El 30 de septiembre de cada año se celebra el Día Internacional del Derecho a la Blasfemia y, en medio de las dificultades que genera la pandemia de coronavirus, los colectivos escépticos, seculares y humanistas celebrarán dicho acontecimiento. Promovido por la agrupación estadounidense Center for Inquiry en 2009, no es simple irrespeto deliberado de figuras religiosas como a priori parecería, pues simbólicamente representa una larga lucha por el Estado laico y la libertad de expresión.
De acuerdo al más reciente informe de Humanistas Internacionales, en la actualidad todavía hay países donde irrespetar públicamente una figura religiosa puede llevar a penas de prisión o de muerte, especialmente en África y Oriente Medio. Sin embargo, en América Latina, e incluso Europa o Estados Unidos, es posible ser discriminado por ejercer este derecho ligado a la libertad de expresión.
Mapa del informe de Humanistas Internacionales sobre la libertad de pensamiento en 2019, donde la tendencia al verde implica mayor libertad y la tendencia al rojo indica mayor restricción.
El ejercicio del derecho a la blasfemia no busca transgredir las creencias de las personas. Por el contrario, busca legitimar el derecho a la libre expresión en honor de aquellos que han sido encarcelados o asesinados con el fin de silenciar sus voces, y que se les ha privado de este derecho humano. Por su parte, la sátira a figuras políticas, estereotipos y problemáticas sociales en modo de crítica es algo legítimo en virtud de la libre expresión en el marco de una democracia deliberativa. Sin embargo, pareciera que las figuras religiosas no pueden ser objeto de crítica, pues todavía hay estigmatización social para aquellos que se atrevan a cuestionar los dogmas religiosos.
Finalmente, lamentamos profundamente las limitaciones al derecho a la blasfemia que han ocurrido de muchas maneras, desde el embrollo judicial en el que se metió el actor español Willy Toledo por “cagarse” en la virgen, hasta el ataque armado a la revista Charlie Hebdo en Francia por haber caricaturizado al profeta Mahoma. En todos los casos, unos más graves que otros, se han condenado a personas por el hecho de pensar diferente y por ejercer un derecho humano que poco a poco se despenaliza a lo largo del mundo. No obstante, todavía falta una gran labor pedagógica y de normalización en la sociedad.