Dos cosas quedan claras en los primeros minutos de un show de Diamante Eléctrico en Bogotá, mientras más de 2.000 personas sueltan alaridos con la letra de sus canciones y más precisamente cuando arrancan con uno de sus últimos hits llamado "Algo bueno tenía que tener (Bogotá)": que conectan con su público de una manera que muy pocas bandas de rock del continente podrían emular y, aún más importante, que son de acá. Tan rolos, como ese jingle de Cadena Melodía que suena antes de comenzar.
El show va a estar repleto de referencias locales. Es más, antes de los artistas de apertura Sir Hope y Marilia Monzón (con quienes me disculpo, ya que no pude ver sus shows por estar en un cumpleaños), el evento comenzó con un septimazo que tenía bolirana y otros jueguitos, que aunque existan en todo Colombia, tienen gran importancia para los bogotanos. Además, Juan Galeano, el cantante, es rolo hasta para echar un madrazo.
El show sigue con "Las horas" y "Los hombres sí lloran", una canción contra la masculinidad tóxica, que encima muestra en pantalla declaraciones en contra de la misoginia y la transfobia.
El otro día durante el show de Monsieur Periné pensaba que este mundo puso de moda la falta de empatía y ahora viendo a Diamante Eléctrico entiendo que quienes, al igual que estas dos bandas, han intentado romper con esa tendencia contemporánea, también han sido premiadas con el profundo amor de sus fanáticos, que se manifiesta de formas inigualables.
Minutos más tarde Juan cuenta que recibió un mail de una seguidora que quiere hacerle una pregunta muy importante a su pareja. No es difícil adivinar que viene una propuesta de matrimonio, con el componente adicional de que será una mujer quien tomará las riendas. "Cómo tiene que ser", bromea el amigo que me acompaña. El tipo, a punto de infartarse. En parte por estar viviendo uno de los momentos más importantes de su vida y, supongo, porque Diamante Eléctrico o la canción "Persona favorita" que sonará a continuación debe ser muy importante para él... o para ambos. A partir de ese sábado, con mayor razón.
A continuación, Diamante Eléctrico interpreta "Antes de ti", "Porcelana" y "Rotos", que con su pregunta "¿quién nos va a reparar?", parece hablar más de los más de 2.000 asistentes presentes, que de una ficticia relación de pareja. A continuación la banda desaparece del escenario y emerge desde una tarima chiquita en la parte trasera, es hora de un pequeño show acústico que arrancará con "El amor es un juego de perdedores". En versión mariachi.
En una época en que las personas parecen más preocupadas por los planes para salir que en las personas que conocerán en medio de esos planes, no es atrevido decir que esta canción funciona como una infame cazadora de heridas emocionales.
El set acústico viene con sorpresa, con un cover, aunque Juan Galeano remarca que ellos no suelen tocar canciones de otros. Han elegido un clásico de la salsa romántica, y por cierto, ya ha sonado mucha salsa en el Chamorro City Hall durante los minutos previos al show.
Entonces, tocan "Casi un hechizo" de Jerry Rivera. Una composición que ojalá desde esta noche también le pertenezca a Diamante Eléctrico, quienes quedaron con la obligación moral de grabarla aunque sea en una sesión de YouTube. Difícil no pensar que este fue uno de los momentos más emotivos del evento.
"Nos rompemos igual" es otra gran sorpresa, porque aunque durante este show la banda parece preferir jugarle al pop que ha desarrollado a lo largo de los años y así evitar esta noche canciones como "Matar a un hombre muerto" o "Todo va a arder", que hacen parte de una etapa más alternativa; también parece entender que sus fanáticos esperan su primer gran hit. Daniel Álvarez se suelta uno de los tantos espectaculares solos que hará en la noche.
Hay un momento de la noche, que ya ni recuerdo entre qué canciones ocurrió, en el que, durante un solo de Daniel, Juan Galeano se pone a disposición de su público para repartir chorro. Es un momento único, bellísimo. El rockstar pasa por lo menos tres minutos dedicándose a atender a los admiradores que se agolparon en la primera fila. Si se les ocurre una mejor metáfora para hablar de una agrupación entregada a los fanáticos que la han mantenido viva por más de doce años, por favor escríbanla en los comentarios.
Luego tocan éxitos como "Gobiérname", "Oro" (probablemente la más coreada) o su nuevo éxito "El big bang". Y comienzan los bises, esas cancioncitas adicionales que aparecen cuando parece que ya no habrá más show. Pero antes hay un detalle que vale la pena remarcar. La metáfora del big bang, que creo que también ha utilizado Enrique Bunbury, no es tan común en la música latina. Por lo menos a mi me vuela la cabeza una canción de amor en la que un tipo le dice a su potencial pareja algo así como: Vos y yo vamos a crear un universo.
El cierre viene con "Amalia" y con otro "insulto" de Juan, quien al volver a la tarima ante el reclamo de los presentes no teme hablarle con confianza a sus seguidores y decirles que "esa bulla sí estuvo muy pedorra, coman m...".
Por fin suena el éxito esperado por todo Latinoamérica unida, como diría un reconocido Youtuber argentino de series y películas, "Suéltame, Bogotá", que tiene al emergente solista Daniel Duplat como invitado en el saxofón. "Maldito futuro", un tema punkerito del nuevo disco es el elegido para cerrar.
Al ver a Diamante Eléctrico en concierto es fácil entender cómo se ganaron Latin Grammys por sus discos B y La gran oscilación y por sus canciones "Déjala rodar" y "Leche de tigre"; cómo conquistaron al público mexicano, presentándose alrededor de ese país y en tarimas como los festivales Vive Latino y Pal Norte, así también el House Of Blues de California o, lo más importante, cómo se han mantenido por más de diez años en una época donde todas las bandas de rock latino se convirtieron en fenómenos de nicho ante el crecimiento desproporcionado de las industrias que están ligadas a otros géneros musicales.
Además han tocado en otros países Argentina, Chile y en 2017 hasta tuvieron una escapadita a uno de los mayores festivales de música de Francia, el Eurockéennes de Belfort 2017, donde también se presentaron la banda indie Phoenix, la promesa del reggae jamaiquino Protoje y la agrupación de metal Gojira, que el mundo acaba de conocer por su presentación en los últimos Juegos Olímpicos.
Hay artistas que sólo sueñan con ser estrellas de rock y otros que quieren crear un big bang, transformando a sus seguidores en luminosas estrellas, para que ellos los acompañen en el proceso de crear su propio universo. Quizás ahí radique la diferencia entre las bandas contemporáneas que triunfan y las que no.
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