Desde 1999, cada 12 de agosto, celebramos el Día Internacional de la Juventud. Es un espacio de reflexión sobre los desafíos, las frustraciones y los sueños que afrontan este batallón repleto de adrenalinas y esperanzas.
En un mundo impredecible, la educación de calidad es la mejor herramienta que la sociedad puede dar a la juventud, para que tengan todas las oportunidades de aprender.
Para la Unesco y según el Informe Mundial sobre la Juventud, en el mundo hay más de 1200 millones de jóvenes entre 15 y 24 años.
Y en nuestro país, los jóvenes de 15 a 29 años de edad se acercan a los ocho millones. Esto significa una enorme ventaja para hacer frente a los avatares de la vida y al mismo tiempo, desafía la capacidad de nuestro sistema educativo, muchas veces, signado por la precarización.
Sin embargo, la falta de educación de calidad en diversas regiones del mundo y el hecho de que millones de jóvenes no saben leer ni escribir, es una señal de alerta que nos empuja a cambiar de rumbo nuestra forma de educar y así seguir soñando con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Para hacer frente a estos problemas globales, según los expertos, es necesario instituir una política global de aprendizaje con la inteligencia artificial para tomar adecuadas decisiones gracias a sus recomendaciones.
Atrevámonos a abrir nuevos espacios equitativos a los jóvenes para que ellos puedan ser protagonistas en la vida de sus comunidades, como la de participar masivamente en la vida política desde sus frescas perspectivas.
Asimismo, la educación ha de desarrollar las habilidades del siglo XXI que impulsa la Unesco. Para lograr esto, el currículum debe fomentar la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas que pueda salvar vidas. La tecnología informática ha de ser utilizada para la creación de contenidos e innovación, haciendo del acceso a la internet un derecho de todos, sin olvidar a la empatía como un estilo de vida.
En este esfuerzo cooperativo por desarrollar el capital humano, los gobiernos juegan un papel fundamental como la de trabajar desde el enfoque integral y cooperativo. Esto implica convocar a todas las instituciones privadas y estatales, con el objetivo de empoderar a los jóvenes, la cultura del emprendimiento a gran escala con una dosis de ética, para salir airosos de los problemas del mañana.
En el Día Internacional de la Juventud, al priorizar la educación de calidad, no solo beneficiamos a los jóvenes, sino que también construimos un mundo más próspero y prometedor para todos. Invertir en una educación que desarrolle el capital humano es asegurar el porvenir de la sociedad. De no hacerlo, habremos echado a perder el futuro de la humanidad.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.