Si al presidente electo, señor Gustavo Petro, le costó sudor y lágrimas, vejaciones y señalizaciones convencer al país que necesitamos un cambio de acción, visión y misión, ahora como presidente lo que le viene no es nada prometedor.
Y no lo es por la sencilla razón de que la línea que salió perdedora en este asunto de controlar la parte política del país no se resignará fácilmente, al contrario, si antes utilizaron ardides, subterfugios, tramoyas o como le quiera decir para designar la trampa, ahora la línea de traición estará más presta a aportar con el fin de mostrar que el pueblo colombiano se equivocó y que debemos regresar a los mismos con las mismas, eso sí, peores que antes, ahora por venganza y soberbia.
La publicidad esparcida como bien o mal, izquierda o derecha, no es real del tamaño en que quieren mostrarla: la izquierda genera pobreza, la derecha miseria.
La derecha representa a la propiedad privada, esa mal llamada capitalismo y la imagen de la izquierda sería lo contrario.
Sin embargo, la historia mundial de estas señalizaciones está más conectada con el desarrollo de los países mediante la llamada izquierda y la contraparte anexada a la desidia, el saqueo, la miseria, la indolencia, la incertidumbre, el desempleo y hasta las emigraciones. Ni lo uno ni lo otro.
Es la mentalidad del capitalismo la que establece las fronteras con propósitos establecidos, unas para mostrar que puede ser dañina y otros lo contrario.
Pero hoy no se trata de disertar si es malo o bueno el cuento de derechas e izquierdas, sino del camino espinoso de un presidente que tiene fuerte oposición desde esa línea que llaman derecha, que no es otra cosa que unos tipos empecinados en controlar el poder político del país como parte de la propiedad privada.
Ahora tendrá una lupa por cada paso que dé y hasta le restregarán cada equivocación como un gesto de “Te lo dije”, para mostrar lo errado de haberlo elegido. Le pedirán de cuanta solución en cuatro años lo que nunca hicieron en décadas de control estatal de los anteriores.
El presidente saliente no cumplió nada de lo que prometió en campaña, y la mayor de las veces la vaina se le fue en publicidad engañosa para mostrar un país inexistente, como la vez que dijo en una conferencia internacional sobre cambio climático que estaba sembrando 180 millones de árboles.
Es de los que les enseñaron que mentir en un micrófono era una alternativa, que lo que suceda después se echa al olvido, como certeramente lo hicieron todos los medios nacionales, se dice que pagados para eso, para evitar información que dañe la falsa buena imagen que quería mostrar.
Con el presidente Petro no será así, por mucho que pague (que no lo hará, estoy seguro), a los medios para que hagan lo mismo que hicieron con el presidente saliente y los anteriores.
Ahora se le arrimará de cuanto lagarto en busca de pescar en río revuelto un puesto, o sostener el actual, porque para nadie es secreto que hay miles de familias que viven de esto, de puestos estatales sin que aporten nada en función de la sociedad.
En todo caso, quien más gana con este presidente con esa visión, son justamente los llamados derechistas, o sea empresarios, industriales, ganaderos y campesinos, los mismos perjudicados por anteriores gobiernos, porque al reactivar la producción, la libre competencia, se genera empleo y bienestar general.
Por el contrario, el presidente electo recibe, un país convertido en importador de unos cuántos empresarios felices porque sus cuentas bancarias a diario aumentaban sin consideración mientras expendían la creencia de que el problema es de otros si el país se venía al suelo como acontece. Un país muerto en su totalidad productiva.
Esperemos que cumpla, al menos, en los puntos relevantes de la economía y que quienes sean escogidos como soporte para hacer funcionar esta máquina lo hagan con el mismo sentido honesto como lo dice nuestro presidente.
Cuatro años son buenos para enderezar, otros cuatro para caminar sobre rieles, así que señor Daniel Quintero, vaya preparando su mente y cuerpo para seguir con el cambio.