Después de colapsar Corferias, el youtuber Germán Garmendia repitió dosis en Buenos Aires

Después de colapsar Corferias, el youtuber Germán Garmendia repitió dosis en Buenos Aires

Crónica del caos que desató el youtuber chileno en la feria del libro argentina cuando 100 mil personas se quedaron sin poder entrar

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mayo 14, 2016
Después de colapsar Corferias, el youtuber Germán Garmendia repitió dosis en Buenos Aires

Se podrían llenar 427 estadios de River con todos los seguidores de Germán. Este fin de semana firmó ejemplares de su libro ChupaElPerro en la Feria del libro, opacando a las clásicas celebridades literarias. Más de 20 mil personas se acercaron a verlo. ¿qué lo convierte en un fenómeno de consumo cultural? El culto al ídolo se ve acompañado por enormes dosis de sacrificio por parte de él, que además mantiene un discurso de autoayuda. Natalia Paez y Carolina Duek siguieron al youtuber de cerca, y analizaron el porqué de su éxito.
“Hola amigo”, le dice el youtuber Germán Garmendia a un chico de 13 años que vino con sus padres desde Tres Arroyos. El niño lo mira embelesado, con gesto bovino. Germán le señala la cámara de fotos para que pose. “Foto, amigo…”. El niño no reacciona. Germán le firma el libro y lo despide. “¡Cuídate mucho!”. Detrás de la valla de contención la mamá toma fotos del momento.

La tríada de frases: “hola amigo/ foto amigo/ ¡cuídate mucho!” se repite (en un sinfín enloquecedor para cualquiera que no sea Germán) durante las diez horas en que firma libros en el Pabellón 8, un antiguo establo de La Rural. Afuera se escucha el coro de gente que pide por él, mucho más del doble de los que se irían con la firma. Son los que no pudieron entrar. Su manager había previsto que -para llegar a firmar a los 2500 que compraron la entrada- Germán debía demorarse como máximo 7 segundos por persona. Es decir, redondeando:

-Casi 10 personas por minuto.
-Casi 600 personas por hora.
-En 4 horas y media: todos contentos.

Cuando se trata de gente las cuentas nunca son exactas. Cinco horas después de haber empezado Germán llevaba sólo 1800 libros firmados. Los fans pasan por un costado y salen por el otro como en las fábricas las latas sobre la cinta transportadora.

Beso, firma, foto y ¡cuídate mucho! En la Feria del libro, el fenómeno Germán convive con la existencia de autores exitosos que, en comparación, pasan desapercibidos. El mismo día en que el Premio Nobel Mario Vargas Llosa paseaba con su novia por Buenos Aires -y a ningún medio parecía importarle demasiado- en la sala de prensa de la Feria del Libro se recibieron pedidos para ingresar 8 móviles de televisión y diez periodistas de medios gráficos que querían estar el día de la firma.

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“Jamás -en 42 años de historia de la Feria del libro de Buenos Aires- una actividad así había llamado de esta forma la atención -no ya de la prensa- sino del público en general”, dijo Oche Califa, director cultural de la Feria del Libro de Buenos Aires.

Se pueden llenar 427 estadios de River completos con todos los seguidores de Germán. Es el segundo youtuber más famoso del mundo (el primero es el sueco Pew Die Pie). Su éxito es incomprensible para muchos adultos y jóvenes; que lo consideran demasiado básico, demasiado bobo. El 28 de abril de 2016 se publicó #ChupaElPerro con una tirada inicial de 60.000 ejempares de los cuales 30.000 se vendieron en la primera semana, según la editorial. Para la industria editorial estas cifras son exorbitantes. Presentó su libro en YouTube, a sus 27 millones y medio de suscriptores. El video con el anuncio se publicó el 5 de abril y a un poco más de un mes ya cuenta con más de 7 millones de vistas. No es uno más de los tantos que hay en su canal principal “HolaSoyGermán”; es el que va a permitirle empezar a romper, lentamente, el pacto de cuatro paredes que mantiene con sus suscriptores y seguidores de Twitter, Instagram y Facebook.

“Este libro es tan de nosotros, es tan hecho para ustedes que el libro del título [sic] tenía que ser algo que sólo nosotros entendiéramos. O sea, quería que si alguien normal en la calle viera el libro dijera ‘#ChupaElPerro, ¿qué es esto?’, pero si tú lo ves, una persona que sí me conoce, ‘ey, yo sé qué significa’. Da como una sensación más personal, no sé, es como que nos une aún más”. La elección del título del libro es un “entre nos” entre él y sus seguidores: ambas partes saben algo que no todos saben. Ese conocimiento los posiciona en un lugar especial, establece una complicidad que convierte el vínculo (representado) entre un productor de contenidos y sus receptores, en una cercanía construida pantallas mediante. El video continúa con la noticia “más importante”: la publicación le permitirá salir de gira a diferentes países y eventos en los que firmará ejemplares y se encontrará de cerca con sus suscriptores:

“Llevo años queriendo visitar países para conocerlos en persona por fin. Y ahora con este libro lo podré hacer. Voy a poder viajar y conocerlos frente a frente, abrazarlos, estrecharles la mano, un high five [choque los cinco]…”

Dos claves de lectura de ambos fragmentos. La primera, la elección del título del libro como parte de un código compartido, exclusivo y excluyente. #ChupaElPerro es una expresión que utiliza Germán hace varios años -los primeros registros son de 2012- como reemplazo de “vete a la mierda” (así lo dice él mismo). Una expresión que repite, que lo identifica y lo vincula a partir de un conocimiento común y previo con sus audiencias. La segunda clave de lectura es el deseo que manifiesta de viajar y que logrará producto de la publicación del libro. El pasaje del soporte audiovisual en YouTube hacia el libro-objeto, dice que le permitirá conocer “en vivo” a su público cotidiano, sostenido y fiel que lo ha convertido en una celebridad internacional. El libro, es algo que se relaciona con su tarea cotidiana, pero que pareciera estar en otro circuito de distribución y consumo a priori: le permite salir de su “cueva” y empezar a vincularse con sus fans de manera más directa y exclusiva.

La gira comenzó en Colombia en una visita a la Feria del libro de Bogotá (FilBo). La víspera del 23 de abril, día de la presentación de Germán, su manager, el mexicano Leonardo de la O, dormía tranquilo en su hotel cuando a las 4 de la mañana sonó su celular. Le avisaban que ya había 3 mil personas haciendo cola en la puerta del predio ferial para ingresar. Había que actuar; no era posible contener a tanta gente. Enseguida se redactó un comunicado en el que se prohibían las selfies, cualquier tipo de contacto físico… Y donde se pautaba exactamente cómo debían manejarse los fans con su ídolo, que en esa instancia lucía como el más tirano de los rock stars.

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Durante 13 horas Germán firmó libros y, contradiciendo el protocolo, abrazó a todos, y se sacó fotos con cada uno. Al final se descompensó y tuvo que ser sacado con máscara de oxígeno en ambulancia. La FilBo colapsó y tuvo que cerrar sus puertas hasta el otro día.   ‑Yo le decía ‘¡Ya para, para! ¡No puedes seguir firmando, te estás cayendo de cansancio!’ Y, ¿sabes lo que me respondió? ‘Si Dave Grolh (el guitarrista de Foo Fighters) tocó con la pierna rota, yo tengo que seguir’– cuenta el manager– Él siente que nunca puede fallarle al público. Es muy freak pero se toma sus cosas de forma muy profesional. Yo manejo muchas celebridades. La gran diferencia entre un número uno como él y un número dos o tres… es la manera en que encara su trabajo. Eso hace que otros queden en el camino y él siga.   Gran parte del trabajo de De la O es contenerlo, “ser su niñera”, dice él.

Lo que ocurrió en Bogotá fue una alerta: había que garantizar que no se repitiera en Buenos Aires. Germán había anunciado que estaría en la Feria del Libro el sábado 7 de mayo. Muchos interesados compraron por internet sus entradas a la Feria con anticipación.

Entre los eventos que se fueron de las manos en la historia de la Feria del Libro de Buenos Aires se recuerdan el escrache al represor Miguel Etchecolatz en 1998; una protesta de docentes al entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri en la inauguración de 2007; o el mal rato que pasó quien entonces era ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, increpado en 2013 por un conflicto con el Centro Cultural San Martín. Pero el antecedente más contundente de que una de estas estrellas de Internet podía hacer colapsar una Feria, lo protagonizó Dross, un blogger venezolano que hace cinco años convocó a sus seguidores a través de sus redes sociales porque estaba invitado a leer en la Feria del Libro Infantil y Juvenil. Con solo un aviso la organización se encontró con 2 mil personas que pujaban por entrar a verlo.

Esto no podía volver a pasar. Cuatro días antes de la llegada de Germán a Buenos Aires, en una reunión entre la editorial Penguin Random House y la Feria del Libro de Buenos Aires se anunció la venta de 2000 entradas (que luego se extenderían a 2500) exclusivas y excluyentes para el encuentro con Germán. Quienes no accedieran a ellas (costaban $70 como una entrada regular a la Feria los fines de semana) no iban a poder verlo. Las 2000 se agotaron en pocas horas y empezó la catarata de quejas por las redes sociales.

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Y llegó el día de la firma. Había gente que, a pesar de tener asegurada su entrada, empezó a hacer cola desde las 6 de la mañana. En MercadoLibre se revendían las entradas #FirmaChupaElPerro con precios que oscilaban entre los 1000 y los 4000 pesos cada una. A las 11.30, entre los que ya tenían su pase y los que no, los alrededores de la La Rural había colapasado. Según cifras de la editorial, 20 mil personas se habían concentrado en la feria y alrededores. En Plaza Italia, se juntaron los que reclamaban que se les reconociera la entrada que habían comprado antes de que se decidiera hacer una firma exclusiva. “Yo me vine desde Ciudad América a 56 kilómetros de Córdoba Capital. Vinimos con mi hija de 14 años porque en la página no decía que era una entrada exclusiva. Hay gente acá que vino de Tucumán, de Mar del Plata, de Mendoza. Toda una movida y lo único que queremos es que salga Germán. Que salude. Nada más”, dice Marcela.

A la 1 de la tarde Garmendia llegó en una camioneta que lo dejó en la puerta del Pabellón 8. Un dispositivo de seguridad especial lo esparaba. Se bajó seguido de su novia (la youtuber norteamericana Lenay Chantelle) y pasó al lugar donde sería la firma. El manager destapó cinco marcadores y los dejó listos sobre el escritorio. Unas cajas vacías al costado para ir acomodando los regalos que la gente le suele acercar. Después de comer algunas frutas y saludar a quienes estaban en el backstage, cuando dieron las 13.30 hizo su primera rúbrica. El beneficiado: un niño de 7 años llamado Juan Cruz.

En la fila había chicos desde 5 años -que todavía no leen pero que ya miran videos en Youtube- hasta jóvenes de más de 20. Pero también adultos que llegaron solos a la firma. Una de las claves para entender lo que ocurrió el sábado en La Rural exige que ampliemos la mirada: no es una sola franja etárea la que se ve cautivada por los encantos del famoso youtuber. El fenómeno salpica a los padres. Muchos de ellos se emocionaban al ver a sus hijos con su ídolo. Una mamá lloraba como si su hijo estuviera recibiendo la bandera. Otras los felicitaban por haber logrado lo que tanto anhelaban. Los chicos se iban con el libro firmado por Germán como un trofeo.

Entre tantas reacciones variadas hubo una diferente. Paula lloró con un gesto distinto. Llevaba de la mano a Manuel, su hijo de diez años. Ella contó que jamás lo lleva a actos multitudinarios porque el chico es, tal como ella lo define, autista; casi no se comunica. Su emoción se debía a que su hijo le había hablado al youtuber. Le había dicho: “Te admiro mucho, gracias por venir”.

Escenas así se repitieron durante todo el día: entre los regalos que le acercaba la gente había un sobre rojo que estaba abierto y dejaba ver adentro un certificado médico. Muchos decían que los videos de Germán les alegraban la vida y les permitían superar dificultades. En la cola había también chicos transitando enfermedades muy duras que llegaban con sus padres y lo saludaban como a un ser con poderes espirituales. Porque Germán proyecta sobre sus fans expectativas, fé, confianza y reconocimiento.

Brian tiene 17 años y llegó desde Pilar. “Te levanta el ánimo y te da consejos. Me hace divertir hay veces que estoy re triste y me ayuda”, dijo. El adolescente no tenía entradas y llegó con el libro en la mano, acompañado de su hermana de 14 “a ver si conseguían”.

“Sos igual al de la compu”, “Gracias por las risas”, “Rezamos por vos”, “Hoy es mi cumple”, decían muchos; otros estaban tan emocionados que enmudecían. Una chica de 16 años que lloró toda la fila, cuando le tocó el turno de estar cara a cara con Germán no pudo articular palabra. Él le dijo “Te quiero mucho” y le firmó el libro. Y ella quedó tan impactada que con marcha zombie y boquiabierta bajó de la tarima olvidándose el libro firmado sobre el escritorio.

Existe un estereotipo hegemónico de fan: el que grita nervioso, el que se altera, el que corre a abrazar a su ídolo si lo tiene cerca, según dice Libertad Borda, cuya tesis doctoral analiza las nuevas formas de ser fan en la actualidad. La construcción de estereotipos tiene una doble cara porque se estructura en torno de una generalización (necesariamente falaz), pero contiene casos “reales” sobre los cuales se asienta el verosímil.  Este tipo de fan es muy visible, dice Borda, porque es llamativo para las cámaras y sintetiza una cantidad de información que, incluso sin ser el único perfil en ese espacio, es el que más atrae las miradas. Uno de los encargados de la seguridad intentaba convencer a una adolescente de que se calme porque gritaba como si acabara de pasarle algo espantoso. “Si seguís llorando así vas a salir fea en las fotos”. Ya casi era el turno de la chica.

Para Borda, el mayor cambio en las formas de ser fan en la actualidad se vincula con lo que ella llama co-presencia: antes era indispensable ir a reuniones de clubes de los ídolos, comprar revistas específicas y concurrir a los eventos (recitales, presentaciones, etc) en los que el objeto de deseo se presentaba. Ahora, con el acceso a la información por medio de las redes sociales, todo lo que ocurre en torno del ídolo se conoce rápidamente: cuándo sube videos, cómo lo va a hacer, si se mudó, si algo le pasó, por nombrar algunos ejemplos posibles. No todos los fans desean tener cerca a sus ídolos, muchos prefieren tenerlos lejos e intocables, dice Borda. Si bien la fuente de deseo es la misma, no todos se vinculan con ella del mismo modo ni con los mismos objetivos.

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Entonces, ¿qué convierte a Germán Garmendia en un fenómeno de consumo cultural? ¿Qué les da a esos chicos que van a buscarlo? ¿Qué encuentran en él? Una de las posibles respuestas la encontramos en la relación entre los receptores y los contenidos: el culto al ídolo, el deseo irrefrenable de la cercanía se ve, en este caso, acompañado por enormes dosis de paciencia y sacrificio (horas sentado firmando y “recibiendo” el afecto de sus fans) por parte de Germán. Incluso extenuado no quiere “fallarles” a quienes fueron a verlo. #ChupaElPerro opera, en este escenario, como una gran excusa que ubica al youtuber fuera de su espacio convencional y lo lleva a otros. De la plataforma online al contacto cara a cara encontramos un libro de por medio. Podemos afirmar que la aparición del libro se presenta como un medio para alcanzar un fin: la cercanía física, esa co-presencia desplazada de la que habla Borda.

Si le preguntáramos a cada fan qué es lo que le gusta de Germán recibiríamos miles de respuestas diferentes, pero hay un eje que identificamos de forma común: el youtuber se ubica en un territorio de identificación temática, identitaria, lingüística y discursiva con sus seguidores. Sus formas de hablar, los ritmos del habla, el registro lingüístico que usa (informal, pasándose de los límites en ocasiones, pero volviendo a los mensajes “positivos” rápidamente) y el sentido del humor son los grandes ejes desde los cuales se tejen las diversas identificaciones de los receptores. Si Rubius reconstruye una escena permanente de pseudo viaje de egresados, Germán fue virando, lentamente, desde la construcción de escenas adolescentes a las de una especie de joven adulto con alguna responsabilidad; mantiene el humor pero no termina de “zarparse”.

Muchos fans sostienen que Germán los alegra y ayuda en sus vidas cotidianas. Y aquí aparece otro elemento contemporáneo ineludible: la matriz del discurso de autoayuda como parte de la cultura masiva contemporánea. En la contratapa del libro leemos:

¿Qué para qué lo escribí? Puede que estés pasando por un momento difícil, que hayas cometido un error del que te arrepientas, o simplemente te preocupe el futuro. Mi intención es echarte una mano con algún que otro Germansejo. No me considero un gurú ni un sabio, pero aquí te hablo de cosas en las que he tenido experiencia en la vida, y este libro te puede servir para decir: «Heeeey, no estoy solo en esto».

Momentos difíciles, consejos (llamados “Germansejos”) y promesas de ayuda en base a la experiencia de vida (aunque sólo tiene 26 años…) confluyen con la forma en la que los fans hablaban de su vínculo con él durante la firma de ejemplares. Germán no solo es una fuente de identificación, sino que es, también, una fuente de experiencia vital que quiere transmitir a quienes lo siguen. No es un gurú clásico, tal como lo entendemos, aunque tal vez sea otro tipo de gurú que se está gestando. Hay también una dimensión aspiracional en el vínculo entre Germán y los fans. Muchos dicen “cuando sea grande, quiero ser youtuber”. La posibilidad de que cualquiera, con una computadora y una cámara pueda grabar videos y subirlos a YouTube aparece, en la palabra de los más chicos, como una práctica aspiracional futura: quiero trabajar de eso, quiero ser y hacer lo que él hace todos los días. Aunque, se sabe, de todos esos aspirantes serán pocos, poquísimos, quienes logren tener éxito.

Identificación, ayuda/experiencia y aspiraciones se conjugan con el deseo, los gritos y el “amor” por Germán. Se escucharon miles de “teamogermaaaaan” durante toda la firma y quienes lo gritaban eran varones y mujeres en proporciones similares.

Germán es en sí mismo un medio de comunicación, según su manager. Y sus alcances aún no pueden medirse. Una mañana publicó en su cuenta de Facebook un post segmentado a la Ciudad de México (sólo podían verlo los residentes de esa ciudad) contando que estaría en unas horas recibiendo un Millennial Music Award, de MTV. Su manager temió que se juntara mucha gente en la puerta y le pidió que lo borrara. Cuando llegaron había 500 personas esperándolos. Se necesitaron diez efectivos de seguridad para poder bajarlo del coche y hacerlo ingresar. La publicación sólo había estado dos horas subida a Internet.

Su representante suele decir que el único medio de comunicación que le preocupa es el de Germán: todo lo que le pasa (y lo que puede llegar a pasarle) es una fuente de tensión constante. Para dimensionar lo que genera basta con buscar en Youtube un video con las palabras “Germán huída”. El puntito blanco que se ve en medio de una multitud es la camioneta que trasladaba al youtuber de un evento en 2013 organizado por el magnate mexicano Carlos Slim. Se ven miles de personas corriendo y tirándose encima del auto. Hubo 19 heridos.

Su representante lleva con él cuatro años de trabajo. Empezó un año y medio después de su lanzamiento. Para él no es raro ser un representante de youtubers. Fue el primero en decir que representaba a “Twittstars” y fue el segundo manager de youtubers que existió en México; ya cuenta con 12 años de experiencia en la industria del entretenimiento. Sostiene que mucha gente no entiende lo que está pasando con las “estrellas de Internet” y que se suele confundir a la persona con el personaje de su canal. A Germán muchas veces lo saludan “¿Cómo estás HolaSoyGerman?” (un dato interesante para pensar la relación de las audiencias con las representaciones con las que se vinculan).

Hay seguidores que pueden llegar a hacer cualquier cosa para fotografiarse con él. “Una vez un niño rapado nos dijo que era un enfermo de cáncer. Cuando logró tener la foto, burlándose de nosotros, salió corriendo y dijo que era mentira. Algo así como un troll pero de la vida real. Cuando veo esas cosas, pierdo fe en la humanidad”, cuenta.

Una foto con Germán, un abrazo, una sonrisa y una mirada a los ojos aparecen como los horizontes de deseo de los fans que eligen verlo en vivo. Muchos otros, detrás de las pantallas, lo ven, hacen click en “me gusta” (como les pide Germán) y disfrutan de la cercanía lejana con su ídolo. Lo tienen cerca, a un click de distancia; lo tienen lejos, porque es una celebridad inalcanzable. Los nuevos espacios de producción de contenidos necesitan de los tradicionales para consolidarse, expandirse y ocupar espacios en los medios que exceden los límites de YouTube. En Colombia y en Argentina (las dos primeras ciudades de la gira) no hubo medio gráfico, televisivo ni electrónico que haya ignorado la visita de Germán. Era imposible ignorar el libro que publicó, esa perfecta excusa para diversificarse como producto de la cultura de masas y para construir nuevos pilares en la ficción de la cercanía que proponen los nuevos espacios de producción y difusión de contenidos.

¿Y el futuro? Es aún una incógnita. Si los youtubers serán las estrellas del siglo XXI o si se evaporarán lenta y sostenidamente son enigmas que solo el tiempo y las matrices de consumo cultural podrán responder. Germán está convencido de que el futuro es suyo porque, como afirma constantemente -en una de sus frases típicas de sus videos-: “esto recién está comenzando”.

*Sebastian Friere y Carolina Duek*  Especial revista Anfibia

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