La ira y la rabia que brota grotesca e incontrolable por el ataque artero, aleve e infame a la escuela de Policía General Santander, en la ciudad de Bogotá, además de enceguecer y llenar de prejuicios, obnubila la razón y el sano juicio.
Una vez pasa el inflamable momento, se espera que la cordura y la razón tomen el control. Sin embargo, frente a actos tan cobardes y desalmados, donde se masacran niños indefensos, es muy difícil hallar paz en el corazón del gobernante, cuyo pueblo clama justicia, revancha y venganza. Además, las fuerzas políticas democráticas y de derecha, junto con su partido de gobierno, lo acosan y presionan.
No obstante, eso no es todo. Por otra parte, las hipócritas izquierdas de manera cínica lo invitan a dialogar, a evitar otra escalada de violencia —con su mundo oscuro y de dolor—, lógicamente concediendo un trato ventajoso e impune para los ahora alzados en armas, similar al de la entrega fariana. ¡Eso es algo inconcebible!
El atentado fue un craso error del ELN, que atizó la hoguera de la guerra y el enfrentamiento. Con sus actos provocaron y retaron de manera abierta y directa al gobierno, quien está obligado ya, a responder militarmente y de manera contundente, so pena de exponerse a ser señalado de débil e incapaz de proteger sus instituciones y su pueblo.
Seguramente después de sendas operaciones militares y bombardeos, donde se despedace al enemigo, se encuentre un inicio de acuerdo para el diálogo, por ahora no se vislumbra ninguna posibilidad. El ELN es la facción rebelde más fanática y fundamentalista de las alzadas en armas, 57 años de guerra, negociando y disparando, nunca cesando en su accionar demencial.
Ningún colombiano quiere más guerra y muerte. Hay que cuidar la maltrecha paz que nos dejó Santos, en lo que se refiere a la humilde base guerrillera, otra cosa son sus comandantes con sus figuras de impunidad y privilegios... algo intolerable que debe ser reformado.
El atentado demuestra una gran insensibilidad, odio y desprecio por la institucionalidad democrática del Estado de derecho. Y a pesar de eso, desafiantes y envalentonados sus jefes esperan trato preferente, curules, penas irrisorias, medios e impunidad total, además de felicitaciones por su heroico accionar, lucha, sacrificio y abnegación en favor de los oprimidos. ¿Dialogar?