Aclaro: detallitos, o recomendaciones, para terminar este año bebiendo. No, terminar la vida bebiendo. Entonces, antes que nada, algunos consejos para no morir por consumir alcohol. Es importante repetirlos hasta la saciedad pues adolescentes y adultescentes hacen caso omiso de ellos.
Primero, no beber y manejar. La estricta legislación de tránsito colombiana actual ha tenido el benéfico efecto de grabar en nuestras mentes la prohibición de sentarnos al volante aunque hayamos tomado una sola cerveza o una copita de vino. Me parece interesante sí que hayamos aprendido algo por miedo a la multa con suspensión del pase, no por miedo a la muerte. Así somos de curiosos los humanos.
Segundo, apártese de toda ocasión de violencia cuando haya consumido alcohol. Gran parte de la violencia intrafamiliar y de género (unos contra otras u otras contra otros) en América Latina está asociada a las bebidas alcohólicas. Cuando el grado de alcoholemia está pasando de la amistad exacerbada con llanto berreado a la destrucción del establecimiento público, deténgase.
Tercero, no beba solo en estos días de júbilo artificial e infiernos de soledad. Ni le mezcle pepas o drogas de abuso al “aceptado socialmente” etanol en todas sus diversas formas mientras lamenta su aislamiento y abandono real o imaginado. La depresión en esta temporada ha sido llamada la Depresión Blanca aludiendo al famoso tema Blanca Navidad popularizado por Bing Crosby. Cuídese de ella, no es blanca ni inofensiva pues se acompaña de aumento de suicidios.
Cuarto, nunca jamás dé licor a un niño. Con los adolescentes la llevamos perdida, según una encuesta reciente en varias ciudades colombianas el 76% de ellos considera que es fácil o muy fácil adquirir bebidas alcohólicas. Pero en el caso de niños, por favor, ni bebido ni siquiera untado pues el peligro de intoxicación es serio. En el caso de los menores de edad ya mayorcitos siga aconsejando y dando ejemplo, quien quita que nos hagan caso.
Para el guayabo no tome analgésicos
del grupo AINE (ácido acetilsalicílíco)
ni acetaminofén, pues puede empeorar la situación
Por último, el guayabo no es enfermedad ni ha matado a nadie, no lo trate médicamente con fármacos que pueden empeorar la situación. Por ejemplo, si tiene dolor de cabeza a la mañana siguiente no tome analgésicos del grupo AINE (ácido acetilsalicílico y muchos otros, en pastas o efervescentes). La inflamación de la mucosa gástrica puede producir hemorragia seria del tracto gastrointestinal superior. Peor aún no tome paracetamol (acetaminofén) pues el daño hepático puede ser mortal. El guayabo o resaca debe tratarse con hidratación, reposo, pañitos fríos sobre los ojos e íntimos propósitos de enmienda.
Ahora la parte sabrosa de las recomendaciones, beber moderadamente puede ser hasta saludable. La curva de mortalidad asociada a beber alcohol tiene forma de gran J. El consumo superior a 20g (2 traguitos al día) produce un aumento creciente de muertes (la rama alta de la jota) por accidentes, violencia y otras causas. Pero el consumo inferior a 20g se asocia también a una mortalidad aumentada (la curvita inferior de la jota) que llevamos años tratando de explicar. En otras palabras el abstemio radical y compulsivo quien no se toma nunca un trago tiene una mortalidad un poquito mayor que quien bebe moderadamente.
La causa de esta discreta disminución en mortalidad en bebedores “discretos” (hasta 2 traguitos diarios para hombres o un traguito diario para mujeres) ha sido investigada acuciosamente durante los últimos veinte años. Al principio se le llamó la “paradoja francesa” porque en ese país la población fumaba y tenía una dieta similar a Inglaterra pero muchos menos infartos de miocardio. Se explicó aduciendo el alto consumo de vino rojo entre los galos y su manera rutinaria de beberlo cotidianamente con las comidas. Los anglosajones por el contrario no bebían vino y consumían alcohol cual “hooligans” en jaranas y juergas. Hoy se ha confirmado esa observación pero no las explicaciones “afrancesadas”.
No hay ningún componente exclusivo del vino que explique sus efectos salutíferos. El Resveratrol de la piel de la uva ha perdido sus poderes mágicos en las últimas investigaciones. Los licores destilados y la cerveza tienen igual efecto protector que el más aristocrático Borgoña o Ribera del Duero. Los efectos “rejuvenecedores” del Resveratrol solo se han comprobado en ratones a dosis equivalentes en humanos a 1000 litros de vino rojo. Evidentemente quien beba esa cantidad de “rouge” ni se hace más joven ni retrasa su deceso.
Los efectos benéficos del alcohol en consumo moderado se deben al aumento en la sangre de colesterol bueno (HDL) y un pequeño efecto anticoagulante. Los estudios no mencionan nuestro aguardiente ni establecen su dosis saludable. Creo que debe ser uno o dos “tinteritos” diarios pero no debe beberse lo de la semana en una sola sentada. Además recuerde siempre, como dice un amigo mío, que “el aguardiente le saca el guache a uno”.