a las cinco de la mañana, mandaba a los noctámbulos salseros a la calle mientras sonaba Wish yo we here de Pink Floyd.
Las ganas de ver el mundo arder le vienen de su hermano, el mismo que le puso en sus manos la biblia del Mayo del 68: Eros y la civilización de Marcuse. Era Marcuse y Clapton y el Siglo XX Cambalache. A los alumnos se los ganó con el rock. A comienzos de este siglo conocí a Hernán Prada, un filósofo de Los Andes que había sido su discípulo. En una ciudad como Bucaramanga en donde sólo se escuchaban los Diablitos y los Fantasmas del Caribe, Jazz Note, su chuzo, era el refugio obligado para los que aspirábamos a ser diferentes. Y entonces sonaba Elmore James, John Mayall y una balada con la que recordábamos los amores lejanos y ridículos era Antem de Deep Pruple. Cada vez que tomaba, Prada hablaba de la influencia que había tenido Diana Uribe en jóvenes aspirantes a poetas o simples bohemios a los que le gustaba acabar botellas y consumir los efluvios de los últimos estertores de la noche hablando sobre la tragedia de las Romanov en la media noche en la que los bolcheviques los remataron a punta de bayonetazos.
Durante casi veinte años se mantuvo, en un país donde no se lee, un programa como el de Diana Uribe en la parrilla de Caracol. En el 2006, cuando se abrió Youtube, el programa se convirtió en el primero, junto con El pulso del fútbol, en ser escuchado por muchísimas personas a destiempo, sin depender de la dictadura del dial. En ese sentido fue el primer Podcast de la historia de la radio nacional. Diana Uribe, como la genio que es, se había adelantado a los tiempos.
En el 2018, por una decisión del Grupo Prisa en la que no tuvieron nada que ver las directivas colombianas, Caracol sacó del aire a la Historia del Mundo. El capítulo sobre la revolución Contracultural de los años sesenta tiene, en Youtube, más de dos millones de visitas, casi lo mismo que puede tener una canción de Silvestre Dangond.
La profesora Uribe se fue para RTVC y allí sus podcast son la locura. Diana manda en cada uno de los podcasts nacionales. A sus 61 años, como la Rolling Stone que es, está más vigente y activa que nunca, haciendo lo que nunca ha dejado de ser: la profesora más cool de este país.