La agenda del presidente de China, Xi Jinping, ha estado llena de personalidades de América estos últimos días. Por su despacho, que solo se muestra en Año Nuevo, han desfilado en junio la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, el magnate cofundador de Microsoft, Bill Gates, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken y dos meses antes el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.
Xiomara Castro fue a Pekín a reconocer a China Popular tras haber roto con Taiwán, Gates a apoyar los esfuerzos en investigación médica, Blinken a reducir las tensiones después del caso del globo de vigilancia chino, y Lula a recomponer la imagen internacional de Brasil y darle un espaldarazo a Xi Jinping en su esfuerzo de abrir el mundo fuera de la tutela de Estados Unidos
En Brasil, el gigante de la región, ha encontrado el aliado que necesita. Allí ha puesto el interés y los yuanes. Con Lula hizo la apuesta y los resultados han sido contundentes. Desde el 2009 desbancó a Estados como primer socio comercial y más cercano a los intereses políticos llevó los grandes bancos chinos para financiar enormes proyectos. En once años (2010-2021) invirtió en Brasil USD 66.000 millones, casi la mitad de lo que colocó en todo el continente. El intercambio comercial de China con Brasil asciende actualmente a unos USD150.000 millones de dólares anuales, y las exportaciones brasileñas a China alcanzaron los USD 89.000 millones en 2022.
Para Xi Jinping Brasil es el aliado clave y Luiz Inacio Lula el partner de vieja data
Brasil tiene muchos recursos interesantes para China, como la soja que es clave, tanto como la carne de vacuno congelada, el petróleo y el mineral de hierro. Para mover todos estos productos se necesitan puertos. Y el dinero chino ha estado a la mano. China Merchants Group, empresa controlada por el gobierno chino compró en 2017 por USD 587 millones la Terminal de Contenedores del Puerto de Paraguaná, el segundo más grande de Brasil, y tres años después, la estatal Communications Construction Company (CCCC), invirtió USD 420 millones para construir uno en Maranhao y apoyar la movilización de los productos agrícolas. Los chinos son accionistas mayoritarios de Belagrícola.
A China también le interesa la energía eólica de Brasil, en la que tiene participación CCC y, desde luego, el petróleo. CTG, China Three Gorges –propietaria de la planta más grande del planeta– tiene el control de 14 centrales hidroeléctricas, y PetroChina, es socia de Petrobras en la capa Presal de Brasil.
China y Brasil son socios de los Brics y en la visita de Lula a Xi Jinping no solo la geopolítica estuvo en la agenda. Los negocios también fueron importantes si se tiene en cuenta que la comitiva era de 240 empresarios.
En Perú, los nexos son de vieja data, como mayor comprador del producto estrella, el cobre. El presidente Pedro Castillo, hoy en prisión, en su primera semana en el cargo expendió a mano de amistad a China, más cercana ideológicamente. Y a los negocios. A 80 kilómetros al norte de Lima (Perú), en una localidad de sólo 63.400 habitantes, se lleva a cabo una construcción de tamaño titánico, el Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, que estará listo a fines del año entrante, destinado a ser un punto neurálgico para los envíos a China y a toda Asia.
Construido por Cosco Shipping Ports, uno de los gigantes empresariales chinos, con una inversión de USD 3.900 millones, será capaz de enviar 1,5 millones de contenedores y 6 millones de toneladas de carga al año. Llamado “ la puerta de entrada de China en América Latina” será un "hub" regional que también conectará a Chile, Ecuador y Colombia.
Xi Jinping ha llegado a Chile tras el litio que es la nueva joya del presidente Gabriel Boric. Cuatro de las siete grandes empresas chinas que proyectan inversiones extraer minerales, se dedican al litio, y una de ellas, CATL, es la gran beneficiada por su acuerdo con Bolivia, en el Triángulo del Litio.
Xi Jinping y Alberto Fernández se reunieron en Bali el 15 de noviembre 2022. Foto Xinhua
Al sur de Continente el presidente Alberto Fernández es un aliado incondicional de Xi Jinping. Y China le paga con creces. Le acaba de sacar a flote la economía tras el duro golpe de la sequía. A principios este mes, el ministro de Economía, Sergio Massa -precandidato presidencial- fue a Pekín a pedir un flotador y logró renovar el swap de monedas con China por 130.000 millones de yuanes (unos USD 18.300 millones) por un plazo de tres años.
Fernández podrá emplear esa inyección de dinero para respaldar el valor oficial del peso, hacer frente a las presiones de devaluación y ampliar el magro colchón de reservas internacionales. Mientras avanza la construcción de una cuarta central nuclear de 1.200 megavativos, la Atucha III, con una inversión de USD 8.000 millones que firmaron en febrero del año pasado.
Xi Jinping y Nicolás Maduro en Pekín, en 2018. Foto: Xinhua
El presidente Nicolás Maduro es en Venezuela el amigo más visible y entusiasta de China. Es también el mayor acreedor. Le paga la deuda con petróleo que llega a través de diversas maniobras para evadir las sanciones de Estados Unidos. Para finales del 2019, Venezuela le adeudaba USD 16.731 millones, y para el 2020, el compromiso de pago de la deuda representaba el 57 % de su presupuesto nacional.
En Colombia la situación es diferente. Aunque los analistas estiman que el dinero chino influye cada vez más en la economía, lo cierto es que es el país que menos ha recibido inversión en Sudamérica, excepto Paraguay, que tiene relaciones con Taiwán. Actualmente varios proyectos millonarios están caminando: el metro de Bogotá, el RegioTram de Occidente, Puerto Antioquia, megaproyecto en el Urabá, la autopista Mar 2, en el norte de Antioquia.. En 2021, el total de la inversión directa en Colombia fue de USD 3.300 millones, de los cuales el 83,5 provinieron de China.
La economía viene de la mano de la política. El nivel de las relaciones económicas y los cambios políticos en la región han favorecido el avance de las relaciones diplomáticas. Países que mantenían relaciones con Taiwán han dado un giro hacia China. El caso más relevante es el de Panamá por la importancia estratégica del Canal, y el más reciente el de Honduras. Nicaragua, El Salvador, República Dominicana también rompieron con Taiwán, Xi Jinping ha realizado 13 visitas a los países de la región, puso en marcha la “diplomacia de las vacunas” contra el covid-19 durante la pandemia y ha mantenido una política activa de intercambios militares.
China ya ha construido una estación de observación espacial en la Patagonia y ahora está presionando a Argentina para construir una base naval. Venezuela es susceptible a la influencia china y con Cuba está en negociaciones para construir una base de entrenamiento militar, según el Wall Street Journal, dando pie a los recelos de las autoridades de Estados Unidos a raíz de la presunta existencia de un centro chino de espionaje en la isla.
En la relación con China pesa el apetito insaciable de soja que ha sido una causa importante de la deforestación en Brasil y de la pérdida de tierra para el pasto en Argentina. Si bien China reconoce la importancia de las acciones frente al cambio climático, la huella de carbono de Latinoamérica no es prioridad. A la vista está que es convertirse en la primera potencia mundial.
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