La cosa fue así: Édgar Hernández Vallejo, confeso izquierdista y luchador irrenunciable de las causas sociales en Pasto, interrumpió al padre Sofonías Ramos porque, según él, se estaba explayando más de la cuenta con un discurso religioso y le dijo: “padre, qué le parece si deja de hablar tanta basura y seguimos con la clase de mecanografía”. Exaltado, el cura no podía creer lo que había escuchado de su estudiante y sin titubear, lo calificó como “el diablo”.
Fabricaban bombas
Desde entonces, ese es el sobrenombre que acompaña día y noche a quien es recordado como uno de los líderes más controvertidos durante los primeros de mayo en la capital nariñense. “Días antes de esta fecha, nos reuníamos en las casas de los dirigentes del partido Comunista o de los compañeros de los sindicatos para ultimar detalles de la marcha, fabricar bombas molotov y llenarnos de valor para tomarnos las calles y exigir el respeto por la clase trabajadora”, apunta con memoria fotográfica, este hombre desdentado y de contextura delgada.
Campo de batalla
Recordó que de la mano de memorables dirigentes como Heraldo Romero Sánchez, Orlando Patiño e Ignacio Coral, organizó multitudinarias marchas que, aunque según afirma no buscaban alterar el orden público, casi siempre terminaban en violentos enfrentamientos con la Fuerza Pública que dejaban decenas de lesionados. “Nosotros intentábamos realizar movilizaciones pacíficas, pero si el F-2 u otra autoridad de ese entonces nos reprimía, teníamos que defendernos”, relata ‘El Diablo’.
Aseguró, además, que cada primero de mayo, en las décadas de los 70 y 80; estudiantes, sindicalistas, asalariados, sectores barriales y ciudadanos en general se volcaban a las calles de Pasto, para pedir mejores condiciones labores y un trato más digno por parte de empleadores. “Protestábamos por el despotismo de los dueños de las empresas hacia los obreros, exigiéndoles salarios dignos, contratos estables y un trato más humano”, apuntó Edgar.
“Se roban el país”
Reconoció que para aquella época, marchaban bajo consignas como “abajo el imperialismo” y “no a la venta de las riquezas de Colombia como el petróleo, el oro, el níquel y otros minerales a las empresas trasnacionales”.
“Aunque después de participar en estas marchas, muchos trabajadores eran despedidos, jamás bajamos la guardia, ni siquiera cuando agentes del F-2 asesinaron a dos obreros en pleno centro de Pasto”, señaló Edgar, quien reveló que también militó en las filas del M-19 bajo el mando de Carlos Pizarro y que en sus años como estudiante de Sociología en la Universidad Nacional en Bogotá, en donde vivió más de dos décadas, compartió salón de clases con el escritor Luis Fayad y el considerado último marxista de Colombia, Marcelo Torres.
“Vencer o morir”
Finalmente, ‘El Diablo’, en una anécdota que de darse de una forma distinta a la que relata con lujo de detalles hubiera truncado para siempre sus sueños revolucionarios, confesó que en su época de colegio fue perseguido durante meses por un policía que, según él, pretendía conjurar su espíritu luchador y rebelde.
“Después de múltiples detenciones en las mazmorras de la ciudad, le dije muy claramente a este señor que si no me dejaba en paz, lo mataría. Y santo remedio, jamás volví a saber de él”, recuerda Édgar, quien hoy como todos los primeros de mayo, saldrá a marchar en nombre de los trabajadores de este país y de todo el mundo, pues sostiene sin ningún temor que al mejor estilo del Che Guevara, el obrero no tiene más opciones que vencer o morir.
@CrisMauroBurgos