El pasado Día de la Madre (2016) se cometieron 17 homicidios dentro de los hogares y cerca de 4.000 peleas violentas, que ya hablan no de simples borracheras, sino de una verdadera crisis familiar en los colombianos.
Y estas cifras solo en Bogotá. Durante mucho tiempo se estuvieron contabilizando y recibiendo las denuncias de todos los hechos trágicos, violentos y cruentos que tiñeron de rojo todo el país el único día destinado a llevarles amor, paz y alegría a las madres por parte de sus familias.
Junto al Día de la Madre, las otras dos fechas más violentas en Colombia, son Navidad y Año Nuevo.
Quiere decir que las madres en lugar de tener esos días en casa, a sus familiares, y recibir una rica torta con velitas encendidas para celebrar un año más, tienen a cambio un ataúd rodeado de cuatro cirios encendidos; o en lugar de un ramo de flores, varias coronas de estas.
Y no es sorpresivo el dato. Ya se sabe por las estadísticas que estas tres fechas de unión familiar son las más violentas en el país. Así lo informaban previamente a las celebraciones los medios de comunicación y los llamados de la Policía Nacional para que los colombianos tomen conciencia y se midieran en sus consumos y sus reacciones.
Sin embargo, en lugar de tomar conciencia se toma es trago, en exceso, y una desmedida borrachera es la madre de todas las desgracias.
El licor cumple con su trabajo. Perdidas las inhibiciones, el pasado Día de la Madre, un hijo no tuvo mayor problema de asesinar a su hermano, frente a su madre, en su propio hogar.
Es cierto que la familia no se escoge. En ocasiones y casi que por obligación se deben aceptar personas que no son del gusto propio, simplemente porque son primos, tíos, cuñados, sobrinos, nueras o yernos.
Parece que una reunión “familiar” el 24 de diciembre, o el 31 de diciembre, o el 8 de mayo, es un caldo de cultivo donde van creciendo sentimientos nocivos de ira, envidia, desprecio, celos, o complejos de unos frente a otros miembros de la familia y se comienzan a entrecruzar esas miradas fulminantes de que “algún día me las va a pagar”. Y esos días, son el desmadre. Esas tres fechas, son las tres mechas.
Mechas que explotan con toda su intensidad y el poder de su onda expansiva hace daño, hasta el punto que a las madres ya les da nervios que haya grandes reuniones en sus casas porque saben que fulano no se la va con sutano, y a pesar de sus ruegos y precauciones, delante de esa madre, fulano termina asesinando a sutano.
¿Crisis en las familias colombianas?
Aunque dichos actos no se presenten en todos los hogares, el simple hecho de que estas fechas familiares, sean tendencia y estadísticas comprobadas, infieren que en efecto, la entidad familiar no es propiamente un festival de piropos, abrazos y reconocimientos, sino una oportunidad para dos o más que no se la llevan, demuestren públicamente que así es.
Para ellos, para esos violentos en potencia, no hay formas, ni buenas maneras, ni educación, ni disimulos, ni cultura, ni urbanidad y mucho menos lazos que los unen y el único vínculo de sangre es aquella que queda impregnada en la hoja de un cuchillo o de una bala, conque que un familiar separa de la vida a otro.
Si las cosas son así, y si sabemos desde ya, desde hoy, que el próximo 24 de diciembre, o el próximo 31 de diciembre, o el próximo día de la madre, habrán problemas por aquello de que todos los miembros de una misma familia se tienen que abrazar y adorar entre sí, sí o sí y que “nadie es monedita oro para caerle bien a todo el mundo”, si no se tiene la capacidad, madurez y “el juego de cintura” necesario para manejar civilizadamente las distancias, pues es mejor abstenerse de asistir.
Llamen por teléfono, envíen un WhatsApp, un e-mail, un mensaje voz, o hagan señales de humo con una frase alusiva a la fecha, y no propicien con su presencia, la crónica de una muerte anunciada.
Ninguna madre merece tener en especial ese día, un muerto en su casa, "en homenaje a ella".
