Yo recuerdo perfectamente los llamados días de la banderita cuando al hospital público, cualquiera, se le hacían donaciones en las puertas de centros comerciales, almacenes de cadena o incluso de otros hospitales más pudientes, por ¡un día! El resultado, los días de banderita el hospital menesteroso recibía recursos y los otros días languidecía en su pobreza. Lo cierto es que aunque ineficiente, la donación era voluntaria y no había guardias o policías esperando a multar a quienes no querían (o no podían) dar su óbolo.
Ahora traslademos el recuerdo de las banderitas al llamado día sin carro, la estrategia pedagógica por excelencia utilizada por ciudades como Medellín o Bogotá para concienciar a los ciudadanos sobre el tema ambiental. A diferencia de la donación voluntaria aquí sí hay guardias y cámaras por doquier que obligan a ser generosos con la tierra so pena de multas y sanciones. ¿El resultado? Parecido o incluso peor, las personas hacemos un burdo simulacro de cuidar el planeta por obligación, ¡un día al año!
¿Quién podría estar en contra de un mejor ambiente para las ciudades?, ¿quién quisiera un mejor aire para su familia? Sin embargo, al guardar los carros hay otros puntos a considerar. Debería mencionar los argumentos económicos en contra de estos días de semi parálisis, que para algunos son de mucho peso, puesto que en una economía alicaída estos puntillazos podrían ser, además de odiosos, peligrosos; duros golpes con pocos beneficios. En todo caso, sí buscan crear una filosofía medio ambiental de largo plazo esta metodología prohibitiva nunca podrá ser exitosa.
En definitiva, es necesario crear una línea de protección del planeta que nazca desde el kinder mismo, desde el ADN de los infantes, con el siguiente mensaje: la clave del medio ambiente son los árboles y son sagrados. Entonces por qué no darle un valor relativo a cada árbol según su capacidad de metabolizar CO2, si es el caso darles un nombre propio y georeferenciarlos, para saber dónde están y cuidarlos mucho, como Matusalén, el legendario árbol de White Mountains - California, o como la ceiba del parque de Gigante - Huila. No conozco a nadie vivo que tenga la edad de ciertos árboles, pero ¿sabe usted cuáles árboles son ideales para sembrar en el valle de Aburrá y cuáles deberían estar proscritos?, ¿han difundido una carta que permita entender esto?, ¿son mejores las palmas o los urapanes? Yo más que guardar el carro, por un día, quiero sembrar para el larguísimo plazo del planeta, pero ¿qué siembro? y ¿dónde? La idea del municipio de Medellín de crear mariposarios y sobretodo apiarios en los cerros tutelares es muy buena, pero hacerlos bosques sería aún mejor, ¿cuándo empezamos?
La obligación de hacer las aceras con un cordón de grama que permita sembrar árboles en las calles tendría que ser obligatoria y si ahí están esos espacios, la secretaría encargada ¡a sembrar por favor! Y si lo suyo definitivamente no son los árboles, piense en abandonar las botellas plásticas y cambiarse a algo como el oohu, agua embotellada en una cubierta de alga comestible que promete impactar realmente a largo plazo el medio ambiente en el mundo. En definitiva querer el planeta y mejorar su ambiente nunca podrá nacer de una medida draconiana e injusta que ayuda pírricamente al espacio de planeta que nos toca, apenas por unas horas, creando otro tipo de problemas y sin educar en lo más mínimo.