Como ocurre desde hace ya varios años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la celebración del día mundial de la lavada de manos. Esta noble iniciativa busca generar conciencia acerca de la importancia que tiene para la salud mantener limpias las manos, a fin de prevenir enfermedades graves. El inmortal Klim, Lucas Caballero Calderón, en una de sus especiales mamadas de gallo se refería al tema, recomendando que a los niños de escuela se les insistiera en la necesidad de mantener limpia la parte final las extremidades superiores, enseñándoles una pequeña canción que decía, según él, más o menos así: “antes y después de cada comida, las manos límpiate bien; y cuando vayas al baño, también, también.” Sentido homenaje al último buen escritor humorístico que ha producido nuestro país de plagiadores.
En Colombia, el día mundial de lavarse las manos pasó más o menos desapercibido. No sabemos si al Ministerio de Salud no le interesa el tema, o como siempre estaban ocupados en temas realmente importantes para los ministros, como el Festival Vallenato, por ejemplo.
Para el próximo año, propongo que se haga algo por incentivar su celebración en el país. Por ejemplo, se podría unir esta fecha con la del reinado nacional de sacaculismo, el torneo departamental del “eso fue a mis espaldas” y el concurso del “tapen, tapen”. De esta forma, las llamadas fuerzas vivas se vincularían con entusiasmo a dicha celebración.
Mientras el gobierno y sus áulicos siguen sembrando fantasías, los colombianos cosechamos amargas realidades. No sería mucho mejor para el resto de nosotros, si se comprobó la entrada de dineros ilegales a las dos campañas políticas, saber por qué solo uno de los candidatos, el que perdió, tuvo el valor de retirarse de la vida pública mientras es investigado; en tanto que el otro, el que ganó, se lava meticulosamente las manos, utilizando como jabón, cepillo y toalla al gerente de campaña que él mismo nombró.
Que nuestro Poncio Pilatos nos explique por qué el presidente que lo nombró ministro de Defensa
tiene que salir a responder por los falsos positivos, mientras él se agacha
para que la línea de investigación sobre estos macabros hechos no lo toque
De igual manera, podríamos aprovechar todas esas festividades acumuladas para que nuestro Poncio Pilatos nos explique por qué el presidente que lo nombró ministro de Defensa tiene que salir a responder por los falsos positivos, mientras él se agacha para que la línea de investigación sobre estos macabros hechos no lo toque.
La lista sería interminable. Pero si se aprovecha la acumulación de festejos, podríamos al menos dedicar ese día a preguntarnos qué clase de lógica perversa emplean tanto los organismos de investigación como los medios periodísticos que los apuntalan.
Y mientras nuestro actual gobierno sigue habitando el país de las maravillas, la guerrilla copa los espacios de poder; las posibilidades de mejora del nivel de vida de los obreros y trabajadores están limitadas el IPC, en el entendido que la inflación no sea superior a este índice ya de por sí engañoso y truculento, como casi todo lo que sale de la Casa de Nariño. Y todos como si nada.
En Colombia vamos al Mundial de Fútbol por repechaje; somos inocentes por prescripción o por vencimiento de términos; y salimos de la pobreza por reclasificación. De lo que sí estamos seguros es que nadie tiene la culpa. Mejor dicho, alguien la tiene, pero siempre es ajena.
Con nuestra muy merecida fama de ser un país campeón en días festivos, reinados y fiestas patronales, deberíamos juntar celebraciones similares en un solo día; por lo menos para aparentar que son menos de las que realmente existen en nuestro abigarrado calendario nacional.
Publicada originalmente el 9 de mayo de 2017