Deténganse: la política será cada vez más cochina

Deténganse: la política será cada vez más cochina

¿Será que las masas embrutecidas por el histrión televisado serán cada vez más insensibles al horror de la democracia futura?

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
octubre 04, 2018
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Deténganse: la política será cada vez más cochina
Foto: Pixabay

Muy poca imaginación se le ha consagrado a la prospectiva política. Si quisiéramos saber cómo será la política dentro de diez o veinte años, sin que tenga que ser una proyección de lo que es ahora, debemos referirnos a los llamados futuribles, es decir, a las semillas de futuro que ya pespuntan, y todavía no se asumen como dominantes, o a las que todavía sabemos que están enterradas y no les ha llovido suficiente para reventar; o a las que sufren de dormancia, que deben meterse en agua hirviente para despertarles su hálito fecundante.

Para ser verdaderos futuribles esos embriones no tendrían que estar saliendo de la política actual, si no ser independientes de ella. Es necesario sugerir uno que otro futurible pensado, es decir bajar el balón y hacer el pase gol para que todo se entienda. Pongámoslo más evidente: los émulos de Petro, Santos y Uribe si no fueran proyectantes, ¿qué prospectarían si todavía no corren en el espectro político?

Una pequeña inmersión en la mecánica newtoniana, madre de nuestros determinismos, nos ayudaría a aclarar el asunto. A eso se refirió Gilles Deleuze en alguna oportunidad desentrañando el misterio. Empecemos por las pompas de jabón quizás el fenómeno visible menos determinista que podamos imaginar. La tensión interna entre las partículas de jabón es tan grande que desafía la gravedad, dejándola irrisoria. Nadie puede prefijar adónde va a ir cada partícula de jabón de la burbuja luego de estallar. Las parábolas invisibles que las lleva a tocar tierra son los arcos prospectivos. Obvio, terminar en territorios desconocidos es la esencia del futuro. Bajemos más el balón. Uribe pudo haber sido un futurible: quién hubiera pensado que el samperismo escondiera la derecha de hoy. Quizás hubo una simiente populista samperista, pero la burbuja 8000 catapultó alguna para ser pensada desde la derecha. Claro, hay más lecturas.

Uno de esos futuribles es cómo estará siendo interpretada la insurgencia social que cada día será más obvia, persistente y traumática cual contestaria necesaria a la rampante concentración del ingreso y las riquezas, la oligarquización mundial de la política; y la preminencia del hombre blanco —o cualquier otro hegemónico— sobre el de otras etnias que si se juzgaran desde la genómica serían inexistentes. Así el cambio climático, junto con la insurgente alternativa de las energías limpias fraguarían ejércitos de máquinas deseantes tras una fase aguda de concentración mayor y explosiva. A eso se agrega una incertidumbre estadística clara y contundente, la meteorología todavía no diferencia qué debemos al cambio climático y qué al desarrollo o evolución normal de la naturaleza.

Es improbable que de esa burbuja se sostengan en el futuro los determinismos de derecha o de izquierda. Entonces, si eso fuera indeseable, quién estaría interpretando esos nuevos papeles hoy. Ahora veamos estos:

“La semana pasada, en su audiencia ante el Senado, Kavanaugh no sonó como un juez (ya no digamos un posible ministro de la Corte Suprema de Estados Unidos) ni siquiera logró verse como uno”. Y, “(…) Sin embargo, tampoco Lindsey Graham, quien pasó la audiencia con casi la misma mueca, se vio como un senador”.

Estas burbujas de mutación instantánea son debidas a perversidades de la política. Nos competen, pues más temprano que tarde serán copiados por nuestras rodillonas élites que siempre van a caballito de lo que en alguna parte ha sido probado; sobre todo si, siendo ominosas les favorece. Ningún pueblo habría sido jamás más perverso que sus dirigentes. Es más, cada pueblo escogería a sus más perversos para que los protejan de los más perversos de otro lugar. Es la consigna más patente surgida de la abstracción de la caza.

Ese desdoble de Kavanaugh y Lindsey Graham serían futuribles en tanto y cuanto encarnan un senado de los Estados Unidos, donde el decoro dio paso a la politización partidista como comando seminal de las decisiones. Igual en Colombia, ¿cuál decoro acompañó al debate que se le hizo a los Bonos Carrasquilla, más allá de su impresentable e infranqueable politización? Y a la par del decoro abandonado, los instalados contra la defensa ante el cambio climático, son quienes acompañan a los inversionistas de las energías fósiles. Es decir, es todo un espectro emergente, un espacio tiempo de gravitación relativista. Pero hay más. ¿Qué tal la insurgencia exponencial del acoso sexual que atraería como imán la oligarquización política? ¿Cuántas Sociedades del Anillo? Y ante eso la acosada sexual habría fungido como senadora, faltando todavía mucha tela donde cortar.

Ahora si dialoguemos con Deleuze: “Retomando la idea del filósofo francés Henri Bergson quien, a comienzos del siglo pasado, formula una crítica de la incapacidad que las ciencias de su época tuvieron para pensar lo nuevo, la verdadera novedad, Deleuze llama a la habilidad de ocasionar diferentes instanciaciones físicas que tienen estas formas topológicas (y otras máquinas abstractas): procesos de "actualización divergente". De acuerdo con Bergson, el primer obstáculo fue la concepción mecánica y lineal de la causalidad y el rígido determinismo que se le imprime. Es claro que si el futuro está de antemano dado en el pasado, si este es esa mera modalidad del tiempo donde posibilidades que han sido determinadas con antelación se realizan, en ese caso, la innovación verdadera es imposible. Para evitar caer en ese error —pensó— hay que luchar por modelar al futuro según un esquema abierto e ilimitado y, a su vez, preñar presente y pasado no solamente de posibilidades que se realizan, sino también de virtualidades que se actualizan”.

Las diferentes tramas parabólicas podríamos asumirlas como procesos de “actualización divergente”. Si el ejemplo asumido es válido, las partículas de la pompa de jabón que es todo lo arriba diagramado serían “virtualidades que se actualizan”. Existe actualmente una incapacidad de la política para pensar lo nuevo. No podríamos ser proyectistas, es decir, trasplantar deterministamente el horror de hoy al futuro. Si la división de izquierdas y derechas es otro derivado de la lucha entre socialismo y capitalismo, entonces ninguno de los dos sistemas podrá acompañarnos pues ambos han fracasado. ¿Quién podría estar interpretando mejor esta osadía hoy?

Ahora, si ahí está diseñado un lodazal, estamos condenados a una política cada vez más cochina, el hemiciclo donde se bañan los cerdos. Claro, habrá muchos que consideran eso supremamente divertido y produce más de una agradable carcajada.

Recordemos a David Bohm una vez más. En el conocido mundo explícito de hoy, lo implícito desconocido que emergerá en el futuro será una política cada vez más cochina.

¡Deténganse! ¿Quién interpreta la salvación como algo desconocido y deseable?

Imaginemos que miramos todo esto desde China. Será que aquello de “no importa que el gato sea gris con tal que cace ratones” ha conformado una especie de estado, innominado cual burbuja, que bebe tanto del capitalismo como del socialismo que en las condiciones de un partido único pueda ser rentable en el futuro; evitando que disemine en materia fecal lo ocurrido al interior de nuestras batallas políticas”. ¿Si eso pudiera hacerse en medio de una mayor democracia, sería una solución refrescante? Al estallar, adónde diseminaría sus metástasis.

¿O será que masas embrutecidas por el histrión televisado serán cada vez más insensibles al horror de la democracia futura, democracia de selectas minorías sobrevivientes aisladas de los estragos del cambio climático?

Ahora bien, esto no está del todo claro. Tendremos ingentes ciudadanos robots. Quizás estos sean menos escandalizables. También pueden llegar a ser senadores. Este fenómeno de la robótica política no debe descartarse. Trump luce a veces como un gran titiritero. ¿Será que ya insinuamos en Colombia senadores robots?

Notas. Tomé citas del New York Times y de Deleuze, los diagramas y la génesis de la forma.

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