La enorme y difícil crisis institucional, económica, social y ambiental actual del país no la generó solamente el infeliz y desmadrado desgobierno actual.
Aunque es bien alta su cuota de participación, el subpresidente es simplemente uno de los últimos imbéciles en llevar la bandera del nefasto y fallido modelo de desarrollo neoliberal impuesto a Colombia por el sistema financiero global.
Lo anterior con la descarada anuencia de una bicentenaria caterva de políticos corruptos (conservadores y liberales) que se han apropiado y turnado desde siempre del gobierno y de la jefatura del Estado, llevando y sometiendo a nuestra querida nación, fundamentalmente al 75% de su población, a la deplorable situación de pobreza y vulnerabilidad multidimensional que siempre ha padecido.
Esta situación ahora empieza a ser extensiva a la pseudoprivilegiada clase media, es decir, los de las cacerolas, que representan otro 20% de la población y cuyo descontento será aún más evidente cuando empiecen los nuevos cobros coactivos por fotomultas de tránsito.
¡Despertad gente tierna que esta patria está enferma!