Quiero presentar algunas reflexiones sobre lo que está pasando con los Diálogos Regionales para la construcción del Plan Nacional de Desarrollo que, según algunas versiones periodísticas de cómo se desarrollaron los eventos en Turbaco y en Cali, dan a entender que fueron desafortunados para la mayoría de los participantes y están conspirando en cierta forma contra la unidad y la opinión favorable hacia el gobierno del Pacto Histórico.
En esencia se trata de la metodología utilizada para involucrar a las comunidades en la construcción del Plan de Desarrollo.
La razón de ser es la participación política de los sectores oral, para ir construyendo un movimiento de opinión, una base de masas que le permita al gobierno tener la gobernabilidad en los medios de comunicación; una especie de “estado de opinión” que le permita llevar la gobernabilidad de las calles y plazas de Colombia al Congreso de la República.
Estamos una especie de medición de fuerzas entre la oligarquía de los bancos, de los terratenientes, de los grupos económicos, y de los medios de comunicación, de un lado, y de los sectores populares y democráticos que apoyan al Gobierno, de otro.
Una suerte de antesala para la medición de fuerzas con vistas a la movilización nacional del 15 de noviembre, como respuesta a la movilización del establecimiento el pasado 26 de Septiembre contra las reformas democráticas, especialmente contra el contenido progresivo y equitativo de la reforma tributaria.
No obstante los buenos propósitos de construir un movimiento participativo de masas, el método utilizado deja mucho que desear, si tenemos en cuenta los resultados y las valoraciones que se han hecho por parte de algunos medios de comunicación y determinados comentaristas de radio.
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Algo parecido se dijo de los problemas que se presentaron en Turbaco (Bolívar), donde no hubo como darle cabida a tanta gente que quería participar.
Si se quiere empezar a movilizar la gente en apoyo al programa de gobierno, pues lo mejor sería que se invite en cada Diálogo Regional a una gran concentración donde el presidente hable de los grandes problemas de la región y de las soluciones financieras para los mismos.
Luego se recogerían las propuestas de las organizaciones de los gremios, de los empresarios, los sindicatos, la academia, de los ambientalistas, las organizaciones políticas y sociales, y otras expresiones de la sociedad civil, y, con estos insumos, Planeación Nacional sistematizará todo un paquete de propuestas para presentarlo al Congreso Nacional, donde hay que dar el debate para la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo que debe estar listo para finales de marzo de 2023.
Planeación Nacional devuelve las conclusiones temáticas de cada región, sistematizadas, programadas y financiadas para que la gente interesada tenga una herramienta de trabajo para la construcción, seguimiento, veeduría y evaluación del cumplimiento práctico de los planes, programas y políticas del Gobierno Nacional consignados en el Plan Nacional de Desarrollo.
Es imposible querer desarrollar técnicamente los diálogos vinculantes a través de la participación de miles y miles de personas sin la participación democrática y organizada de las organizaciones sociales y políticas, de la academia, los gremios económicos, la empresa privada, de la sociedad civil y del Gobierno Nacional.
Ahora la pregunta es: ¿qué corriente política está manejando la implementación de los Diálogos Regionales para la construcción del Presupuesto Nacional? ¿Cuál es el protagonismo de la izquierda en estos escenarios? ¿Cómo va a ser la participación de las fuerzas políticas del Pacto Histórico? ¿La organización de los diálogos vinculantes está solamente en manos de la socialdemocracia liberal?
La izquierda debe aprovechar estos escenarios para la Organización Regional del Pacto Histórico, si es que todavía existen las posibilidades de hacer una política amplia, unitaria e independiente con este proyecto político programático, progresista y democrático, con la formación de los Comandos Municipales del Pacto Histórico, empezando con la movilización nacional del 15 de noviembre por la Paz y por los cambios democráticos.
La izquierda debe aprovechar este espacio para movilizar y convocar a sindicatos y demás organizaciones sociales y políticas para la gran marcha de unidad del 15 de noviembre en defensa de la democracia avanzada, y para caracterizar una corriente política definida dentro del Pacto Histórico, en la perspectiva de las próximas elecciones locales y regionales del 2023, que no solamente trascienda las elecciones sino que se consolide como corriente política independiente para dirigir el proceso de la revolución democrática.
La otra alternativa es seguir como furgón de cola del “liberalismo socialdemócrata”, un movimiento político incoloro, insípido, difuso, profuso y confuso.
Para caracterizarse la izquierda tiene que unirse en un solo bloque popular alternativo con la consigna del momento: unidad de acción de masas para el poder popular.
Además hay que tener en cuenta que si la situación se agudiza contra las mayorías populares como es de preverse en el inmediato futuro y el Gobierno no presenta soluciones a la carestía de la vida, el hambre, la inflación, la recesión, el desempleo.
Con las expectativas de la gente de salir de la crisis mediante las reformas propuestas en la campaña electoral, pues se corre el riesgo de que estas mayorías pueden ser manipuladas por los sectores empresariales, los terratenientes, los grandes banqueros y sus medios de comunicación, para ser movilizadas y estimuladas por los sectores neoliberales para hacer ingobernable el gobierno democrático, como en efecto lo estamos viendo con la manipulación de los medios en relación a la reforma tributaria.
Antes de que esto pueda llegar a suceder, la voz del presidente y la unidad del Gobierno, tienen que prevalecer con objetivos claros para la opinión democrática y en general para todos los colombianos: la reforma tributaria, la reforma rural integral, la reforma laboral y pensional, la reforma de la salud, y la paz total, como ejes centrales del programa para los cambios democráticos.
No puede ser que pase la luna de miel del gobierno sin haber avanzado en las reformas democráticas que propicien un ambiente político propicio para las fuerzas alternativas en las elecciones locales del 2023.
En caso de que la situación se agudice y la lucha de clases se amplíe y profundice, pues hay que tener en cuenta el recurso de una Asamblea Nacional Constituyente para resolver la crisis, evitando la anarquía de una guerra civil –mucho más profunda de la que estamos viviendo– que sería lo peor que nos podría pasar.
El que gane las masas ganará la guerra; por eso el proyecto que recoja la simpatía y la participación activa de la mayoría, definirá la causa democrática, o la salida fascista a la crisis nacional; así está planteada la disyuntiva de la coyuntura política y no van a ser las posiciones intermedias y vacilantes las que dirijan este proceso democrático y popular.