Vivimos unas no tan sorpresivas elecciones presidenciales en Colombia. No tanto, por la posibilidad de que el candidato de la LIGA, el ingeniero Rodolfo Hernández, pudiera llegar a segunda vuelta, puesto que venía creciendo en las últimas semanas en las encuestas y si continuaba con ese crecimiento, podría obtener el resultado ya conocido.
Ahora, hay un nuevo panorama electoral en Colombia, para el que parece no estar preparado nadie, pues tenían al electorado en el entresijo de dos tendencias antagónicas, tal como una teoría hegeliana (tesis y antítesis).
La tesis: la política tradicional ha perdido en primera vuelta, lo cual ya es una muestra del pensamiento político colombiano, el cual no leyó bien esa clase política.
Si bien, siempre las elecciones en Colombia se han movido con base a coyunturas, como el proceso de paz con las Farc (a favor o en contra), centralismo y federalismo, conservadores y liberales, entre otros.
Esta lectura fue errada por parte de las clases políticas tradicionales en las presentes elecciones.
Esta vez, la tesis era la salvación de convertirnos en Venezuela, para mostrarse no como la clase política tradicional, sino la clase política salvadora de este país.
La que no permitiría la hecatombe política y económica y nos salvaría de convertirnos en Venezuela, tal como si fuera palabras de un escandinavo a un africano. Pero esa narrativa resultó ser quimérica, pues solo fue atendida en Antioquia.
La población en general, se encuentra agotada de los tradicionales escándalos de corrupción, como la ñeñe política, el caso de los centros poblados, el bombardeo en el Guaviare donde murieron varios menores de edad; los problemas económicos, como la tasa de cambio devaluada, los niveles de la deuda externa sobre el PIB, la inflación, entre otros.
Este error, el subestimar al electorado, tratarlo de ignorante, tal masa amorfa y maleable, no resultó, como dicen en la costa “eso aquí no pegó”, y el candidato apoyado por los expresidentes Gaviria, Pastrana, Uribe, por los clanes políticos como los Char, entre muchos otros más, se quedó por primera vez en la historia del país en primera vuelta.
Ahora, con este nuevo panorama político subsisten dos tendencias que prometen un cambio:
Durante sus campañas cuestionaron la clase política tradicional, pero ahora, ¿Cómo discutirán entre ellos si no se imaginaban este panorama? ¿Los dos traen la bandera del cambio?.
Parece confuso, pero aunque en el estado actual puede suceder cualquier cosa, parece que ya se vislumbra cómo serán las contiendas antes de la segunda vuelta.
Por una parte, el no menospreciable sector que siguió apoyando la clase política tradicional, decidió moverse (o al menos eso parece) a prestar apoyo al candidato Rodolfo Hernández.
Entre tanto, el candidato Gustavo Petro, quien parece que le costará más crecer electoralmente, empezó a cuestionar a su nuevo contrincante, por su actual investigación penal por delitos relacionados con la administración pública y por considerarlo como parte de esa misma clase política que el pueblo quiere derrocar a como dé lugar.
La clave, parece estar en cómo reciba el electorado las nuevas narrativas, cómo reciba la población que está con Rodolfo Hernández el nuevo apoyo de las clases políticas tradicionales, las cuales desean derrotar.
Tendrá Rodolfo que salir públicamente a recibir o rechazar estas y mantener su discurso, o entrar en la misma narrativa de decir que salvará a Colombia de convertirse en la nueva Venezuela económicamente hablando.
Gustavo Petro tendrá que convencer a quienes le temen por creer que sus políticas sociales y económicas son peligrosas, de que en realidad no lo son y que son el cambio que debe empezar Colombia para avanzar.
Esos temores no son más que eufemismos utilizados para intentar frenar su victoria política y una nueva era para el país. Además, hacer ver al Ingeniero Rodolfo como alguien más de la política tradicional colombiana.
Si Rodolfo Hernández recibe el apoyo de las clases políticas tradicionales, por lo menos de manera pública, le daría la razón a Gustavo Petro, demostrando que es un político más del establecimiento.
Por lo que, al menos de manera pública debe rechazarlas, igual, el sector antipetrista de la votación de Federico Gutiérrez, la cual votó por el temor y el odio, se unirá de manera unánime a su campaña y con esto puede alcanzar la presidencia.
En otras palabras, debe seguir mostrándose como el zar anticorrupción y esperar que el antipetrismo le dé el impulso que le hace falta.
Para Gustavo Petro, en teoría parece más difícil, pero deberá mirar, dentro de la misma campaña de Rodolfo y la región centro del país, donde él ganó ¿Qué reclama la región centro del país?
Adherir esas necesidades a su discurso y propuestas con el fin de ganar votantes y a su vez restarle a Rodolfo.
Evitar caer en el juego de cuestionar a Rodolfo de manera sucia, pues se mostraría con la misma cara de quienes ha cuestionado siempre y, buscar dentro del público que no participó en la contienda nuevos simpatizantes, demostrando que sus políticas serán eficaces, dejando los temores a un lado.
Si Rodolfo acepta el apoyo de la clase política tradicional, tendrá que aprovechar y mostrarlo como un político tradicional más, lo que le hará más fácil el discurso de ser la única fórmula de cambio.
En realidad, la segunda vuelta es aún incierta, nadie ha ganado nada, solo su paso a segunda vuelta, no se pueden cometer errores, Rodolfo tendrá que cuidarse de los comentarios “sueltos” que ha tenido, que le pueden llevar a perder la presidencia. Será crucial si ambos participan o no en debates públicos.
Amanecerá y veremos.
