Desplazamiento, tala y quema de árboles: el peor mes de la Amazonía en 10 años

Desplazamiento, tala y quema de árboles: el peor mes de la Amazonía en 10 años

Los incendios acaban con la región y el Ministerio de Ambiente no parece reaccionar. La ganadería y la especulación de tierra tienen al rojo a Chiribiquete y Tinigua

Desplazamiento, tala y quema de árboles: el peor mes de la Amazonía en 10 años

Las comunidades indígenas, los campesinos y las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la Amazonía insisten en que la deforestación en la región no ha mejorado en absoluto. Por el contrario, se ha intensificado. Para Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), el 2022 empezó de la peor manera para los departamentos de Caquetá, Guaviare y Meta. “Hay una aceleración en la cantidad de incendios que se están presentando y en lo temprano del año en que se están viendo un gran número de puntos de calor”, afirmó Botero.

De igual manera, la Mesa de Monitoreo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en su informe del 31 de enero de este año, al hacerle seguimiento a los puntos de calor diarios en todo el país observó que los valores más altos ocurrían en los biomas de la Amazonía. La información recopilada en el monitoreo de la organización Global Forest Watch muestra que durante el mes de enero se presentaron más de 1200 alertas de incendios, comparadas con el 2021 cuando se presentaron 280 en la región de la Amazonía.

Además, ha habido un incremento en los puntos de calor durante la temporada de menos lluvia —primeros meses del año— en los ecosistemas de bosques basales húmedos, sabanas inundables y los complejos de humedales que conectan a la Amazonía con la Orinoquia, entre los que están varias zonas protegidas como la Reserva y el Resguardo Nukak, según indica la Mesa de Monitoreo del Ministerio de Ambiente.

A finales de diciembre empezó la primera temporada seca del año, o de menos lluvias, que se extenderá hasta finales de marzo. Los incendios que se han presentado en enero se deben a la gran cantidad de árboles que se tumbaron en el último trimestre del 2021, en ello coinciden expertos, autoridades y fuentes locales. Igualmente, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) en su último boletín de detección temprana de deforestación —el del segundo trimestre de 2021—, advirtió que la Amazonía fue la región con más reportes (38,6 %), muchos de los cuales se dieron en áreas protegidas como los parques naturales nacionales Tinigua y Sierra de la Macarena.

Cada vez que arranca un nuevo año también comienza la época de quema de bosques en la Amazonía colombiana, pero el año pasado sorprendió porque, según otro de los reportes de deforestación del Ideam, entre enero y marzo de 2021 la deforestación bajó notoriamente respecto al mismo periodo de 2020: en Caquetá un 38 %, en Meta un 36 % y en Guaviare un 20 %. En total, en 2020 se perdieron 62.200 hectáreas de bosques y la cifra para 2021 fue de 41 600.

Pero otra parece ser la historia para este 2022. La Amazonía lleva aproximadamente 35 días sin lluvia y con temperaturas que oscilan entre los 35 y los 37 grados centígrados. Como lo explicó Botero, esto genera un contexto perfecto para que las personas puedan quemar y abrir la selva, aprovechando la madera seca que se encuentra en los suelos de los bosques como consecuencia de la tala indiscriminada y aprovechando la baja humedad.

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El pico más alto de alertas de incendios se encuentra en la semana del 10 de enero de 2022 con 6 mil alertas en todo el país. Imagen tomada de Global Forest Watch.

Chiribiquete y Tinigua siguen perdiendo la batalla contra la deforestación

En el arco noroccidental de la Amazonía se concentran la mayoría de puntos de calor. Esta zona —que comprende a 10 municipios de Caquetá, Guaviare y Meta— alberga parte del parque Chiribiquete, el área continental protegida más grande de Colombia y donde, según datos de la FCDS, para 2020 la tala y quema de bosque creció en 149 % respecto al 2019.

Estas hectáreas deforestadas y quemadas permiten la concentración y el acaparamiento de tierras que se consolidan con proyectos de ganadería. “La gente está tumbando y quemando la selva para consolidar esas nuevas tierras e incorporarlas al mercado agropecuario”, afirmó Botero. Por eso, para él, no es de extrañar que los municipios más afectados por la deforestación son aquellos donde más ha aumentado la actividad ganadera y agrícola.

En 2021, el Centro de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible para América Latina (Cods) publicó un reporte en el que se muestra que en ocho municipios cercanos al parque Chiribiquete se registraron cerca de 650 000 cabezas nuevas de ganado y más de 300.000 hectáreas deforestadas en los últimos cinco años. Como lo explica Botero, el arco noroccidental se convertirá en sabana en el largo plazo si no se toman acciones inmediatas, pues la deforestación también trae consigo la siembra de monocultivos que alimentan al ganado en muchos de los lotes despejados.

Como lo han documentado Mongabay Latam y Rutas del Conflicto, el resguardo Yaguara II, que alberga a las comunidades indígenas de las etnias Pijao, Tucano y Piratacuyo está en riesgo. En septiembre de 2021 le escribieron una carta al presidente Ivan Duque para contarle del nuevo desplazamiento del que son víctimas y solicitarle la protección de su territorio y sus derechos. Las comunidades ya habían sido desplazadas por actores armados en 2004 y retornaron al territorio en 2019 tras una medida cautelar y acompañados de la Unidad de Restitución de Tierras.

Este territorio está ubicado entre los parques Serranía de Chiribiquete, Tinigua y Sierra de la Macarena, tres de los más amenazados en Colombia por la pérdida de bosque. De hecho, la extinta guerrilla de las Farc abrió un camino ilegal entre los sectores de Puerto Cachicamo y La Tunia, que tiene al menos 23 kilómetros dentro de áreas protegidas.

Una fuente de la zona, que prefiere no dar su nombre debido a las constantes amenazas y el desplazamiento forzado sufrido en 2021, describió lo grave de la situación. “Nosotros nos fuimos del territorio y en diciembre empezó la tala y ahorita la quema. Tumbaron una cantidad de hectáreas de tierra y las vías que estaban haciendo las terminaron. Cuando nos fuimos la vía todavía no llegaba hasta el río La Tunia, pero ya llegó”, explicó.

Aunque la ganadería es una de las mayores causantes de la deforestación, no se puede dejar de lado la expansión vial. A través de las imágenes de Global Forest Watch se observa que la vía Puerto Cachicamo-La Tunia ha presentado un incremento en los incendios dentro del parque Chiribiquete respecto al año inmediatamente anterior. Para la fuente en terreno, esto se debe a que la comunidad indígena fue desplazada. “La guardia indígena cuidaba los límites del resguardo y protegíamos el territorio. Nuestro desplazamiento fue clave para que la quema fuera más fuerte. Nos sacaron justo en la época que más se hacen quemas y talas. Se juntaron las situaciones para acabar indiscriminadamente con el territorio”, afirmó.

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Incendio al interior del Parque Nacional Chiribiquete el 28 de enero de 2022. Imagen tomada de Matt Finer en su cuenta de Twitter.

Las 37 comunidades indígenas que viven en la región norte de la Amazonía están en riesgo por la construcción de las vías ilegales y el mercado especulativo de la tierra. Como lo explicó el director de FDS, Rodrigo Botero, “pasaron los cuatro años de Duque y se hicieron los 57 kilómetros de vía nueva entre Calamar-Miraflores [departamento de Guaviare] y ahora hay una rapiña salvaje por la tierra”. Según el monitoreo de Global Forest Watch, desde la primera semana de enero se han presentado incendios cercanos a la construcción de esta vía.

Los impactos de la tala y la quema de bosque están presentes en los parques nacionales Tinigua, Cordillera de los Picachos y Sierra de la Macarena. Rodrigo Botero sobrevoló el territorio en la última semana de enero. “Tinigua está en llamas”, afirmó. El tamaño de las quemas, la ampliación de la red vial y la cantidad de madera botada en el suelo alerta y preocupa a organizaciones como la FCDS y Gaia Amazonas.

La zona sur del Parque Natural Nacional Tinigua, según los expertos, ya se perdió por la deforestación. “Ya no tiene ningún tipo de funcionalidad como área protegida y se ve que la tendencia se desplaza hacia la zona norte del río Guayabero, donde se empiezan a registrar parches deforestados y quemados”, sentenció Botero. Según el Ideam, Tinigua perdió 6527 hectáreas en 2020.

Al perder esta zona del parque se pierde el corredor ecológico que inicia en la cordillera de Los Andes, pasando por el bosque altoandino hasta conectar los ecosistemas de la Orinoquía y la Amazonía.

El silencio del Estado

La Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) y su director Rodrigo Botero, así como el investigador Matt Finner, director del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), han expuesto los incendios que se han venido presentando durante enero con el fin de llamar la atención del Estado y de las autoridades ambientales competentes.

“El Estado no debería estar callado sobre esto. Nosotros estamos llamando la atención como sociedad civil y como organizaciones que tienen acceso a la información y generan información. La Amazonía se está quemando”, afirmó Botero.

Rutas del Conflicto y Mongabay Latam le preguntaron al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible por las acciones que estaban tomando para combatir la oleada de incendios en la región y respondieron que desde el año pasado las autoridades ambientales han generado una serie de talleres de prevención para la temporada típica de menos lluvias.

“Hemos venido articulando con las autoridades ambientales, las comunidades, bomberos, la fuerza pública y el Ministerio para generar acciones de menor afectación en las zonas protegidas en esta época del año, como es el desarrollo de campañas de vigías forestales junto con la comunidad”, afirmó el viceministro de de Ordenamiento Ambiental del Territorio del Ministerio de Ambiente, Nicolás Galarza.

Aunque desde la Mesa de Monitoreo del Ministerio se han priorizado zonas como la reserva Nukak en el Guaviare con tres puntos de calor activos y el PNN Tinigua con 405 puntos, para Rodrigo Botero lo que se necesita es una acción preventiva ya que todos los años, en épocas de sequía, se incrementan las quemas intencionadas de bosque y en los mismos puntos. “Bueno, la madera ya está en el suelo pero todavía se podría intervenir para prevenir los incendios y que se tomen acciones legales contra las personas que queman grandes pedazos de tierra”, aseguró.

El panorama a corto plazo para la Amazonía norte es poco alentador. Ya pasó el primer mes del 2022 y los puntos de calor no han tenido precedentes en la última década, según contó Rodrigo Botero y como lo confirma la alerta de la Mesa de Monitoreo del Ministerio de Ambiente. Se estima que la tala indiscriminada que se vio durante el mes de enero se queme hasta finales de febrero y principios de marzo.

“No es prematuro decir que los incendios se llevarán grandes extensiones de tierra este año. Además, la tierra ya no absorbe el agua como lo hacía en épocas de lluvia para soportar la sequía sino que ahora está pasando el efecto de arcilla expansiva” afirmó Botero. En otras palabras, el suelo de la Amazonía se está quebrando, perdiendo humedad, formando grandes grietas y derrumbando la vegetación nativa.

*Este artículo fue publicado originalmente el 2 de febrero de 2022 con el título Colombia: los incendios de enero en la Amazonía superan las cifras para este mes en los últimos 10 años

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