Estuvo de vacaciones entre el 2 y el 11 de abril y cuando regresó aún no tenía los síntomas, incluso todavía tenía el entusiasmo para hacer una capacitación virtual. Condujo hasta el 24 de abril, la empresa ha sido rigurosa en los controles de temperatura y hasta ese día no presentaba fiebre. Pero el 25, después de haberse mojado en uno de los aguaceros que azotan Bogotá en medio de la pandemia, se levantó mal. Empezó a tener síntomas y desde la EPS le hicieron la prueba de coronavirus. Desde ese día esperó como el Coronel esperó la notificación de su jubilación.
Tres días después no podía respirar bien por eso lo internaron en el Hospital de Suba y de ahí lo remitieron al Simón Bolívar. La prueba no llegaba. El conductor nunca mejoró y el 30 de abril en la noche murió. El dictamen que dio la clínica es que había muerto por un paro cardiaco. Sólo hasta el 2 de mayo llegó la prueba. Había dado positivo.
Con esta carta Transmilenio explicó la muerte de su operario